Santa Teresa
Santa Teresa de Lisieux es universalmente conocida como la Santa que ha enseñado al mundo la "Pequeña vía de la infancia espiritual" y ha hablado frecuentemente de la necesidad de "hacerse pequeños de frente a Dios" y de haber encontrado "una vía toda recta, muy breve, una pequeña vía toda nueva" para ir al cielo.
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Doctora de la Iglesia
Ansiosa de que esta "pequeña vía" sea enseñada a los cristianos, Sta. Teresa no tiene miedo de rechazar con decisión la de fe de los sabios y de los inteligentes. Su vía para alcanzar el cielo es la vía de la sencillez, la vía de los buenos y de los puros de corazón. Los tratados complicados, donde la fe pareciera estar reservada a los teólogos y los pocos elegidos no le interesan. Teresa no se cansa de repetir que la Buena Nueva es revelada a los pequeños y que la Palabra de Dios dona sabiduría a los sencillos.
Sta. Teresa en su pequeñez y humildad es la madre y el modelo de todos los hijos de Dios. Vacía de todo, recibe a sí misma como don del Padre. Se siente nada y en Dios se convierte en todo. Se deja fecundar por la gracia, deja operar a Dios en sí, como una niña en las manos del papá.
El extremo gesto espiritual indicado por Teresa es: el abandono, la única vía que lleva inevitablemente hacia los brazos de Dios. Teresa siente otro deseo mas que el de esconderse entre los brazos de Dios, para dejarse acariciar por El, para dejarse inundar por el océano de su Misericordia. El abandono es en definitiva el gesto de confianza más auténtico y definitivo, porque es la renuncia completa a la propia voluntad de someterse a la voluntad del Padre.
Sta. Teresa trastorna a la Iglesia y al mundo como un "huracán de gloria" (Pío XI). Ya durante su vida, se dieron una gran oleada de milagros: (la célebre "lluvia de rosas") que convence al pueblo cristiano del hecho que Dios acreditaba a aquella "pequeña santa" volviéndola gloriosa y potente. A la par se dieron también una gran oleada de conversiones: hombres que se sintieron literalmente guiados por la suave mano de ésta joven.
Todavía hoy en el mundo entero se encuentra consintiendo a Teresa: la definen como la joven más amada de la tierra. Teresa a todos grita que Jesús quiere perdonarnos, quiere curarnos y quiere inundarnos de su amor, porque El mismo tiene necesidad de amor.
A El vamos con el peso de nuestros pecados. Y El está contento por purificarnos. El no se ensucia abrazándonos, mientras que su abrazo nos purifica: "He aquí todo aquello que Jesús se espera de nosotros: no tiene necesidad de nuestras obras, sino sólo de nuestro amor. Tenía sed, pero diciendo: Dame de beber, el Creador del universo pedía amor a su criatura. Tenía sed de amor".
Teresa de Lisieux nos pone en contacto con su alma. Aguda contemplativa, rica de experiencias y sabiduría, nos indica el itinerario más simple para alcanzar el fin de la vida: entrar en intimidad con Dios como un Padre misericordioso y tierno hacia quien, persuadido por su propia debilidad y sus propias miserias, se dirige a él con ilimitada confianza.
Transmite su mensaje con lenguaje sencillo, desarmante y nos grita que ser santos, no es el resultado de un esfuerzo del hombre, sino que es un don de Dios.
Dirigiendo la mirada a Teresa nacerá en cada uno de nosotros la nostalgia de volvernos aquellos pequeños a los cuales Cristo heredará el reino de los cielos. Se comprenderá cómo la vida es un bien que el ser humano recibe, sin mérito alguno. Un don es un medio para recibir y dar amor y así realizar la esencia del ser humano: "Necesidad de amar y ser amado".
Hoy la iglesia entera ama a esta espléndida Santa, una mujer, el mas joven Doctor de su historia bi-milenaria. La enseñanza de Teresa se puede y se debe alcanzar a través de su vida, narrada bajo la luz de una relación de amor. Uno no puede mas que encantarse y sorprenderse al ver los prodigios de Dios sobre el alma de esta Santa, que tuvo el coraje de abandonarse a su Misericordia. "Si tu corazón te acusa de pecado, Dios es más grande de tu corazón".
Quien hace de la propia vida un intercambio de amor, experimenta la libertad y la felicidad, en lugar de quien se dejar robar la inteligencia, el amor o la fé, renuncia a vivir y cae en aquella soledad angustiosa que experimentan hoy tantos seres humanos. Situación que puede ser todavía superada buscando un encuentro personal, una experiencia fuerte, una guía auténtica que nos introduzca a una vida digna de ser vivida por aquel Dios del cual la pequeña Teresa nos habla con toda su vida, en la búsqueda continua e intensa de Su rostro.
Los pasos de este itinerario serán revelados en el trayecto propuesto a continuación, que tratará de revelarle la abundante sustancia de la espiritualidad de esta grandiosa santa, para todos aquellos que deseen comenzar a embriagarse de su fragancia.
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Si usted quiere lograr esta alegría y adquirir las virtudes, escuchar la invitación de Jesús: "Todo lo que pidáis en la oración, recibiréis" (Mt 18:20). De hecho, sin oración, ningún camino espiritual es posible, ni se puede seguir las huellas de Jesús, nuestro Salvador.
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