Juan Bosco


Pedagogía

Santos Sólo la juventud bien educada puede ofrecer orden y moralidad, al contrario que el vicio y el desorden. Sólo la Religión es capaz de empezar la gran obra de una verdadera y eficaz educación.

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Pedagogía de Don Juan Bosco

Don Bosco era simpre afable y, cuando acogía a un nuevo alumno en el Oratorio, tras haber conquistado su corazón con preguntas joviales, les preguntaba: "¿Tú quieres ser mi amigo?. Quiero ayudarte a salvar tu alma. ¿Comprendes lo que quiero de tí?. Quiero que vayamos juntos al paraiso". Y, entre tanto, su ojo escrutador lo penetraba todo y adivinaba el carácter, la mente y el corazón. Conocida la capacidad del alumno, lo atraía hacia sí dulce y fuertemente, como ningún otro estaba en condiciones de hacer.

El Santo les decía: "Jugad, saltad, divertíos, pero no pequéis". Don Bosco es el gran buen hombre de este mundo, pero frente a la ofensa a Dios llega a ser inexorable. Y continuaba: "Seréis felices en la madurez si al final de la juventud observáis los Divinos Mandamientos, y lo que os atormentará, más que nada a la hora de la muerte, es el haber adquirido malas costumbres en la juventud". Después se dirigió a los educadores: "No dejéis a los alevines nunca solos, en cuanto os sea posible, precededles al lugar donde deban reunirse: estad con ellos hasta que se hagan cargo los unos con los otros para asistirlos: sobre todo que nunca estén desocupados".

A la pregunta del secreto para ser el patrón de muchos corazones, responde el Santo: "Religión y razón son los dos pilares de mi sistema de educación. El educador debe convencerse de que todos, o casi todos de estos queridos jóvenes;tienen una inteligencia natural para conocer el bien que ellos hacen personalmente, y a la vez están dotados de un corazón sensible, fácilmente abierto al reconocimiento. Cuando se esté juntos, con la ayuda del Señor, haced entrad en sus almas los principales misterios de nuestra Santa Religión, que nos recuerda el amor inmenso que Dios tiene al hombre: cuando se llegue a hacer vibrar en su corazón la cuerda del reconocimiento a cambio de los beneficios que hemos compartido largamente,cuando finalmente con el pilar de la razón se ha hecho que el verdadero reconocimiento del Señor se desarrolle y respalde con el querer, con respecto a los preceptos, especialmente aquellos que inculcan la observancia de nuestros deberes recíprocos ...

La Religión, en este sistema,hace de bozal en la boca del ardiente corcel que lo domina: la razón luego hace lo que la brida, que presionando produce el efecto que se quiere obtener. Religión verdadera, sincera, que domine las acciones de la juventud: religión que, rectamente aplicada en los santos principios que regula toda sus acciones. He aquí, en dos palabras, resumido, el sistema que sigo.

Hay dos sistemas de educación: uno es el represivo y otro es el preceptivo. El primero tiene como objetivo educar al hombre con la fuerza, con el reprendimiento o el castigo, cuando ha incumplido la ley, cuando se ha cometido un falta, el segundo quiere educarlo con la dulzura, y por eso le ayuda con suavidad a observar la ley misma y se le suministra los medios más eficaces: éste es el sistema en vifor entre nosotros".

El sistema represivo.

Este sistema puede impedir un desorden, pero difícilmente mejorará a los delincuentes: y se ha observado que los jóvenes no olvidan los castigos, sino que conservan la amargura junto al deseo de sacudirse el yugo hasta la venganza...

Distinto y opuesto es el Sistema Preventivo. Consiste en dar a conocer las prescripciones y reglamentos de un Instituto y luego supervisar de manera que los alevines tengan, siempre sobre ellos, la mirada vigilante del Director o de los asistentes que, como padres amorosos, hablen sirvan de guía en cada acontecimiento, den consejos y corrijan con amabilidad, es decir: impedir que los alevines cometan faltas".

El sistema preventivo.

