Sagrado manto de san José


Sagrado Manto

Monasterio El Sagrado Manto de San José es un precioso objeto de devoción
El origen de la devoción al Sagrado Manto de San José se remonta al 22 de agosto de 1882, fecha en que el Arzobispo de Lanciano Mons. F.M. Petrarca aprobó la devoción a esta práctica, invitando a los fieles a utilizarla con frecuencia.

Estas oraciones deben recitarse durante treinta días consecutivos en recuerdo de los 30 años de vida de San José al lado de Jesús. Son sin número las gracias que se obtienen recurriendo a San José. Es bueno acercarse a los sacramentos y promover el culto al Santo.

Únete a nosotros

Introducción al manto sagrado

Las oraciones del Sagrado manto son invocaciones dirigidas a San José, patrono de la Iglesia universal, de la familia y de los trabajadores. Estas oraciones están particularmente ligadas a una tradición devocional y mariana que se desarrolla a partir del siglo 19.

Las oraciones se dirigen a él como intercesor y protector para obtener gracias, protección, ayuda y bendiciones. A menudo se recitan para la curación de enfermedades, la ayuda en las dificultades familiares, la búsqueda de trabajo o el apoyo en la vida cotidiana.

Estas oraciones, personales o colectivas, se rezan tanto con ocasión de celebraciones litúrgicas dedicadas a San José, como el 19 de marzo (festividad litúrgica de San José) y el 1 de mayo (fiesta de San José trabajador)tanto en cualquier momento en el que sienta la necesidad de dirigirse a él.

Las oraciones en el manto sagrado de San José es una forma de acercarse a Dios a través de la intercesión de un santo especial. Son también una manera de expresar la confianza en Dios y en su providencia.

Oferta

  1. Aquí estoy San José, postrado devotamente ante ti. Te presento este precioso manto y al mismo tiempo te ofrezco el propósito de mi devoción fiel y sincera. Todo lo que puedo hacer en tu honor, a lo largo de mi vida, tengo la intención de llevarlo a cabo, para mostrarte todo mi amor hacia ti. Ayúdame, San José! Ayúdame ahora y en toda mi vida, pero sobre todo en la hora de mi muerte, como tú fuiste asistido por Jesús y por María, para que te pueda un día honrar en la patria celestial por toda la eternidad. Amén.

  2. O glorioso Patriarca San José, postrado ante ti, te venero devotamente y te ofrezco estas mis oraciones, en recuerdo de las innumerables virtudes que adornan tu santa persona. En ti tuvo cumplimiento el sueño misterioso del antiguo José, ya que no solo el Sol divino, Jesús, te rodeó con sus resplandecientes rayos, sino también la mística luna, María, te alumbraré con su dulce luz.

    Glorioso San José, como el ejemplo de Jacob, que fue personalmente a regocijarse con su hijo amado, exaltado sobre el trono de Egipto, sirvió también para arrastrar a sus hijos, así espero que el ejemplo de Jesús y de María, que te honraron con toda su estima y con toda su confianza, me persuadieron también a tejer en tu honor este manto precioso.

    O gran Santo, haz que el Dios dirija sobre de mì una mirada de benevolencia. Y como el antiguo José no expulsó a los culpables hermanos, es más, los acogió lleno de amor, los protegió y los salvó del hambre y de la muerte, así tú, oh glorioso Patriarca, por tu intercesión, haz que el Señor no quiera abandonarme en este valle de exilio. Consígueme además la gracia de conservarme siempre en el número de tus siervos devotos, y como ellos de vivir sereno bajo el manto de tu protección cada día de mi vida y en el momento de mi muerte. Amén.

Oraciones

  1. Salve, oh glorioso San José, custodio de los tesoros incomparables del Cielo y padre davídico de Aquel que alimenta a todas las criaturas. Después de María Santísima eres el Santo más digno de nuestro amor y merecedor de nuestra veneración. De todos los santos, solo tú tuviste el honor de criar, guiar, alimentar y abrazar al Mesías, que tantos Profetas y Reyes habían deseado ver.
    San José, salva mi alma y consígueme de la Misericordia Divina la gracia que humildemente imploro. Te recuerdo también las almas benditas del Purgatorio para que obtengas para ellos gran alivio en sus penas.
    3 GLORIA AL PADRE

