Enfermedad y espiritualidad

Enfermedad

Emerita

Salud y bienestar

La enfermedad no afecta sólo al aspecto biológico cuya competencia es de los médicos, sino que está ligada a la vivencia existencial del hombre.

En este punto, surge una pregunta: ¿qué equilibrio o fuerza puede ganar a la enfermedad?.

La enfermedad se ha introducido en nosotros, ¿existe algún modo o posibilidad de salir de su control?.

La respuesta la podemos encontrar en la Palabra de Dios.

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Profundización

La enfermedad afecta al cuerpo del hombre que es, a la vez, físico, mente y espíritu. Cada una de estas partes puede actuar, con sus fuerzas, de forma autónoma y, al actuar en el propio interés, se contrapone a las demás, creando lucha y desequilibrio: fuente de malestar. En este equilibrio el hombre es libre de recibir el aliento de vida, infundido por el Creador.

El hombre ha sido injertado por Dios en la Creación y por ésta puede dibujar todo lo necesario para su salud y bienestar. El hombre, para permenecer en esta condición, debe mantener un fuerte enlace con la Tierra, para que Dios embellezca esta relación y nos permita sumergirnos en el encanto de los pájaros del cielo y de los lirios del campo.

En la Creación los pájaros viven, no siembran ni almacenan: en otras palabras, viven para alabar a Dios. Trabajar, de hecho, no significa necesariamente vivir, puesto que, ¿para qué sirve desempañar innumerables actividades si nuestro interior está muerto?. No sirve para nada. Dios de hecho, nos ha creado para que podamos darle gloria.

Dios piensa en el bienestar total del hombre y sus partes, formadas, a la vez de mente, cuerpo y espíritu. Otorga de este modo su Gracia como la regala para la prosperidad y la fecundidad de la tierra. La Tierra, es necesario evidenciarlo, permanece en Sus manos como Su huella en el Universo.

Escribe San Pablo: "Sabemos, en efecto, que toda la creación gime y sufre dolores de parto". Puesto que ha sido subyugada, la Creación espera la manifestación de Dios para ser liberada.

Por las escrituras, deducimos que el hombre se ha olvidado de la tierra y de la bendición de Dios, puestoo que se ha apropiado de ella como lugar de mera propiedad.

Abel ofreció a Dios los primogénitos de su grey y a Dios le agradó el sacrificio. Caín ofreció los frutos de la tierra, pero a Dios no le agradó.

A Dios no le gustó el sacrificio de Caín, porque le faltaba el elemento fundamental para el perdón de los pecados, mientras mira con favor la ofrenda de Abel porque le ofreció los primogénitos de su grey.

Así Caín arruina la relación con la tierra, arruina la relación con los hombres y, por último,llega a ser, por culpa de la envidia, homicida. La completa historia de la humanidad estaba, está y estará, durante todos los tiempos, manchada por la sangre y señalada por el sufrimiento, especialmente en nuestro tiempo.

El mal y el dolor son expresiones de la enfermedad y la enfermedad, a veces, nos puede impedir un sensato actuar. "Dios ha creado al hombre". El diablo ha sentido envidia y, bajo su acción, ha entrado la muerte. El libro del Génesis narra cómo el hombre ha sido cazado en el jardín de Edén: "Maldito el suelo por tu culpa. Con esfuerzo sacarás el alimento todos los dias de tu vida". Desde ese momento no podremos gozar de la tierra benéfica, tampoco del estado completo de salud, como Dios lo había concebido.

El diablo ha decidido destruir la Tierra, puesto que en ella Dios ha creado la morada de los hombres, creados a su imagen y semejanza. Puesto que Dios ha concedido al hombre el poder de gobernar la tierra, el demonio intenta destruir este estupendo designio de Dios y lo hace mediante la seducción para romper launión del hombre con Dios, debilitándolo y conduciéndolo inerme por el camino del poder humano.

¿Cómo podrá engañarnos?. Sencillamente, convenciéndonos de que estamos actuando por nuestro bien, así quedaremos libres para exaltarnos y actuar sin moral alguna. La Tierra será el teratro en el que podremos ejercitar nuestro poder y seguir nuestros intereses, bajo la acción maléfica podremos destruir la perfecta armonía de la Creación.

La Tierra, por el efecto de la intervención desequilibrada del hombre, enferma y, como consecuencia, no podrá de ella brotar salud y bienestar, sino que será fuente de múltiples enfermedades. Este es el efecto de la acción irresponsable del hombre que se asesina a sí mismo: el demonio ha llevado al Hombre donde no quería.

Es una realidad certificada por la ciencia: que la contaminación del agua, del suelo y del aire es todo un surgir de tumores, enfermedades respiratorias y genéticas. Un crecimiento exponencial que hemos determinado nosotros, hombres, con nuestro temerario actuar, hecho de intereses e infinita codicia. La Creación gime porque la estamos destruyendo.

De las insurgentes y múltiples enfermedades, las mentales determinan mayor perplejidad, porque éstas atacan a la capacidad de actuar y de entender.

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