Pasión
Ana Catalina Emmerick
La muerte violenta de Jesús no ha sido fruto de un caso desfavorable de circunstancia pero un diseño divino de salvación a través de la muerte del Siervo, El Justo. Un misterio de redención espiritual para liberar a los hombres de la esclavitud del pecado. Su Santa Pasión sobre la madera de la cruz nos mereció la justificación, insignia el Concilio de Trento, subrayando el carácter único del sacrificio de Cristo como "causa de salvación eterna".
(Catecismo 617)
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Según las revelaciones de Sor Ana Catalina Emmerick
La Pasión de Jesús es narrada en los Evangelios de: Mateo (Mt 26,36-66); Marcos (Mc 14, 43-47); Lucas (22, 39-56); Juan (18, 1-42), sin embargo en la historia milenaria de la Iglesia, Jesús ha iluminado algunos místicos, proveyendo particulares sobre este importante y dramático acontecimiento que ha cambiado la historia de la humanidad. Un sacrificio de amor que ha cruzado los siglos y es capaz de conmover y convertir cualquiera alma justa, también hoy.
Ya hemos tratado la Pasión de Jesús, sustraída del libro: "Abriré un camino en el desierto" y ahora reconducimos un resumen de la Pasión según las revelaciones de Sor Ana Catalina Emmerick. Para un mayor ahondamiento se puede hacer referencia a sus libros. ¿Ahora bien, quién fue esta importante Mística?
ANA CATALINA EMMERICK
(1774-1824)
Ana Catalina Emmerick nació el 8 de septiembre 1774 en una comunidad de granjeros de Flamschen en Coesfeld. Ella creció junto con nueve hermanos y hermanas. Ya desde pequeña debía ayudar en casa y en los trabajos del campo. Frecuentó por poco tiempo la escuela, pero se notaba el hecho que era mejor instruida en cosas religiosas. Muy pronto sus padres y todos aquellos que la conocían se dieron cuenta que ella se sentía atraída en manera particular de la oración y de la vida religiosa.
En 1802, Ana Catalina pudo finalmente entrar al convento de Agnetensberg en Dülmen. El año siguiente tomo los votos. Ahí tomo parte de la vida de monasterio con fervor, era siempre pronta a asumir los trabajos m´s pesados y no amados. A causa de sus orígenes pobres, ella fue en un principio poco considerada. Algunas de sus hermanas en el convento se escandalizaban de su perfecta observancia a la regla de la Orden y la consideraban una hipócrita. Ana Catalina soportaba en silencio este dolor y en silenciosa resignación.
De 1802 a 1811 Ana Catalina se enfermaba frecuentemente y tenia graves dolores de soportar. En 1811 el Monasterio de Agnetenberg a causa del movimiento secular, fue sorprendido. También Ana Catalina debió abandonar el monasterio y encontró acogida como doméstica con el Abate Lambert, un padre que escapó de Francia, que vivía en Dülmen. Pero pronto ella se enfermó y no pudo dejar la casa y fue obligada a permanecer en cama.
En este periodo Ana Catalina recibe los estigmas, cuyos dolores había ya sufrido desde hace mucho tiempo. El hecho que ella llevaba las llagas no podía permanecer escondido. El Dr. Franz Wesner, un joven médico, le hizo visita y ella le impresionó tanto que se convierte para ella, en los 11 años siguientes, un fiel ayudante y desinteresado amigo.
Ana Catalina Emmerick fue una gran devota de María. La festividad del nacimiento de María también fue su cumpleaños. Una frase de un ruego mariano nos indica un ulterior aspecto de la vida de Ana Catalina. En esta oración se recita: "Oh Dios, déjanos servir la obra de la Redención según el modelo de la fe y el amor de María." Servir la obra de la Redención: esto quiso Ana Catalina Emmerick.
En el verano de 1832 Ana Catalina se vuelve cada vez más débil. Como en todos los años pasados ella unió su sufrimiento al sufrimiento de Jesús y la ofreció para la redención de los hombres. Ana Catalina Emmerick murió el 9 de febrero de 1824. Fue sepultada en el cementerio de Dülmen. Numerosas personas tomaron parte del funeral. Ya que surgió la habladuría que el cadáver de Anna Katharina hubiera sido substraído, la tumba, en las semanas siguientes al funeral, fue abierta dos veces: el ataúd con el cadáver fue encontrado intacto.
La vida de Ana Catalina Emmerick es caracterizada por una profunda unión con Cristo. Ella quiso rogar delante de la famosa cruz de Coesfeld, a menudo ella iba al Via Crucis. Ella participó tan íntimamente en el sufrimiento de Cristo que no es exagerado decir: ella vivió, sufrió y murió con Cristo. Una señal exterior de esto, pero que es al mismo tiempo más que una simple señal, son los estigmas que ella llevó.
En las páginas siguientes se podrá vivir la pasión de Jesús a través de las revelaciones de esta monja que ha llevado sobre su cuerpo los Estigmas.
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