Virgen María
Poseídos
En 1620, Anna Lavezzini fue atormentada y poseída por el demonio. En el día de la Primera Coronación de la Sacra Estatua de Oropa y ante la presencia de 50 mil personas, después de muchos gritos y alaridos, Anna Lavezzini quedó liberada para siempre.
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Endemoniados librados en el Santuario
En 1622, Giovanni Bigatto, endemoniado, fue conducido delante de la Virgen de Oropa y obtuvo la completa liberación.
En 1650, Ángela Caterina Mendoza sufría de posesiones diabólicas desde hacía más de ocho años. Rebelde a múltiples exorcismos fue conducida delante de la Capilla y he aquí que después de haber vomitado diferentes objetos, obtuvo la completa sanación.
Desde hacía tres años, espíritus malignos atormentaban a Clara Ottino. Después, en 1652, fue conducida al Santuario del Monte de Oropa y aquí, después de múltiples exorcismos, obtuvo la liberación.
En 1771, Caterina Reineri fue conducida a Oropa para ser exorcisada por Domenico Carlotti. Cuenta esto el Sacerdote:
"Apenas me acerqué a la poseída... comenzó a estremecerse y alborotarse.
Se necesitó la fuerza de cuatro de sus familiares para contenerla... Dio lugar el interrogatorio a un número de demonios... y me fueron revelados sus nombres: el primero: Angelbel; el segundo: Giovan; y el tercero, Nicol. Continuó el exorcismo hasta entrada la noche, cuando por fin la poseída estalló en un grito fuertísimo y la creímos liberada.
Al día siguiente llamé a la mujer, que dijo estar bien, pero durante el rezo del Rosario delante de la Virgen, rompió el rosario y lo lanzó con furor contra el altar. Así nos aseguró que la pobre miserable no era libre de los demonios, retomamos los interrogatorios y el exorcismo. El tercer día no sucedió nada...
En el cuarto día, los demonios se empeñaron en oprimir tanto a la pobre mujer a tal punto que no tenía más voz para hablar, ni fuerza para permanecer de pie. Continué con el exorcismo por varias horas... Después la hice entrar en la Capilla, delante de la Virgen, e hice varias oraciones de intercesión a la Gran Madre con la orden a los espíritus de salir de ese cuerpo.
La poseída que tenía entre sus manos un crucifijo bajo mi orden, tomó aquél crucifijo, si bien estaba fuertemente agarrada, y lo arrojó directamente, con gran ímpetu, hacia la Virgen; llegando al cristal que protege a la Estatua, perdió todo impulso: una fuerza invisible lo detuvo y cayó sobre el Altar sin hacer el mínimo daño, cuando según el orden natural debía sin duda romper dicho cristal..
Después de los sucedido comenzó a proferir injurias horrendas contra la Virgen y a hacer esfuerzos increíbles para lanzarse contra de ella... Se le obligó a beber agua bendita... y comenzó a arrojar dentro del vaso dos moscas... una más gorda de la otra.
Apenas la mujer vomitó dichas moscas, se sintió enseguida aliviada y dice en voz alta: "Oh querida Virgen me haz liberado".