  2. Poderoso san José, que fuiste proclamado patrono universal de la Iglesia, te invoco entre todos los santos, como fortísimo protector de los miserables y bendigo mil veces tu corazón, siempre dispuesto a socorrer toda clase de necesidades. A ti, querido San José, recurren la viuda, el huérfano, el abandonado, el afligido, toda clase de desgraciados. Porque no hay dolor, angustia o desgracia que no tengas piadosamente socorrido, dignado, por los dones que Dios ha puesto en tus manos, de conseguirme la gracia que te pido. También vosotros, almas santas del Purgatorio, suplicáis a san José por mí.
    3 GLORIA AL PADRE

  3. Tú, oh querido santo, que conoces todas mis necesidades, antes de que las exponga con la oración, sabes cuánto me es necesaria la gracia que te pido. Mi alma afligida no encuentra descanso en medio de las penas. Ningún corazón humano podría comprender mi angustia; aunque encontrara compasión ante alguna alma caritativa, ella no podría ayudarme. Tú, en cambio, has dado consuelo y paz, gracias y favores a tantas personas que te han rezado antes que yo; por eso me postro ante ti y te suplico bajo el grave peso que me oprime.
    A ti o a san José recurro y espero que no quieras rechazarme, ya que santa Teresa ha dicho y dejado escrito en sus memorias: "Cualquier gracia que se le pida a san José será concedida".
    O San José, consolador de los afligidos, tenga piedad de mi dolor y lleva hacia la luz divina y la felicidad las almas santas del Purgatorio, que tanto esperan de nuestras oraciones.
    3 GLORIA AL PADRE

INVOCACIONES A SAN JOSÉ

I. Acuérdate, oh purísimo esposo de María, oh mi querido protector San José, que nunca se oyó que nadie hubiera invocado tu protección y pedido tu ayuda sin haber sido consolado. Con esta confianza me dirijo a ti y a ti fervorosamente me encomiendo. O San José, escucha mi oración, acéptala piadosamente y escúchala. Amén.

II. Glorioso S. José, esposo de María y padre virginal de Gesù, piensa en mí, vela por mí. Enséñame a trabajar por mi santificación y atiende bajo tu piedad las necesidades urgentes que hoy encomiendo a tus preocupaciones paternas. Aparta los obstáculos y las dificultades y haz que el feliz resultado de cuanto te pido sea por la mayor gloria del Dios y por el bien de mi alma. Y como signo de mi más viva gratitud, te prometo hacer conocer tus glorias, mientras con todo el afecto bendigo al Señor que te quiso tan potente en el cielo y en la tierra.

INVOCACIONES A SAN JOSÉ Y LETANÍAS

  1. Acuérdate, oh purísimo esposo de la Virgen María, o querido mi protector San José, que nunca se oyó que alguien invocó tu protección y te pidió ayuda sin haber sido consolado. Con esta confianza, yo vengo a ti y a ti fervorosamente me encomiendo. O San José, escucha mi oración, acéptala piadosamente y escúchala. Amén.

  2. Glorioso San José, esposo de María y padre virginal de Jesús, piensa en mí, vela por mí. Enséñame a trabajar por mi santificación y atiende bajo tu piedad las necesidades urgentes que hoy encomiendo a tus preocupaciones paternas. Aleja los obstáculos y las dificultades; y haz que el feliz resultado de cuanto te pido sea por la mayor gloria de los Dios y por el bien de mi alma. Y como signo de mi más viva gratitud, te prometo hacer conocer tus glorias, mientras con todo el afecto bendigo al Señor que te quiso tan potente en el cielo y en la tierra.

Cierre del manto sagrado

O Glorioso San José, que de Dios has sido puesto a la cabeza y custodio de la più santa entre las familias, dignas de ser desde el cielo custodio de mi alma, que pide ser recibida bajo el manto de tu patrocinio. Yo, desde este momento, te elijo como padre, protector, guía, y pongo bajo tu especial custodia mi alma, mi cuerpo, cuánto tengo y cuánto soy, mi vida y mi muerte. Mírame como tu hijo; defiéndeme de todos mis enemigos visibles e invisibles; ayúdame en todas las necesidades: consuélame en todas las amarguras de la vida, pero especialmente en las agonías de la muerte. Dirige una palabra por mí a ese amable Redentor, que Niño llevaste en tus brazos, a aquella Virgen gloriosa, de la que fuiste llamado esposo. Recibe esas bendiciones que tú ves que son útiles para mi verdadero bien, para mi salvación eterna, y yo hago todo lo posible para no hacerme indigno de tu especial patrocinio. Amén