Fe de María


María y fe

Monasterio

De magistro ("El maestro") es una obra compuesta por Agustín de Hipona entre 388 y 391. Se trata del último de sus diálogos, elaborado a su regreso a África.
En los antiguos tratados y en varias ocasiones se exalta la fe y la humildad de María.

Al saludo de María que vino a visitarla, Isabel exclama:"¡Bienaventurada la que ha creído!" María responde:
"Dios ha mirado la humildad de su sierva...todas las generaciones me llamarán bienaventurada".
(Lc 1,45.48).

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El maestro interior

María recibe el regalo de la divina maternidad porque tuvo fe

Al darse cuenta el ángel de que María quería entender y no desconfiaba, le reveló su misión. He aquí el sentido de sus palabras: tú, que crees en el Dios verdadero, conserva la virginidad. Ya que tu fe es íntegra, también tu integridad quedará inviolada... Porque tienes fe, concibes: por creer serás madre, no por unión carnal.

En su concepción te halla virgen; nacido, te dejará virgen. El concederte tu fecundidad, no te priva de la integridad. Cuando preguntas ¿Cómo puede ser ...? el ángel te responde: "Alégrate, llena eres de gracia...".

Celebramos el nacimiento de Juan y el de Cristo... Juan nace de una viejecita estéril, Cristo nace de una joven virgen. La esterilidad engendró a Juan, la integridad a Cristo. En el nacimiento de Juan, la edad no era adecuada para engendrar hijos, en el nacimiento de Cristo no hubo unión conyugal, fue concebido al anuncio del ángel. No se cree que Juan nacerá y el padre se queda mudo. De Cristo se cree, y es concebido por la fe que alcanza la mente de la Virgen y se realiza la fecundación en seno de la madre.

El anuncio del ángel a Zacarías fue hecho casi con las mismas palabras con que se le anunció la maternidad a María. Aquel fue amonestado, ella fue iluminada. A él se le dice: Porque no has creído ...; a ella se le dice: Recibe lo que has aceptado. Son casi las mismas palabras... pero su sentido no permanece oculto a quien las escuchaba y para quien veía con la mente. En las palabras de ambos no era evidente su intención, pero lo que está oculto al entendimiento del hombre fue evidente para el ángel.

María, Madre de la Iglesia

Maria è stata l'unica donna ad essere insieme madre e vergine, tanto nello spirito come María es la única mujer que ha podido ser al mismo tiempo virgen y madre, en espíritu y cuerpo. Espiritualmente no fue madre de Dios, nuestro salvador, que ha existido siempre. Pero al ser su madre biológica ella es también parte de su esencia, al igual que una mujer casada recibe el nombre de su esposo. Por eso es sin duda alguna Madre de la Iglesia, pues ha cooperado mediante su amor a engendrar a esta Iglesia a cuya cabeza está Cristo y cuyos miembros somos nosotros, la comunidad de fieles.

Era necesario que nuestro Dios, con un insigne milagro, tomara el cuerpo de una virgen para darnos a entender que, en el orden sobrenatural, sus miembros tendrían las gracias de una virgen, es decir, de la Iglesia. María es la única Virgen y Madre en espíritu y cuerpo: Madre de Cristo, Virgen de Cristo. La Iglesia de los santos, reservada al dominio del Reino de los cielos, es Madre de Cristo y Virgen de Cristo, en el orden espiritual.

Elevaciones

¡Oh Esposa de Cristo, hermosa entre las mujeres apoyada en tu Esposo por ser de su luz, sales inmaculada, iluminada y purificada, y con su ayuda quedas a salvo del pecado! Con todo mérito se te alaba en el Cantar de los Cantares: "Tus delicias están en el amor". Este amor no permite que se pierda tu alma con aquella de los impíos; Él pone en alto nivel tu causa, Él es tenaz como la muerte y forma tus delicias. ¡Que género de muerte envidiable: no es penosa sino deliciosa!

Celebramos con gozo, oh María, el día en que has dado a luz al Salvador; Tú, Novia del creador de las bodas; tú, Virgen, la única de las vírgenes. Con la caridad ferviente de tu fe has merecido que brotara de ti aquel Santo Germen, el creador te ha elegido por ser su más graciosa criatura, bienaventurada por haberlo concebido, pero todavía más bienaventurada por haberlo aceptado con tu fe. Con tu fe has concebido al Sembrador de la fe. Has merecido dar a luz al Hijo de Dios; tú, la más humilde. Madre fiel y santa, has hecho la voluntad del Padre y lo has hecho por entero; feliz, porque todavía antes de dar a la luz a Cristo has acogido al Maestro, has escuchado la palabra de Dios y la has puesto en práctica. Has acogido la verdad en la mente más que en tu vientre. Por ésto eres santa, por eso eres bienaventurada.