S. Francisco de Asís

Vida

Santos Francisco nace en Asís en el 1182, de Pedro y Pica Bernardone. El padre ejercitaba la profesión de vendedor de telas, por lo que viajaba y continuamente iba a Francia.

Durante el bautismo impuso a su hijo el nombre de Juan. Pedro amaba tanto a la Francia y a su regreso de un viaje a este país, quiso cambiar el nombre de su hijo Juan a Francisco.

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Vida de San Francisco

En 1202, Francisco en busca de gloria militar participó como voluntario a la guerra en curso entre Perugia y Asís. La suerte no estuvo de su parte, de hecho el ejército de Asís fue vencido y el caballero Francisco fue hecho prisionero. Lo tuvieron prisionero por un año cuando su padre lo rescato por razones de salud. La enfermedad perduró en Francisco por todo el año de 1204, fue larga y deprimente.

Después de este difícil periodo la salud se restableció y Francisco, en 1205, partió nuevamente para la guerra. Se enroló como voluntario para combatir las tropas pontificias en Puglia. Cuando llego a Spoleto escucho una voz que lo exhorto a regresar a Asís, fue para Francisco el inicio de la conversión. Francisco escuchó la amonestación y regresó a Asís, donde retomó su estilo de vida.

A finales del 1205, mientras Francisco rezaba delante al crucifijo de la Capilla de Dan Damiani, recibe de Jesucristo esta orden: "Ve y repara mi Iglesia". Francisco escuchó la invitación y comenzó a restaurar las Iglesias en ruinas en los alrededores de Asís.

Pedro Bernardone, padre de Francisco, que había puesto sus esperanzas y había financiado la costosa vida mundana, no apreció su conversión. Se dirigió, por lo tanto, al Obispo Guido, ordinario Episcopal en Asís, para que reaccionara con autoridad sobre el joven místico para inducirlo a respetar los deberes como hijo, sean familiares como profesionales, que le esperaban. El prelado escuchó a Francisco y fue impresionado por la sinceridad y seriedad en sus propósitos, por lo que lo acogió en la Iglesia y lo puso bajo su protección. Es así como Francisco renuncia a la herencia paterna y lo hace despojándose públicamente de sus vestidos delante del Obispo, su padre y otros habitantes del pueblo. El Obispo lo cubrió con su capa.

Para Francisco, que ya tenia veinticinco años, comienza el camino sobre las huellas de Jesús. Cuida a los pobres y leprosos, se hospeda desde el inicio en los bosques del Monte Subiasio y después en el valle, cerca de la Capilla de Santa María de los ángeles, dicha la "Porciúncula". Durante la celebración de la Santa Misa, 24 de febrero de 1208, Francisco siente la necesidad de salir del mundo, lo guía el texto de San Mateo: "Privarse de todo para hacer el bien por doquier". Regresa a Asís e inicia la predicación recogiendo en torno a si, una docena de fervientes seguidores, en mayor parte, viejos compañeros de juegos y fiestas. Estos se vuelven los primeros miembros de una fraternidad libre de laicos con voto de pobreza, a la vida común y a la caridad. Esta Orden, en 1210 fue reconocida y legalizada por el Papa Inocencio III, probablemente gracias a la mediación de Juan Colonna, cardinal de San Pablo, a quien Francisco le fue recomendado por el Obispo de Asís.

Francisco acoge Clara de Offreducio en su comunidad, era domingo de Palmas del 08 de marzo de 1212. Clara, habiendo nacido en 1194, tenía doce años menos de Francisco. Hoy es honorada como Santa Clara, fundadora de las Clarisas.

La comunidad de San Francisco entre el 1209 y el 1220 creció rápidamente. Los frailes predicaban el mensaje de perdón y paz, no solo en Italia sino también en los Alpes y hasta en Siria. El mismo Francisco visito Dalmazia, España, Francia y Tierra Santa, intentó alcanzar Marruecos para predicar el Evangelio a los musulmanes.

Durante el bienio 1215-16 es cierta la presencia de Francisco a Perugia al acto de muerte del Papa Inocencio III. El sucesor, Honorio III, fue muy importante para la consolidación de la fraternidad y su transformación en verdadero y propia orden mendicante, primera expresión de la cual fue el celebre capítulo general en Asís en Pentecostés del año 1217.

Celebrado el segundo capítulo general de la Orden, en mayo de 1219, Francisco se embarca a Ancora el 21 de junio con una docena de compañeros, entre los cuales Pedro Cattani e Iluminado de Rieri, viaja primero a Acri para encontrarse con los hermanos establecidos allá, después hacia Egipto se dirige al campamento cruzado donde desea predicar a cuantos habían respondido en armas al llamado de la Iglesia. Desea encontrar los musulmanes para dar testimonio de su fe en Cristo. Es probable que haya encontrado verdaderamente al Sultán al-Malik al-Kamil. El encuentro abrió la grande estación de la vocación misionera franciscana, si bien la Orden diera prueba mas tarde de entenderla en sentido sobre todo apologético y extraño a las primitivas intenciones del Pobre de Asís.

En los primeros meses del 1202, Francisco regresa del Oriente y descubre que en su ausencia fueron tomadas decisiones que impusieron a su comunidad una organización más rígida, una disciplina mas estrecha para alinear esta fresca comunidad con otras Órdenes ya sólidamente constituidas. Debe enfrentar también las dificultades derivadas del éxito de su fraternidad en la cual estaban entrando seguidores de varias clases sociales y culturales. Las solicitudes miraban a endulzar y volver menos severa la regla, sobre todo por el concepto de pobreza absoluta que incluía el rechazo de cualquier propiedad y la prohibición de ejercer cualquier forma de poder. Francisco comprende que su comunidad se transformó en una organización y que no se encuentra en grado de gobernarla. Con sabiduría y tristeza pide a Papa Honorio III de asignar al Cardinal Ugolino (Futuro Gregorio IX) de cuidar los intereses de la Orden. Francisco renuncia a su posición de jefe jurídico de su Orden permaneciendo como Jefe espiritual hasta la muerte.

