Milagros

Jesús Mesías

Monasterio "En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba con Dios y el Verbo era Dios ... la luz brilla en las tinieblas, pero las tinieblas no la acogen" (Jn 1,1).

Para el evangelista Juan el Verbo se hizo carne para que conozcamos el amor de Dios, sea nuestro modelo de santidad y seamos partícipes de la naturaleza divina. Jesús es el Mesías, el Salvador enviado por Dios para lograr un mundo más justo.

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Vino a vivir entre nosotros

El Verbo fue y existió desde el tiempo y desde la eternidad, pero en un abismo de luz Dios quiso entrar en la historia y se hizo hombre. El Evangelio nos cuenta esta buena noticia donde Jesús de Nazaret vino a hablarnos del amor de Dios.

En ese momento, la clase sacerdotal había oscurecido esa ley que Dios le había dado a Moisés al esculpirlas en piedra. Fueron mandamientos otorgados por amor, para hacer caminar a la gente hacia la verdad. Por eso, a pesar de la voz de numerosos profetas, que la gente, al carecer de guía, perdió el conocimiento de Dios, ya no escuchó su llamado y se encontró a merced de la idolatría, se abandonó al pecado.

Jesús de Nazaret no solo se encarnó para hacernos conocer al Padre que está en los cielos, sino que también vino a liberarnos de los espíritus malignos y a revelarnos que la raíz de toda debilidad y de toda enfermedad es Satanás. Por lo tanto, Jesús vino a derrotar la obra del diablo para eliminar la oscuridad que oscurecía el rostro de Dios.

Para llevar a cabo su misión evangelizadora y revelar su naturaleza divina, Jesús caminó predicando los caminos de Palestina, Samaria, Galilea y Judea, trabajando a través de signos mesiánicos. Mateo el evangelista enfatiza los signos mesiánicos y, en particular, la curación de los enfermos y la liberación de los espíritus inmundos. A través de su narración, Mateo nos ofrece la oportunidad de comprender el poder de Jesús sobre tales espíritus. No solo eso, sino que a través de las muchas curaciones no naturales, destaca la irrupción de Dios en la naturaleza.

Jesús quiso formar a sus discípulos, prepararlos para su misión. Los evangelistas nos presentan a un Jesús de Nazaret al que están sometidas todas las fuerzas de la naturaleza. Como un sanador, como el que vino a curar todas nuestras enfermedades.

Los evangelistas relatan en abundancia los milagros realizados por Jesús para manifestar su gloria ante todo a sus discípulos, que creyeron en Él.

Jesús, al despertar a una niña muerta, se presenta, como nos dice Marcos, como el Señor de la vida y de la muerte: los milagros de Jesús ponen de manifiesto la presencia de Dios entre los hombres y de su poder salvífico.

Cristo es el Hombre, centro de atracción de los siglos, de toda criatura animada. En él se derrama el Padre, sobre él reposa la plenitud del Espíritu, de él brota la fuente de la vida, es en su luz donde vemos la luz. A través de él todo hombre puede recibir luz pura y conocer esa energía misteriosa que Dios ha puesto en el corazón del hombre para correr hacia el amor y fundirse en el éxtasis de la comunión.

Curaciones:
Liberaciones
Señales
Milagros
Una invitación especial
Si usted quiere lograr esta alegría y adquirir las virtudes, escuchar la invitación de Jesús: "Todo lo que pidáis en la oración, recibiréis" (Mt 18:20). De hecho, sin oración, ningún camino espiritual es posible, ni se puede seguir las huellas de Jesús, nuestro Salvador.

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