Escapulario del Carmine


Virgen del Carmen

Monasterio

El escapulario del Carmine

El escapulario fue dado por María Virgen a Simone Stock, monje carmelita, en 1251 por salvación y protección.

Pone en primer lugar la actitud Interior, el amor sencillo, espontáneo y filial que nace de una libre y total consagración a la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo.

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Devoción

Como toda verdadera devoción, procede de la fe auténtica que reconoce la grandeza de la Madre de Dios y nos impulsa al amor filial hacia la Virgen y a la imitación de sus virtudes.

Al expresar y manifestar la iniciativa del amor materno de María y nuestra voluntad de ser "propiedad" de María, nace el ESCAPULARIO (o pequeño hábito) DEL CARMELO. Pio XII lo definió como el "vestido mariano" por antonomasia y lo definió como "signo y garantía de la protección de la Madre de Dios".

El Escapulario es signo de la protección de la Madre de Dios hacia aquellos que la aman: es símbolo de pertenencia y consagración a María que socorre a sus hijos en vida, en el momento de la muerte y después de la muerte.

No sólo es signo de protección de la Santísima Virgen en los peligros del alma y del cuerpo. El Escapulario es, sobre todo, un medio para estimularnos a vivir en gracia de Jesucristo y en la imitación de María, su Madre. Quien porta el Escapulario hace profesión de "pertenecer a nuestra Señora", como se expresaba Pio XII, y de comportarse siempre y dondequiera como su verdadero hijo.

La Fiesta de la Virgen del Carmen se celebra el 16 julio.
Quién recibe el Escapulario es admitido en la Familia del Carmelo, participa en los méritos, en las gracias y en las indulgencias de la Orden y se beneficia del bien y de las oraciones que se hacen en el seno de la Orden.

La ENTREGA del Escapulario, llamado también toma de hábito, puede ser efectuado por cualquier sacerdote. Los primeros escapularios tienen que ser de tela, benditos e impuestos por un sacerdote. Cuando se tiene que sustituir, sólo es necesaria otra bendición. La fórmula que se acostumbra es aquella del Ritual o la simple señal de la Cruz.

El Escapulario puede ser sustituido por una medalla bendita que por un lado tiene la imagen de la Virgen debajo de cualquier título - preferiblemente del Carmelo - y por el otro el Sagrado Corazón de Jesús.

El fiel se compromete a ponerse noche y día el Escapulario de tela o la medalla
  • a cumplir cada día una práctica de piedad mariana (por ejemplo: el Rosario, o 7 Ave María, o al menos un Salve Reina)

  • a rezar por el Escapulario del Carmelo y perseverar en el amor a María con un válido testimonio de vida cristiana.
El Escapulario no es un amuleto para animar la superstición, sino una prenda de predilección de la Virgen: una llamada al ejercicio de la caridad y una profesión de pertenencia y de consagración a la Madre y Reina del Carmelo.

Los privilegios

Los Privilegios del Escapulario son gracias y favores que la Virgen obtiene de Cristo para sus hijos devotos, como premio. Ésta promesa fue hecha por la Virgen a San Simón Stock y al Papa Juan XXII.

La salvación Eterna

La Santísima Virgen dijo "éste es el privilegio que yo te concedo a ti y a todos los carmelitas: cualquiera que muera con este escapulario no padecerá el fuego eterno".
Pio XII, en su discurso conmemorativo, afirmó: "¡Cuántas almas buenas han pedido que, también en circunstancias humanamente desesperadas, se les conceda la suprema conversión y la salvación eterna poniéndose el Escapulario! ¡Cuántos, además, en los peligros del cuerpo y del alma, han sentido, gracias a él, la protección materna de María! La devoción al Escapulario ha hecho verter sobre todo el mundo ríos de gracias espirituales y temporales".

El privilegio sabatino

La Virgen ha prometido preservar a sus devotos, quienes vistan el escapulario, librarles del purgatorio el primer sábado después de la muerte.
Pio XII asegura a los devotos del Escapulario que la Piadosísima Madre no dejará de interceder ante Dios para que sus hijos, que expían sus pecados en el Purgatorio, alcancen cuanto antes la Patria Celestial, como lo indica el "privilegio sabatino transmitido en la tradición".

Oración

Oh Virgen María, Madre y Reina del Carmelo,
Te bendigo y te doy gracias, porque me has manifestado tu amor y me has revestido de tu santo traje en señal de tu protección.
Asísteme en el camino de la vida, consérvame fiel en tu servicio, regálame cualquier gracia que me ayude a vivir mi vocación cristiana en mi estado de vida particular.
Sobre todo, Virgen María, obtenme del Padre celestial el crecer en la caridad divina para alcanzar un día la vida eterna. Amén.
Madre y Reina del Carmelo, ruega por nosotros.

Bendición e imposición del escapulario

El Sacerdote, revestido de sobrepelliz y estola blanca (o al menos estola) dice
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
El Señor esté con vosotros.
Y con tu espíritu.
Oremos
Señor Jesucristo, Salvador del género humano, bendice este Traje que tu hijo ( tu hija ) se dispone a vestir devotamente como prueba de su amor a ti y a tu madre, la Santísima Virgen María del Monte Carmelo. Haz que, por la intercesión de tu Madre, le defienda del poder diabólico y que persevere en tu gracia hasta la muerte. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

El Sacerdote rocía el escapulario con agua bendita y lo impone al fiel diciendo:
Toma éste traje bendito y ruega a la Virgen Santísima para que, por sus méritos, te conceda llevarlo sin mancha, te defienda de toda adversidad y te conduzca a la vida eterna.
Amén

Y sigue:
Por las facultades que me han sido otorgadas, te hago partícipe de todos los bienes espirituales que, por la misericordia de Jesucristo, son cumplidos por los religiosos Carmelitanos: en el nombre del Padre +, del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén.
Te bendice Dios omnipotente + Creador del cielo y de la tierra, que se ha dignado a admitirte en la cofradía de la Santísima Virgen María del Monte Carmelo - Oremos a la Virgen Santa para que en la hora de tu muerte, aplaste la cabeza del Maligno y te haga conseguir la palma del triunfo y la corona de la eterna herencia.
Amén.

Al final el Sacerdote rocía al fiel con el agua bendita y entona un oración mariana(Ave María, la Salve Reina, el Sub tuum præsidium, el Memorare).