María maestra espiritual


María vía y modelo

Monasterio

La Virgen María es un modelo de vida cristiana que todo discípulo debería adoptar. También debemos asumirla como Madre con la firme convicción de que cuando nos dirigimos a ella podemos pedir su poderosa intercesión para obtener cualquier gracia, sobre todo de ayudarnos a encontrar a Jesús para convertirnos en sus discípulos.

María que se adhirió con fe y con todo su ser al Espíritu Santo para convertirse en Madre Inmaculada se encuentra Madre para el pueblo de Dios en camino. en camino. Quien desea convertirse en verdadero discípulo de Jesús debe adoptar el modelo de vida cristiana de María.

Únete a nosotros

Modelo de vida espiritual

En el camino de fe María es importante, pero muchos no lo reconocen y obstaculizan a quien lo ha comprendido diciendo: ¿Por qué debemos dirigirnos a la Virgen cuando podemos apelar directamente a Jesús que es Dios?.

En el tratado de la verdadera devoción presenta una verdadera estupenda espiritualidad mariana, confiada a la acción materna de María en la dimensión trinitaria del Padre, de Cristo y del Espíritu.

María os aparece como Madre y modelo de la vida espiritual de los cristianos. Un modelo que sugiere el camino de la pedagogía y la enseñanza íntima, magisterial de María, casi de una iniciación a los misterios internos maternales, pero hecha viva por una maternidad espiritual que acompaña la ejemplaridad y la enseñanza interior con una acción que de alguna manera plasma maternalmente la vida espiritual de los creyentes.
S. Luis María Grignion de Montfort (1673-1716)

El título de Maestra hace a María semejante a su Hijo, el primer y único Maestro, del que María es la Madre, maestra y discípula juntas; pero también un título que se da al Espíritu Santo, maestro interior insustituible de la Iglesia, pero que lo participa de María, que actúa siempre como transparencia del Espíritu Santo.

El título de Maestra hace a María semejante a su Hijo, el primer y único Maestro, del que María es la Madre, maestra y discípula juntas; pero también un título que se da al Espíritu Santo, maestro interior insustituible de la Iglesia, pero que lo participa de María, que actúa siempre como transparencia del Espíritu Santo. Esto quiere decir que la dimensión pedagógica de María, su ser Madre Maestra, no excluye sino que incluye la referencia al único Maestro, y al Maestro interior de la Iglesia que es el Espíritu Santo y a la misma Iglesia, Madre y Maestra, porque no se puede separar a María de la Iglesia ni a la Iglesia de María.
(MARÍA MADRE Y MAESTRA DE VIDA ESPIRITUAL
Jesús Castellano Cervera, o.c.d.)

María maestra espiritual

La calificación de espiritual, Maestra espiritual o de vida espiritual, indica su cuidado interior y maternal para llevar a la plenitud de la vida nueva que es vida en Cristo y según el Espíritu en la filiación divina, como la suya. La expresión Madre y Maestra espiritual es punto de referencia objetivo y preciso también en uno de los formularios de la «Collectio Missarum» de la Virgen María. Y precisamente el número 32. La larga introducción del formulario nos revela también algunos pequeños secretos del título y del formulario y quizás también el porqué de la asignación de este tema a mí en este Congreso, desde el punto de vista de la espiritualidad.

El título de Maestra hace a María semejante a su Hijo, el primer y único Maestro, del que María es la Madre, maestra y discípula juntas; pero también un título que se da al Espíritu Santo, maestro interior insustituible de la Iglesia, pero que lo participa de María, que actúa siempre como transparencia del Espíritu Santo. Esto quiere decir que la dimensión pedagógica de María, su ser Madre Maestra, no excluye sino que incluye la referencia al único Maestro, y al Maestro interior de la Iglesia que es el Espíritu Santo y a la misma Iglesia, Madre y Maestra, porque no se puede separar a María de la Iglesia ni a la Iglesia de María.

La calificación de espiritual, Maestra espiritual o de vida espiritual, indica su cuidado interior y maternal para llevar a la plenitud de la vida nueva que es vida en Cristo y según el Espíritu en la filiación divina, como la suya. La expresión Madre y Maestra espiritual es punto de referencia objetivo y preciso también en uno de los formularios de la «Collectio Missarum» de la Virgen María. Y precisamente el número 32. La larga introducción del formulario nos revela también algunos pequeños secretos del título y del formulario y quizás también el porqué de la asignación de este tema a mí en este Congreso, desde el punto de vista de la espiritualidad
(María Madre y Maestra de vida espiritual - Jesús Castellano Cervera, o.c.d.)

