El fin del tiempo


Cuestión del tiempo

Monasterio

El fin del tiempo a las puertas de la eternidad

El ser humano por su naturaleza caduca está sujeto al límite de tiempo, que sin embargo no es generalmente aceptado. Aceptas el fin de tu tiempo cuando entras en la condición de no poder vivir más.

Se considera la muerte como un pasaje angustiante, aterrador, con el miedo de no ser más. El mismo Pascal dijo: no tengo miedo de la muerte, pero la idea de la muerte.

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La terminación del Tiempo

La muerte pone fin a la vida del hombre, a aquel tiempo abierto para acoger o rechazar la Gracia divina que viene del cielo. El Nuevo Testamento habla principalmente de la prospectiva del encuentro final con Cristo en su segunda llegada, pero asegura también, repetidas veces, la súbita retribución que, después de la muerte, será dada a cada quien en relación con sus obras y su fe.
(Catequismo 1021)

Cuando tú dejes esta tierra, tus sueldos y tus propiedades, ¿de quiénes serán? ¡Con la clausura del tiempo cada cosa de este mundo terminará y con ella cada engaño. Entonces te darás cuenta de cuánto era frivola la riqueza terrenal, el respeto humano, la disipación en aquellos placeres que tanto anhelabas y en los que te empeñabas tanto!

En la nueva dimensión estarás obligado a admitir que todo era vanidad y aflicción del espiritu. Allí conocerás las grandezas de las gracias recibidas donadas por Dios y por ti desaprovechadas; conocerás tu ilimitado egoismo, tu soberbia, la gravedad de tus múltiples culpas y no sabrás dónde esconderte por la vergüenza.

En un instante, tú te encontrarás a las puertas de la eternidad y en ese momento querrás no haber gastado el tiempo en cosas fútiles, frecuentado dudosas compañías, pasados momentos en conversaciones o en ocupaciones que no eran convenientes para un cristiano, mientras podías invertir el tiempo para el bien y para el Santo Timor de Dios. ¡En ese momento estarías feliz!

"¡Vosotros no sabéis cuál será su vida mañana! Son como vapor que aparece por un instante y después desaparece" (Gc 4-14) "... sean como la hierba de los techos que se seca antes de arrancarla!".
(Sal 128,6)

No debiste haber malgastado el tiempo cuando estaba en ciernes. ¿No sabes que la vida es como un relámpago y todo termina? ¿No sabías cómo ocupar el tiempo y los días te parecían demasiado largos? Y ahora, ¿eres feliz?

Y bien, mientras estamos en el camino de la vida, si llegara de improviso la muerte, ¿cómo nos encontraremos? ¿Hay un motivo plausible para no obrar con buenos propósitos y evitar la pena de haber perdido para siempre la felicidad cuando estemos en una dimensión sin tiempo?

Dios, que nos ama locamente, nos exhorta a hacer el bien antes de la clausura del tiempo, antes que la eternidad nos sorprenda, de otro modo la noche vendrá y no podremos actuar más.

Es bueno recordar que nada es más precioso que el tiempo: "Pasan los días de la salvación y nadie piensa que el día pasa y no regresa jamás" (San Bernanrdo)

No está bien dejar para mañana aquello que es posible hacer hoy: "Confiabas en tu malicia.... Te caerá una calamidad que no podrás evitar"..
(Is 47,10-11)