La verdadera devoción a María
Devociones interiores
Todas estas oraciones pueden ir acompañadas de peticiones para la intercesión de María ante el Trono de Dios.
La verdadera devoción è: interior, tierna, santa, constante, intensa.
Interior: de la mente y del corazón para la estima en María
Tierna: confiar como un niño en la Mamá
Santa: lleva el alma a evitar el pecado e imitar sus virtudes.
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Di San Luigi M. Grignion da Montfort
Devoción constante: Lo hace a pesar del mundo.
No seas:
- inconstante
- afligido
- aprensivo
- temeroso.
La devoción desinteresada lleva al alma a la búsqueda de Dios por medio de su Santa Madre.
Sigue estas Prácticas Interiores:
- Hónrala como digna Madre de Dios
- Medita en sus virtudes, en sus privilegios y en sus acciones
- Admira su grandeza
- Realiza actos de Amor, de alabanza y de agradecimiento
- Invócala cordialmente
- Ofrécete y únete a Ella
- Que tus acciones sean para agradarla.
- Comienza, continúa y acaba todas las acciones para Ella, en Ella, con Ella, por Ella.
Tienes que convencerte de que, al mirar a María en tus oraciones, contemplaciones, acciones y sufrimientos, aunque no sea conscientemente, de un modo imperceptible hallarás a Cristo Jesús el cual siempre es como Ella grande, poderoso, ejecutor e incomprensible más que cualquier otra criatura del universo. Así María, toda perdida en Dios, no pone obstáculo a las almas perfectas para llegar a la unión con El Creador.
Cuando María te sostiene no caes, cuando te protege no temes, cuando te conduce no te fatigas: todo te será favorable y llegarás al puerto de la salvación.
(S. Bernardo).
Aunque me trazaran un camino nuevo para ir a Jesucristo y este camino fuera enaltecido por todos los méritos de los beatos y adornado por todos sus actos de virtud, esclarecido y embellecido de toda la luz y la belleza de los ángeles y me fueran dados todos los ángeles y los Santos para conducirme, defenderme y sostenerme; en verdad yo digo que preferiría a ese camino perfecto, el camino inmaculado de María: "ha devuelto integro mi camino" (Sal 18, 33) Camino sin mancha, sin inmoralidad, sin sombras ni tinieblas.