Así se procedió a la necesaria definición de la Regla de aquello que era la Orden del Mendicante de Hermanos Menores. Importante para esto fue el así llamado "Capítulo de las Esterillas" de la Pentecostés del 1221. En la presencia de más de cinco mil frailes, provenientes de todas partes de la cristiandad, Francisco rebatió con energía lo específico de su propuesta cristiana, diversa de aquella de cualquier Orden, y no en competencia con alguno de ellos.

La Regla, de laboriosa gestación, comprende un primer texto del 1221 (regla no sellada, es decir no legalizada por un documento pontificio) y en un segundo del 1223 que, respecto al primero no modificaba el rigor. Se fueron precisando el rol sea de la Segunda Orden Franciscana, aquel de las Pobres Damas (las clarisas), sea de la Tercera Orden, dedicado a los laicos.
El pasaje de la primera a la segunda Regla no fue para nada fácil. Los vértices de la Iglesia estimaban la Regla del 1221 - que de hecho no recibió legalización jerárquica formal - demasiado dura y confusa, inadecuada a la vida de la Orden, que se había desarrollado más allá de cualquier previsión. Ugolino y Elia hicieron sus propuestas y ejercitaron presión sobre el fundador: las circunstancias en las cuales todo sucedió no son para nada claras.
Francisco se retiró en meditación eremita en los parajes de Fonte Colombo cerca de Rieti, al final emitió una nueva redacción del documento, que comprendían solo doce capítulos en lugar de veintitrés. Esta Regla fue aprobada por Honorio III con el sello Solet annuere emitida el 29 de noviembre y conocida como Regla Sellada.

Francisco pasó la Navidad del 1223 en Greggio, en el Valle de Rieti. Donde construyo un pesebre para celebrar la fiesta con una especie de representación sagrada que dio origen a la tradición del nacimiento en la cual, sin duda, este revivía con conmoción el dolor por no haber podido visitar cuatro años antes, los lugares santos. De millas y millas alrededor vino gente a Greggio que: "estaba preparado como si fuera un nuevo Belén".

Las semanas de la mitad de Agosto hasta el final de Septiembre 1224, Francisco pasó a La Verna, una roca apeninica, entre Toscana y Romagna, que le había sido donada, una decena de años atrás, por un feudal del lugar, por el tiempo de una cuaresma dedicada al Arcángel Miguel: y ahí, en el día de la Exhaltación de la Santa Cruz, el 14 de septiembre, había recibido los estigmas, es decir los signos de la crucifixión de Cristo que fueron impresos en sus manos, en sus pies y en su costado.

En la primavera de 1223, durante una visita a Santa Clara, a San Damiano, Francisco cae gravemente enfermo. La causa fue una enfermedad de los ojos que lo había afligido por tanto tiempo. Ahora estaba casi ciego. Ello lo obliga a permanecer en San Damiano por casi dos meses. Después de una experiencia mística en la cual le fue revelado que habría obtenido la vida eterna, compuso el Canto a las Criaturas. Dejo San Damiano en los primeros días de Julio y en Fonte Colombo le fue prescrito el cauterizarse las sienes y El soporto esta dolorosa cura.

En Abril de 1226, Francisco fue conducido a Siena para otra cura de sus ojos pero sin resultado. Ya vomitaba sangre y era evidente que no viviría por mas tiempo porque las fuerzas no lo sostenían mas. Francisco al final se transfiere a Cortona, en el confortable convento de la Celdas, donde, según la tradición, redactó el documento fundamental y definitivo de su experiencia, el Testamento, en el cual recomendaba con energía que la regla del 1223 fuera seguida constantemente y la carta, sin ninguna forma de comentario que en cualquier modo la cambiara.

Por su propia voluntad fue llevado a Asís, donde llego a Giugno, en el mes de Septiembre dándose cuenta que la muerte se acercaba, el insistió para ser llevado a Porciúncula. Pocos días antes de morir Francisco se hizo extender desnudo sobre la tierra. Exhorto a la muerte a rendir homenaje y la invito a estar con el. Después al oscurecer de la tarde del sábado 03 de Octubre de 1226, Francisco se durmió en el Señor. Uno de los Frailes presentes vio su alma como una estrella, de la dimensión de la luna y con el esplendor del sol, ascender directamente al cielo. Las alondras se reunieron en el lugar donde el yacía muriendo y volaron y le cantaron a su alrededor. Aquella misma noche todas las campanas de Asís sonaron en toda su extensión y el acontecimiento paso de boca en boca con la rapidez de un rayo.

En la Iglesia de San Giorgio fueron celebrados los funerales y los restos fueron depositados en una urna maciza de piedra, cerrada en la superficie por una estrecha reja, a su vez, fue asegurada a urna por tenaces cubiertas de hierro. Al final el sagrado deposito fue calado bajo el altar de la Iglesia.
Sobre aquella tumba, mientras tanto florecian tantos milagros. Ciegos, cojos, mudos, sordos, paralíticos, afectos de cualquier enfermedad adquirían improvisadamente la salud el cuerpo y las almas encontraban la luz de la fe y la fuerza para una renovación interior.

Canonizado casi inmediatamente, el 16 de julio de 1228, Gregorio IX, viniendo de Perugia en Asís, inscribe solemnemente el nombre de Francisco en el registro de Santos, mientras que en su honor, pontificaba sobre la plaza de San Giorgio. Todavía hoy a San Francisco como Alter Christus, un segundo Cristo.