Universo cristiano

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Oración

El Espíritu Santo, cuya unción impregna todo nuestro ser, es el maestro interior de nuestra oración cristiana. Hay tantos caminos de oración como personas que rezan, pero es el mismo espíritu el que actúa en todo y con todos.
(Cat. 2672).

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La plegaria es la vida del corazón

La Tradición de la Iglesia propone a los fieles, caminos de oración destinados a alimentar la contínua plegaria. Algunos son cotidianos: la oración de la mañana y de la noche, antes y después de las comidas, la liturgia de las horas. (Cat. 2698).

De esta cooperación de María a la acción del Espíritu Santo, las iglesias han desarrollado la oración a la Santa Madre de Dios, centrándola en la persona de Cristo manifestada en sus misterios. (Cat 2675).

Jesús siempre nos invita a orar. Acogiendo su amorosa invitación, podemos alcanzar el don de la Gracia que nos renueva y nos hace crecer espiritualmente. Nos desvía de la corrupción, del mal y nos transforma en personas libres. Y es por eso, que, a través de la plegaria, Jesús desciende hasta nuestras debilidades con el abismo de su Misericordia.

La plegaria está compuesta de palabras alternadas con silencios, para que, en ellos, Dios pueda hablar a nuestro corazón. Evitémos que sea sólo el hombre el que hable, sea para agradecer, obtener o pedir perdón: saber escuchar en el vacio mental la palabra de Dios.
La fuerza de la oración es inmensa, puesto que envuelve a toda la humanidad que ora. Su luz se expande hasta iluminar a todas las generaciones y da testimonio de Dios en todos los rincones de la tierra.

Grandeza de la plegaria

La oración no puede pertener al único ámbito de la necesidad o satisfacción de carácter humano, puesto que de ser así perdería su fúlgida grandeza. Puesto que la plegaria es la comunión con las fuerzas Celestes y tiene a la glorificación de Dios, no es de este mundo. En la base de la oración debe imperar el deseo de cumplir la voluntad de Dios. "No se haga mi voluntad, sino la tuya" (Lc 22,42). La plegaria reafirma el clima de unidad con Dios, sostiene al mundo, embellece las almas, alimenta las alegrías espirituales y las delicias de los corazones.

Naturaleza de la plegaria

La oración es invocación a Dios con la esperanza de obtener respuesta. Es una necesidad que reside en la profundidad de nuestra consciencia. Es una invitación de Dios para encontrar la unión y, en esta fusión, descubrir la realidad del alma y la grandeza de Dios. La oración conduce a resultados inauditos, pues superan el más róseo pensamiento. Entra en la realidad de Dios y realiza el encuentro con el Creador: un Dios vivo, un Dios presente, un Dios cercano. Esta comunicación es posible obtenerla con el corazón y la mente: en efecto, sólo se puede comunicar si pensamos y amamos el espíritu..

Eficacia de la oración

Los Evangelio narran hechos prodigiososa acontecidos en Palestina: ciegos, enfermos, paralíticos que se vuelven a Jesús con fe obtienen la curación. Aun hoy oímos sus palabras: "Pedid y obtendréis: para que vuestra alegría sea completa". (Jn 16,24). Es una invitación a la plegaria, a acercarse a Él, llenar el corazón y enviarnos la luz del Espíritu Santo, tan necesaria para la conversión y la salvación. A través de la plegaria, experimentamos la Fuerza de Dios para cambiar nuestra vida en profundidad, combatir los pecados, las lujurias, las pasiones por ser hombres libres. Con la oración, afirma San Buenaventura, se obtiene todo bien: la liberación de cualquier mal. San Bernardo, otro gran santo, añade que Jesús oye siempre las súplicas y puede sustituir una gracia requerida por otra compatible con la justicia; por una gracia que sea más útil.

Necesidad de la plegaria

En nuestro mundo, donde hoy imperan ídolos artificiales y postizos como injusticias, mentiras, dinero u similares, la oración es necesaria para la salvación de las almas: porque es el único instrumento para pedir ayuda al Señor, implorar la luz divina, la fuerza necesaria para someter a las pasiones y no ceder ante las tentaciones. El mismo Jesús nos recomienda: "Orar y orar siempre" (Lc 18,1). La plegaria obtiene el don de la paz en el corazón y lo defiende de la codicia, aclara la mente sobre el mal, permite descubrir los defectos, errores y debilidades. La oración cultiva la templanza, elimina la cólera, traba al orgullo y dirige el alma hacia el horizonte de Dios.

En síntesis

La plegaria es, principalmente, mirada al Padre, y es también dirigida a Jesús, sobre todo a través de la invocación a su Santo Nombre.(Cat. 2680).

La Iglesia nos exhorta a invocar al Espíritu Santo como Maestro Interior de la plegaria cristiana. (Cat. 2681).

En vista de su singular cooperación a la acción del Espíritu Santo la Iglesia ama orar en comunión con la Virgen María, para magnificar con Ella, las grandes cosas que Dios ha hecho en Ella y para confiarles súplicas y alabanzas. (Cat. 2682).

A quién dirigir nuestras plegarias.

Con quién orar

Dios llama a toda persona a la oración. Más allá de la comunión con Él, nos invita a unirnos a los hermanos, porque "En verdad, en verdad os digo: si dos de vosotros en la tierra se ponen de acuerdo para pedir algo, Mi Padre que está en los cielos, lo concederá: porque donde dos o tres estén reundios en mi nombre, yo estaré en medio de ellosquot;. (Mt 18, 19). La oración comunitaria es una garantía para obtener la presencia de Jesús. A tal fin, ha sido creado un grupo de oración denominado "Monasterio Invisible de Caridad y Fraternidad ". De este grupo hablaremos detalladamente en la página siguiente para permitir, a quien quiera participar, en un vasto grupo de oración desde la propia casa. La participación, así como el folleto de oración, son gratuitos.