Lectio divina


Lectio divina

Lectio

Santificación

"Yo no conozco nada mejor para alejarnos del mundo de lo que lo eleva, ni nada que a tantos nos eleve como el estudio, la contemplación y la ciencia de Jesús". Y más: "Sé Jesús: Jesús en la oración, Jesús en la conversación, Jesús en la prueba, Jesús por Dios, jesús por el prójimo, Jesús sólo, únicamente y siempre".

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Jesús es nuestra salvación

Debemos pensar en Jesús como una vida, actualmente vivo en el mundo y que nos ha elegido en el mundo de entre miles.

Tiene su punto de vista sobre nosotros. Él conoce al Santo diferente entre Todos los demás santos porque traemos el germen, y que Él creará con lo peor y lo mejor de nosotros mismos, si no nos resistimos a su amor. El drama de nuestra vida está en esta resistencia que nosotros oponemos al paciente trabajo de Jesús.
  • ¿Estoy convencido de que he sido elegido entre miles?. Si es así, ¿en qué punto está mi drama?
  • ¿Experimento con sentido y sereno empeño la semilla del santo que está en mí?
  • ¿Porqué tras tantas comuniones, tantas promesas, soy incapaz de llegar a la santidad?
Sin desconfiar, renovemos a Jesús la promesa de intentarlo.

Desurmont describe con finura el procedimiento según el cual alcanza la santidad un imitador de jesús. la operación del Espíritu Santo secundada por la buena voluntad del individuo, forma, conserva y madura en el alma el gusto celestial por el parecido con Jesús.

Cuando el espíritu santo ha decidido formar en un alma este instinto celestial, empieza inspirándole un vivo interés por la persona del Salvador. Poco a poco, y sin saber las causas, el alma se siente atraida por todo lo que se refiere a Él: experimenta la necesidad de agradarLe, de conversar con Él, de unirse a Él, puesto que es ley de la naturaleza que se sea feliz y que se esté orgulloso de parecerse a Aquel con quien intimamos y amamos. Pronto el alma concibe el deseo de imitar a Jesús.

Insensiblemente llega a una especial pasión por Jesús: sus deseos, su alegría, su gloria, la satisfacción de todas sus aspiraciones, el término de todos sus proyectos, la luz de todos sus pasos están en Jesús y en todos sus divinos ejemplos.

El abad Chautard sugería con frecuencia el cuarto de hora de santidad. el espacio de quince minutos a lo largo del día, en los que se propone ser santo con más tenacidad de la acostumbrada.
Me hará bien a mí también. estableceré, alrededor de diez minutos, durante los cuales actuaré en la presencia de Jesús, en estrecha de Él, escuchando, preguntando, no negándole nada, repitiendo a menudo el ejercicio.

El P. Doyle elegía un día durante el cual se proponía estar más atento a no deciLe jamás a jesús que NO.

Quien vuelve de la comunión y de inmediato se abandona a los propios y acostumbrados pensamientos, o hable de cosas inútiles, con aspereza... ése demuestra no haber estado cerca de la Persona de Jesús; de haberlo visto clavado en la Cruz durante la Misa y no se ha sorprendido de haberLo recibido en el corazón, quizás hasta en sus manos. No da a entender que siente a aquella adorable persona presente en él con la humanidad sacrosanta.

Su comunión no ha sido un encuentro personal: queda muy reducida la eficacia santificadora. Si nosotros tuviésemos la fe viva, la fe que tienen los Santos, veremos a Jesús como ellos. "Soy de los sacerdotes que Lo ven todos los dias en la Misa" (Santo Cura d`Ars).

Quien se ha comunicado con Jesús debe vivir como dice, ser el primero en llevar a cabo cuanto pide a los demás, porque así precisamente Lo ha hecho Jesús. Qué suerte para las almas que ven el consagrado una vida conforme a los principios del Evangelio: una exacta imitación de Jesús.

INVOCACIONES AL ESPÍRITU SANTO

Ven, ven, ven Señor
ven desde cualquier parte del cielo
o desde los abismos de la tierra
o desde las profundidades de nosotros mismos
ni importa, pero ven
gritemos sólo: ven
Ven Jesús, ven Jesús.

Entonces como el rayo truena por el horizonte
hasta el occidente, así
será su venida
y cabalgará sobre las nubes;
y el mar se saldrá de sus confines
y el sol ya no dará su luz
ni la luna su claridad
y las estrellas caerán fulminadas
chocando las potencias de los cielos.
Ven Jesús, ven Jesús.

Y el Espíritu y la esposa dirán. ven
y quien escuche diga: ven
y quien tenga sed venga,
quien quiera obtenga agua de vida
para mojarse los labios y continuar gritando: ven.
Entonces Él no tendrá ni siquiera que decir
"aquí vengo", pues ya viene.
Ven Jesús, ven Jesús.

Es así, ven Señor Jesús,
ven en nuestra noche
esta larguísima noche,
a este silencio del mundo
donde sólo esta palabra sea oída;
ni siquiera un hermano
conoce el rostro de un hermano
tan densa es la tiniebla;
mas sólo esta voz, esta única voz,
esta única voz se oiga.
Ven Jesús, ven Jesús.

Ven, ven Señor
Entonces todo se reencenderá
a su luz
y el cielo de antes
ya no existirá y no habrá más llanto ni luto
ni gritos de dolor,
pues las cosas de antes pasarán
y se secará cada lágrima de nuestros ojos:
tampoco la muerte existirá.
Ven Jesús, ven Jesús.