José Padre putativo de Jesús
José, esposo de María y Padre de Jesús
José y María se unieron en matrimonio cuando ella ya estaba embarazada por la voluntad del Espíritu Santo.
José fue el padre putativo de Jesús y, como tal, tuvo que atender las necesidades de la familia, tutelar y criar a su hijo adoptivo.
Siempre estuvo dispuesto a satisfacer los deseos de Dios conociendo, en parte, algunos de sus designios.
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José Padre terreno
Se prodigó más allá de lo humano para que nada le hiciera falta a su familia y, como padre, para enseñar las cosas de la vida a su hijo, porque Él, como un niño cualquiera, tenía que ser sumiso a la voluntad paterna. Dios no le asignó a un padre cualquiera, sino a un alma pura, que fuera sostén de una cándida esposa y de un Dios encarnado.
Muchos han subestimado su misión. No discutió nunca las órdenes impartidas en el sueño o a través de los mensajeros de Dios, sino que las ejecutó fielmente, aunque estas implicaban abandonar todo lo que había conseguido hasta ese momento --las amistades, los haberes y la seguridad social-- para afrontar lo desconocido.
Su fe era tal que no albergó dudas o incertidumbres, fue a donde Dios lo enviaba, con su carga, con sus tesoros constituidos por una delgada madre y un recién nacido que luego se fue haciendo niño. Como padre, no se opuso, sino que, conociendo la Divina Voluntad, cuidó, acompañó y, en su ánimo ardiente, bendijo a su Hijo, a fin de que anunciara la Palabra y se cumplieran en el mundo los designios del Padre.
Fue un trabajador modelo, un ejemplo admirable. Llevó a la familia sobre un navío certero y supo guiarla hacia playas y puertos seguros, incluso cuando las aguas eran tumultuosas. Supo ser un digno compañero de su esposa y se amaron con sentimientos tan puros que encantaron a los Ángeles del cielo.
¡Oh Vosotros, padres!, extraed enseñanza de este hombre que supo construir una familia humana. Aplicó a ella todas las virtudes de que era capaz con su alma ardiente de amor. Solo el amor y la fe le permitieron, en el camino de su vida, superar notables obstáculos y ofrecer tanta delicadeza humana a su alegre niño que tanto adoraba.
Muchos subestiman la importancia que tuvo San José en los proyectos de Dios. Pero ¿podía Dios confiar a una alma cualquiera la responsabilidad de ser padre terreno? ¿O bien en su omnisciencia escogió a un alma predestinada? Ya en el cielo le asignó el puesto que le competía.
Apelad tranquilamente a este Santo, a fin de que pueda interceder por vosotros en todas vuestras necesidades. Por su fidelidad y por su amor le han sido dadas las potestades de intercesión y de gracia para todas vuestras necesidades. Sea para vosotros un modelo constante.
Si como padres de familia supierais caminar tras sus huellas, podríais alegraros porque vuestra familia sería mirada benignamente desde el cielo, la gracia y la bendición bajaría sobre vosotros y sobre vuestra familia. Seríais modelos de rectitud inflamados de amor, no sólo por vuestra familia, sino por todos aquellos que se tambalean, se desesperan y necesitan apoyarse en ejemplos coherentes.
En la familia confiaos a él, pedidle apoyo y rezad, a fin de que atraigáis hacia vosotros las virtudes necesarias para vuestra salvación..