«María es modelo de aquel culto que consiste en hacer de la propia vida una ofrenda a Dios: doctrina antigua, perenne, que cada uno puede volver a escuchar, poniendo mente a la enseñanza de la Iglesia, pero también escuchando la voz misma de la Virgen, cuando ella, anticipando en sí la estupenda Pregunta de la oración del Señor - "Hágase tu voluntad" (Mt 6,10) - respondió al mensajero de Dios: "He aquí la sierva del Señor; hágase de mí según tu palabra" ( Lc 1,38). Y el "sí" de María es para todos los cristianos lección y ejemplo para hacer de la obediencia a la voluntad del Padre el camino y el medio de su santificación»
(Pablo VI)

Jesús nos revela, usando el término "Figlio", que nos deja como madre a su Madre terrena, una poderosa aliada que siempre intercede por nosotros en su Sacratísimo Corazón. Y Él no sabe resistir nuestras tristes súplicas, cuando a éstas se añaden las dulces peticiones de su amada Mamá.
Sin embargo, hay quien no logra imaginar la razón por la que Jesús nos ofreció a nosotros como madre a su Madre; pues bien, de este modo él quiso con su inmenso amor donarnos todos los medios posibles de salvación.
Cada uno conoce las delicadezas, los sacrificios, el more que una madre sabe ofrecer a lo largo de su vida y como en el nombre suave de "mamá" se encierran los más dulces sentimientos y las expectativas más grandes de nuestro corazón.
A ella recurrimos en los momentos más turbulentos y en las situaciones más difíciles para escuchar y socorrer; un puerto seguro donde obtener refugio en el mar en tempestad y una guía firme en la ruta de la vida.

Una madre acepta cualquier sacrificio para allanar el camino que conduce a la felicidad y agrave; el amado hijo; ahora bien, si estas consideraciones tienen valor para una madre terrena, lo serán con mayor razón para la Madre Celestial en la que se resumen de modo sublime todas las virtudes.
Su amor es tan puro e inmenso que ninguna criatura humana podrá jamás igualarlo; por tanto, si es natural confiarnos a la madre terrena, ¿por qué no nos abandonamos confiados al corazón inmaculado de María?

Ella anhela estar a nuestro lado para animarnos cuando estamos afligidos, quebrantados, olvidados, para guiar nuestra existencia hacia el amado Hijo que será fuente de nuestro gozo, la suya es una prueba tangible de cómo y a qué cumbres el humano puede llegar.

Preservada por la gracia, pero con una naturaleza humana idéntica a la nuestra, tuvo en la extrema humildad el punto más luminoso. Elegida para ser la madre de Dios Ella respondió al Ángel: He aquí, soy la sierva del Dios, hágase de mí lo que has dicho.
(Lc. 1, 38).

A Isabel le dijo: "Mi alma magnifica al Señor y mi espíritu exulta en Dios, mi salvador, porque ha mirado la humildad de su sierva..."
(Lc. 1,46-55).

Por su extrema humildad y agrave; usted ha sido elegida para llevar a cumplimiento el designio divino que comprende la redención del hombre. Se inclina a la voluntad de Dios diciendo: He aquí... hágame lo que has dicho.
De su obrar se desprende un luminoso y sumo grado de humildad, que contrasta a menudo con nuestra arrolladora soberbia. Nos enseña que la humildad es la virtud necesaria para adentrarse en el camino de la fe. Además, siendo una criatura idéntica a nosotros, excepto en el pecado, conoce bien la naturaleza, las debilidades, los deseos y las miserias humanas; perciò ¿quién más que ella puede desvelarnos enteramente a Jesús?

Muchas veces tomamos del Evangelio la enseñanza del Maestro pero, por efecto de lo humano que se cierne sobre el espíritu, con frecuencia caemos en el desaliento y abandonamos el camino. He aquí entonces venir la Estrella de la mañana que nos toma de la mano y nos hace entender el amor a Jesús. Por eso debemos aprender a amarla para confiar en ella como una tierna madre. Y Ella suplica y agrave; su Hijo, afín y gracia; nos conceda en abundancia gracia y fortaleza.
Solo un Dios extraordinariamente bueno podía pensar en darnos este camino que, por medio de María, hace llegar gozosos a Jesús.