Virgen María
San Eusebio
San Eusebio nace en el año 286 d.c. en Cerdeña. Deja a temprana edad la isla natal para consagrar su vida a Dios y difundir la vida cristiana en Occidente.
Recibe el Bautismo del Papa Eusebio, su homónimo, a la edad de 23 años. El Papa Silvestre I, en el año 314, lo designa lector de la Iglesia de Roma - el primer grado en la vía del sacerdocio -.
En el 336, el Papa Marco ordena a San Eusebio presbítero.
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Obispo del Siglo IV
En el 336, el Papa Marco ordena a San Eusebio presbítero
El 15 de diciembre del 345, San Eusebio fue consagrado en Roma, Obispo de Vercelli por el mismo Papa San Julio I como primer Obispo del Piemonte.
En Vercelli convierte en Iglesia cristiana al templo dedicado a Vesta, diosa del fuego. Curó los ritos y estableció la liturgia sagrada conocida también como "Rito Eusebiano" que duró hasta el año 500.
Después de haber construido Iglesias y fijado la liturgia, San Eusebio formó nuevos sacerdotes. Los acogió en la casa episcopal, viviendo en comunidad y siguiendo las reglas de piedad, de estudio y penitencia.
Funda el famoso cenobio para sus clérigos y un monasterio femenino. Visita y evangeliza las poblaciones paganas de su territorio juntando la evangelización al mismo estilo monástico. Hizo de Vercelli una de las más antiguas fortalezas de la fe católica contra los asaltos de la herejía ariana.
El arrianismo negaba la igualdad del Hijo y del Padre y, por lo tanto, la naturaleza y los atributos divinos del Hijo.
En el concilio filo-ariano de Milán del 355 San Eusebio, bajo violentas presiones del emperador Constanzo II, fue condenado al exilio. Encerrado en una jaula como una bestia, fue enviado a Beisan en Palestina. Fue un viaje triunfal, por la conmoción que la visita de aquel Obispo en cadenas suscitó en todos los pueblos atravesados.
Después de la muerte del Emperador Constanzo II en el año 362, San Eusebio recupera la libertad. Participa con San Atanasio y otros Obispos exiliados en el "Sínodo de los confesores" en Alejandría en Egipto para discutir acerca de como reparar los daños ocasionados por el arrianismo.
Terminado el Sínodo, visita la Iglesia de Antioquía, prosigue por Cesárea de Capadocia, atraviesa Macedonia para anunciar la verdadera fe cristiana.
A su regreso a Vercelli en el 363, fue acogido con regocijo y retoma su obra pastoral, misionera y de estudio. Se concede pausas de oración y retiros espirituales de oración en Creta y Oropa. Prepara las nuevas diócesis de Tortona y Novara.
Muere en el 371 en Vercelli, su ciudad de adopción, y sus restos fueron sepultados en la necrópolis afuera de la muralla. En el 581 las Reliquias del Santo fueron trasladas en la actual Basílica de San Eusebio. Catedral consagrada a él en medio del homenaje conmovedor del pueblo.
También en Oropa en la Basílica antigua se conserva una reliquia del Santo, que es ofrecida en las procesiones a los besos de los fieles que vienen de Abril a Octubre.
El Papa Juan XXIII en 1961 proclama a San Eusebio, como Patrono del Piemonte.
Los escritos de San Eusebio llegados hasta a nosotros son:
De Unitate Trinitatis; Quattuor Evengeliorum versión en latín.
Las cartas: Ad Costantium; Ad clerum et plebem vercellensem; Ad Gregorium episcopum.
Traducción del griego al latín "El comentario de los Salmos de Eusebio de Cesárea", corrigiendo los errores teológicos.
Muchos Padres y escritores han dejado información o relatos sobre la vida y obras de San Eusebio entre los cuales figuran: San Ambrogio, San Girolamo, San Ilario Poitier, Sulpicio Severio, San Atanasio, San Basilio, San Epifanio, Esebio de Cesarea, Socrates, Sozomene y Teodoreto.
San Flaviano escribe de él:
"Cordial, afable y santo, de serenidad transparente que reflejaba en su rostro. Paciente sin medida, fue modelo extra abundante de virtudes en un mundo verdaderamente pobre. Custodio severo de las Escrituras, buscador de la verdad...
Su ánimo resplandecía de la verdad... combatió con coraje sus enemigos. Adoró sinceramente a Dios, luchó contra todo tipo de mal. Luz de los errantes, con su palabra disipó los errores. Era tan maravilloso que ni siquiera los largos ayunos lograron doblar sus fuerzas.
Se había habituado a vencer la sed con el agua del río y a defenderse del frío con vestidos humildes. Con la fuerza del cielo triunfó sobre el mal.
Más puro que el aire, no fue ni siquiera tocado por las brutalidades de este mundo. Con el fuego de su pureza destruyó las culpas de la vida terrena. Fue maestro de los pueblos que atrajo con sus acciones ejemplares.
Oración a San Eusebio
Oh San Eusebio, nuestro Patrón, que has traido a nuestra tierra la fe en el verdadero Dios, Uno en naturaleza y Trino en las Personas, confirma con tu plegaria nuestra esperanza en esta Santa Fe; para que sepamos vivir siempre bajo la mirada de nuestro Padre, que está en los cielos y adoremos la Augusta Trinidad moradora en nosostros, con su presencia y su gracia.
Gloria al Padre... San Eusebio, ruega por nosotros.
Oh San Eusebio, nuestro Patrón, que has predicado incesantemente que el Hijo de Dios, verdadero Dios y verdadero hombre, ha nacido de María Virgen y ha muerto por nuestra salvación; y por esta fe has sufrido el exilio y las penas del martirio. Ayúdanos a tener hacia Jesús, nuestro divino Salvador, tu misma inquebrantable fe y tu gran amor.
Gloria al Padre... San Eusebio, ruega por nosotros.
Oh San Eusebio, nuestro Patrón, que hace dieciséis siglos que trajiste a Oropa el culto a la Virgen Madre de Dios, y la has puesto aquí para nuestra protección: haz que recordemos los beneficos de Ella recibidos, que no separemos nunca nuestra mirada de este Sagrado Monte y continuémos amando e imitando a María, nuestra celestial Reína y Madre.
Gloria al Padre... San Eusebio, ruega por nosotros.