San Buenaventura


La muerte

Monasterio Para San Buenaventura:
  • La muerte no es sólo un fin natural de la vida terrenal, sino también un paso a la vida eterna.

  • La muerte es el momento en que el alma se separa del cuerpo y se presenta ante Dios para el juicio final.
San Buenaventura invita a los fieles a prepararse para la muerte con penitencia, oración, caridad y devoción a la Virgen María.

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La muerte es inevitable

Pensad muchas veces, meditad diligentemente que la muerte no se puede evitar, y que el tiempo de la muerte no se puede descubrir, que el tiempo preestablecido por Dios no se puede cambiar. San Isidoro: ¿Qué hay en las realidades humanas que sea más cierto que la muerte y más incierto que el tiempo de la muerte?

Éste no tiene compasión de la pobreza, no teme al poder, no respeta la excelencia del linaje ni de la vida, no perdona a la juventud, no presta atención a la edad, para los viejos está a las puertas, para los jóvenes está al acecho.
  • El alma. - Siento que nuestro vivir no es más que un paso hacia la muerte. ¿Por qué amar las cosas temporales si se poseen cosas para un tiempo tan incierto? "¿Por qué desear una larga existencia, en la que cuanto más vivimos, más pecamos, y si la vida se prolonga, más numerosos son los pecados? Cada día aumentan los males y nos quitan los bienes".

    "¿Quién podrá ver cuánto daño hacemos en el transcurso del tiempo y cuánto bien descuidamos? ¡Es una falta grave para nosotros no hacer o considerar buenas obras y dejar que nuestra mente divague entre cosas inútiles y vanas!

  • El hombre. - San Gregorio en sus tratados morales: "Las mentes carnales, o alma, aman las realidades temporales, porque no piensan en lo fugaz que es la vida física. Si en cambio consideraran lo rápido que es su paso, no amarían en absoluto esta efímera prosperidad" . El mismo autor dice: "Mi vida es parecida a la del marinero: duerma o despierte, siempre voy rápidamente hacia la muerte".

    "¡Oh vida presente, a cuántos has engañado! Mientras huyes, nada eres; mientras apareces, eres sombra; mientras eres exaltado, eres humo; para los necios eres dulce, para los sabios amarga; los que "Te amo, no te conocen; aquellos que huyen de ti, realmente te entienden. A algunos miras mucho, para engañarlos; a otros, corto, para llevarlos a la desesperación".

    El autor de Espíritu y alma escribe: "Ejercitemos nuestro espíritu con la meditación y consideremos nuestras miserias. Entramos en esta vida con dolor, la vivimos con dificultad, saldremos de ella con miedo".

    San Bernardo: "Los que pasamos por esta región de sombra de muerte, en la flaqueza del cuerpo, en el conflicto y lugar de la tentación, observando atentamente nos sentimos tristemente atormentados por un triple malestar, fácilmente nos dejamos seducir, débil para resistir las pruebas y débil para operar".

  • El alma. - Veo que en vano vivimos en este tiempo si no tenemos cuidado de obtener el mérito que nos permita vivir en la eternidad. Aunque a alguien se le concede el perdón para que pueda vivir bien, lo cierto es que a nadie se le da la misma cantidad para que pueda vivir mucho tiempo. San Bernardo: "¡Oh vida segura, en la que la conciencia es cándida, en la que se espera sin miedo la muerte, se desea su presencia y se acoge con devoción!".

  • El hombre. - Oh alma, si entiendes que las cosas son así, escucha mi consejo y "en esta vida, mientras dure, prepárate para esa vida que siempre dura. Mientras vivas en la carne, muere al mundo, para comenzar" después de la muerte material a vivir en Dios".

    Piensa que "nadie acoge la muerte con serenidad y alegría, excepto quien se ha preparado a ella con buenas obras en la vida".

    Consideremos el dicho de Séneca, según el cual el necio, es decir, el pecador y el criminal, comienza la muerte muriendo, pero el sabio y virtuoso vence la muerte muriendo.

  • El alma. - Oh hombre, comprendo que la muerte de los justos es bienaventurada, la de los pecadores es infeliz y miserable.

  • El hombre. - Oh alma, bien dice San Bernardo: "La muerte de los justos es buena para la paz, mejor para la novedad, excelente para la seguridad. Al contrario, la muerte de los pecadores es muy mala, y precisamente: triste por el abandono del mundo", peor por la separación de la carne, peor por la doble corrosión, del gusano y del fuego; y lo que es la mayor desgracia, por la privación de la visión divina.
    (tomado del Soliloquio del alma)