San Buenaventura


La caridad

Monasterio Para San Buenaventura la caridad es la virtud que nos hace amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos.
  • La caridad es el fin último de toda vida cristiana, porque nos une con Dios.

  • La caridad se manifiesta en obras de misericordia.

  • La caridad es el camino para conocer a Dios.

  • La caridad es el regalo más grande que Dios nos hace para hacernos partícipes de su felicidad.
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El fruto de la caridad

El fruto de la caridad, o del alma, es verdaderamente grande, pero oculto.

  • • Según San Agustín: La caridad misma puede soportar las adversidades, moderar la prosperidad, es poderosa en las pasiones fuertes, alegre en las buenas obras, muy segura en las tentaciones, muy generosa en la hospitalidad, muy feliz entre los hermanos auténticos, muy paciente entre los falsos, tranquila entre los Hermanos, ultrajes, benéfica entre los asaltos del odio, plácida en las calles, inocente entre las trampas, sufre en la iniquidad, respira serenamente en la verdad. ¡Ay, feliz amor! De él fluye la probidad de las costumbres, la pureza de los afectos, el refinamiento del intelecto, la santidad de los deseos, la claridad de las obras, la fecundidad de las virtudes, la dignidad de los méritos, la sublimidad de los premios y honores. ¡Oh dulzura de amor y amor de dulzura! Deja que mi corazón se alimente de ti; ¡Que las entrañas de mi alma se sacien con tu néctar!

  • • Según San Jerónimo: No se puede alcanzar la bienaventuranza sin la virtud de la caridad, aunque se pueda tener una fe recta: la caridad es tan preciosa que nos convence de que sin ella ni siquiera la profecía y el martirio son nada. Ningún premio puede compensar la caridad. De hecho, la caridad tiene la primacía de todas las virtudes. ¡Oh qué miserable el alma de quien con su amor abraza las cosas temporales, que se adquieren con esfuerzo, se posesionan en el miedo y se pierden en el dolor!.

    ¡Pero bienaventurado el que te ama, Señor, y el enemigo para ti y el amigo que hay en ti! El único que nunca pierde a un ser querido es aquel que aprecia a todos los que hay en ti. Nadie os pierde sino el que se va, y desde que os deja, ¿adónde huye sino de vuestra benevolencia hacia vuestra ira? El que ama otras cosas contigo sin amarlas por ti, te ama menos. ¡Oh amor que siempre arde y nunca se apaga! ¡Oh caridad, Dios mío, inflamame y guárdame de la concupiscencia de la carne, de la concupiscencia de los ojos, de la soberbia de la vida!

  • San Gregorio en sus tratados morales: ¡Cuán feliz y bienaventurado aquel que tiene su amor fijado sólo en la eternidad! La prosperidad no lo exalta, ni la desgracia lo derriba. Al no tener nada en el mundo que nuble su afecto, no hay nada en el mundo que pueda temer. San Pablo: La caridad es paciente, es benigna, no envidiosa, no se hincha de orgullo, no se jacta, no es ambiciosa, no busca el propio interés, no se enoja, no toma en cuenta cuenta el mal recibido, no disfruta de la injusticia, sino que se deleita en la verdad
    (1 Cor 13,4-6).

San Gregorio comenta así: La caridad es paciente; soporta los males infligidos con corazón sereno; es benigna, porque responde generosamente al mal proporcionando el bien, no se jacta, porque no deseando nada de esta manera, es incapaz de envidiar los éxitos terrenales:
  • No se envanece, porque aspirando ansiosamente a la recompensa eterna, no puede exaltarse con bienes externos.

  • No se envuelve en vanidad, porque al expandir su amor sólo en Dios y en el prójimo, ignora lo que está reñido con la rectitud objetiva.

  • No es ambicioso porque aborda ardientemente las realidades internas.

  • No anhela los externos de ninguna manera.

  • No busca su propio interés, porque desprecia como extraño todas las cosas que posee de manera transitoria, y no considera nada suyo sino lo que permanece en sí permanentemente.

  • No está enojado, porque aunque sea golpeado por los insultos, no tiene sentimiento de venganza, mientras espera una recompensa mayor por las grandes tribulaciones sufridas.

  • No tiene en cuenta el mal recibido, porque fortalece el espíritu con amor sincero y puro y erradica radicalmente todo odio.

  • Nada contaminante puede quedar en su alma.

  • No goza de la injusticia, porque ardiendo en el único y verdadero amor hacia todos, le es también imposible alegrarse de la ruina de sus enemigos; se complace con la verdad, porque amando a los demás, se regocija en lo que es bueno en ellos y ve como un aumento de su propio beneficio.