El sistema quiere infundir en el corazón de los jóvenes el santo temor de Dios: se inspira en ellos el amor a la virtud y el horror al vicio, con la enseñanza del Catecismo y con apropiadas instrucciones morales, dirigidas a mantenerlos en el camino del bien con oportunos y benévolos consejos, especialmente con las prácticas de piedad y de religión. Más allá de lo que les rodea, en cuanto que sea posible, de una amable existencia de creación en la escuela, y en el trabajo: se les anime con palabras de aliento, sin que olviden sus propios deberes, se les recuerden de buenos modos y se les llame con buenos consejos. En una palabra: se usen todos los métodos que sugiera la caridad cristiana, para que hagan el bien y huyan del mal, y sea éste el principio y la base de su conciencia, iluminada y apoyada por la Religión.

El educador, que ha ganado el corazón de su protegido, podrá ejercitar sobre él una gran autoridad, avisarlo, aconsejarlo e incluso corregirlo. El sistema incluye algunas dificultades que, sin embargo, quedan disminuidas si el educar se hace con celo a la obra. El educador es un individuo consagrado al bien de sus alevines, por eso debe estar preparado para afrontar cualquier disturbio, toda fatiga para conseguir su fin, que es la civil, moral y científica educación de sus alevines.

Cualquiera que sea el carácter, índule, catadura moral de un estudiante en la época de su aceptación, los parientes pueden estar tranquilos, que su hijo no empeorará y puede dar por seguro de que se obtendrá una mejoría. Ante ciertos niños que durante micho tiempo fueron el azote de sus familias y, por eso, rechazados en sus casas, enseñad según estos principios, cambiaran de actitud, carácter si se le dan buenos hábitos y ocuparán honradas profesiones en la sociedad, llegando a ser el sostén de la familia, útiles ciudadanos y buenos cristianos.

En concreto el sistema está establecido así: el Director más que supervisor es padre; los demás superiores, como mucho, hermanos. Los alevines son los hermanos menores. El afecto y la confianza unen a los miembros de la familia, porque aquellos educan paternalmente y éstos son guiados por el amor.

La frecuente Comunión, la Misa diaria son las columnas que deben regir un edificio educativo, desde el que se quiere tener lejos la amenaza y la vara. Nunca obligar a los jóvenes a frecuentar el Santísimo Sacramento, sino sólo animarles y ampliar su comodidad para aprovechar. En el caso de los Ejercicios Espírituales, se ponga en relevancia la belleza, la grandeza, la santidad de la Religión que propone los medioa más fáciles, tan útiles a la sociedad civil, a la tranquilidad de corazón, a la salvación del alma, como precisamente son los Santos Sacramentos.

No olvidemos la dulzura de los modos:gánaos los corazones de los jóvenes mediante el amor; recordad siempre la máxima de San Francisco de Sales: "Se atrapan antes a las moscas con dos gotas de miel que con toneladas de hiel"..

Consejos:
  • Consideradlos como a tus hermanos: amabilidad, paciencia y respeto. He aquí las claves de su corazón.
  • Hacedles estudiar sólo lo que puedan y no más. Haced leer y atended al texto del libro sin disgresiones.
  • Preguntadles muy a menudo, invitadles a leer, a exhibir, a leer y a exhibir.
  • Siempre animadles, jamás humilladles: animad cuando se pueda, nunca despreciad.
Los jóvenes necesitan estar siempre ocupados. Más allá de la escuela regular es necesario participar en más: en lecciones de música, de canto y de declamación. Así su actividad es mantenida en útil ejercicio. Si no los ocupamos nosotros, se ocuparán por sí, y ciertamente con ideas no buenas. Se preste atención a la conveniencia de los vestidos.

Sólo la Religión Católica es capaz de ascender al hombre venciendo a la juerga, la lujuria y a la ambición y a practicar la templanza, la honestidad y la modestia. La dignidad del mundo no dan la verdadera felicidad. El hombre puede sólo ser feliz cuando practica la virtud.