Lectio divina
El alma desea gozar
Uno se acercó a Jesús y le dijo: Maestro, ¿qué debo hacer de bueno para alcanzar la vida eterna?. Él respondió... Si quieres entrar en la vida, observa los mandamientos".
(Mt 19, 14-17).
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Cuáles son estos mandamientos
El Señor dijo a Moisés: Sube a la montaña y estáte allí. Yo te daré unas tablas de piedra con la ley y los mandamientos que he escrito para instruiros. (Éx.24,12) ...luego que hubo terminado el Señor de hablar con Moisés en el monte Sinaí, le dio las dos tablas de la ley, tablas de piedra, escritas por el dedo de Dios. (Éx.31,18).
Los mandamientos son diez y en ellos están incluidas las reglas que defienden al hombre de la infelicidad. Naturalmente, siendo prescrpciones, la no observancia de las mismas conlleva sanciones en función de la gravedad, que pueden acabar en la condena eterna.
Tendremos presentes las insidias que Satanás prepara a los que desean caminar hacia la luz y salvarse de sus garras. "Entonces el dragón se enfureció contra la mujer y se fue a hacer la guerra contra el resto de su descendencia: contra los que observan los mandamientos de Dios y están en posesión del testimonio de Jesús". (Ap. 12,17).
Observando los mandamientos es posible, como hemos visto, entrar en la vida eterna. No sólo porque "Quien acoge mis mandamientos y los observa, ése me ama. Quien me ama será amado por mi Padre y yo lo amaré y me manifestaré a él". (Jn 14,21).
En todo amor está incluida la exigencia de natural sumisión a la persona amada. Amar a alguien quiere decir complacerlo, responder a sus mínimos deseos, es más: ingeniárselas para adivinarlos, para anticiparse y satisfacerlos. El amor encadena...une a la persona amada.
Jesús nos enseña que amarlo significa observar sus mandamientos. La palabra divina elimina a priori errores contradictorios. En efecto, amar a Jesús requiere sensibilidad. Jesús nos enseña también que ella reside en el acto del espíritu y de la voluntad que se manifiesta con la observancia práctica de los mandamientos. Otras veces, sin embargo, pretenden que el amor a Jesús consista únicamente en la sumisión a su doctrina. Quizás no están lejos los que afirman que, como la antigua religión se resumía en la observancia de la Ley, así la nueva consiste sólo en la observancia de lo mandamientos del Evangelio. jesús, sin embargo, ha precisado ya en las relaciones de observancia de los mandamientos y en la de la caridad. ha puesto amor en el origen, en el centro y al final de este orden.
En el origen, porque quiere que sea el amor el que inspire la obediencia. En el centro, porque para todos los mandamientos impuestosdebe existir la ley de la caridad. En el final, porque es mediante el triunfo del amor que quiere ser obedecido.
La obediencia no seca el amor. Es más: es la prueba más noble y efectiva que lo expresa, lo manifiesta, lo prueba y lo garantiza. El amor la domina porque dispone de otros medios para expresarse. Se distingue de ella porque se dirige a un individuo, mientras que la obediencia lo hace al mandamiento. Puede existir obediencia sin amor, pero no existe amor sincero sin sumisión, especialmente cuando el amado es jesucristo.
Más allá de la obediencia a los mandamientos, el amor requiere sumisión total a la Persona de Jesús, como Dios o como Hijo de Dios.
"Por medio de Él fueron hechas todas las cosas y sin Él nada de lo hecho existiría". Dependencia total del ser finito que, en todo momento recibe de Dios, mediante la creación contínua, no sólo la existencia, sino la sustancia misma del ser creado, la actividad es todo lo que en él es ser. Se puede negar, ignorar, olvidar o rebelarse, contra tal dependencia, sin embargo, existe.
Cuando la inteligencia humana vislumbre hasta qué punto ella amntiene al hombre en dependencia absoluta del ser necesario, por "El que es", como Dios mismo se ha definido en el Antiguo testamento, cuando iluminada por la fe, el alma comprende en el fulgor de la luz que recibe, cómo una confidencia hecha a ella personalmente por Jesús, que este Dios, creador y Padre, se revela como Amor infinito que, "Dios es Amor" y que toda su obra creadora es obra de caridad, entonces la convicción de su dependencia debe necesariamente brotar en amor ilimitado de reconocimineto. Esto lo empuja a proclamar esta dependencia, a traducirla eficazmente en sumisión espontánea, libre y feliz.
El alma extiende su dependencia de amor también a la Humanidad Santa de Jesús, hoy gloriosa, triunfante y rica en todas sus grandezas y de todos los poderes que convienen al Jefe para gobernar el Cuerpo Místico, vivificarlo, conducirlo a la plena constitución del Cristo Total.
Pero no basta, necesita continuar más allá. Qué cambio en la visión de las cosas para el que ha comprendido la vocación de miembro. Sabe que ha sido creado Por Jesús para pertenecerLe mediante todas las fibras de su ser de gracia, para llegar a formar parte de Él, en la unidad de su Cuerpo. Sin Jesús no puede hacer nada... fuera de Jesús no puede vivir la vida verdadera: es algo sólo en y por Jesús. Entonces Jesús ya no puede ser para la criatura sólo el Jefe absoluto que está por encima de ella, y, a distancia, domina y dirige todas las cosas. Se convierte en el Señor bueno, el Maestro interior que, mediante influencia constante de su vida, el ser sobrenatural del miembro y con el impulso de su Espíritu, lo empuja a cumplir,en el Cuerpo Místico, su misión específica al servicio del Cristo Total.
Amar a jesús no quiere decir decir sólo aceptar la dependencia: al contrario, significa querer con alegría la dependencia total y permanente de Él, para la expresión del Cristo Total.
Es un gran engaño y somos dignos de lástima cuando queremos mantener la independencia en las relaciones con Jesús, para salvar la propia libertad: para que sofoquemos el amor. La caridad no sufre la dependencia, pero la exige. Amar significa renunciar a disponer de nosotros mismos, encontrar la felicidad: en dejarse conducir dócilmente por Él.