Lugar de purificación
La doctrina de la Iglesia sobre la realidad del Purgatorio como lugar de purificación se basa en la doctrina de la inmortalidad del alma y la resurrección de los muertos.
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Tradición católica y mística
"Todos somos pecadores; todos llevamos una vida en la que se puede pecar; de esta vida todos nosotros tendremos que irnos. Ya que Dios seré tan misericordioso contigo, como tú habrás sido misericordioso con el prójimo; tanto recibirás en la otra vida, cuanto das en la presente. Ora, pues, por los difuntos, para que cuando estén en la vida eterna no se olviden de orar por ti".
(Sermón 44)
Todo hombre, desde el momento de su muerte, recibe en su alma inmortal la retribución eterna, en un juicio particular que pone su vida en relación con Cristo, por lo que pasará por una purificación, o entrará inmediatamente en la bienaventuranza del cielo, o se entregará inmediatamente para siempre.
(Catecismo de la Iglesia católica, 1022)
Los hombres, al no haber podido curar la muerte, la miseria, la ignorancia, decidieron no pensar en ello para hacerse felices.
Pascal, en sus pensamientos, subraya que ciertos adultos en plena actividad ceden ante las distracciones. El número de las cosas urgentes que tienen que resolver les disuade de la pregunta esencial: ¿Qué me sucederá después de la muerte? Esta constatación hacía decir a un humorista: Aquí reposa uno que no ha sabido nunca por qué vivía.
La vida es algo serio: en ella debemos preparar nuestra eternidad. Si fallamos en esta vida, no tendremos exámenes de recuperación, no podremos empezar de nuevo, sino que tendremos que darnos cuenta del lugar que hemos reservado al Amor en nuestro corazón y en nuestros actos.
Se trata de creer más en lo que nos espera, en el punto de encuentro entre el tiempo y la eternidad, el juicio. El purgatorio, fruto de la infinita misericordia de Dios, es necesario para la salvación de las almas, de otra manera serían más los destinados a la condenación eterna.
Es por eso razonable pensar que el hombre, para alcanzar la intimidad de Dios, tiene que ser puro. En caso de que esta purificación no haya ocurrido en la tierra, se realizará fuera del tiempo en el fuego del amor. Aquí, el alma se tendrá que dejar purificar para acoger el abrazo definitivo de Dios.
El purgatorio ha sido también un extraordinario recurso de la civilización. La idea de que el mal puede redimirse con obras buenas, es genial, también para los queridos difuntos: borra el límite impracticable de la muerte, reequilibra las injusticias terrenas y otorga fuerza positiva a todas las acciones.
Entonces fácilmente podremos comprender sobre qué fundamento bíblico se basa la doctrina de la Iglesia Católica; cuántas serán las penas del Purgatorio y cuánto durarán. No faltan las reveladoras palabras del Santo Padre Juan Pablo II sobre la purificación necesaria para encontrar a Dios. También están las visiones y el tratado de Santos reconocidos de la Iglesia y de algunos místicos. Sobre algunos de ellos se incluye una breve narración de sus vidas para entender su espiritualidad a fondo.
Santa Catalina de Génova, María Simma, Santa Verónica Giuliani, Sor Faustina Kovalska, Santa Gertrudis de Helfta, Santa Margarita María Alacoque, y otros que nos guían a través del fascinante mundo que nos espera en el más allá. Pero la primera pregunta que vamos a responder es: ¿podemos ver a las almas del purgatorio...?
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(Mt 18:20). De hecho, sin oración, ningún camino espiritual es posible, ni se puede seguir las huellas de Jesús, nuestro Salvador.
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