Purgatorio


Santa Gertrudis

Monasterio Algunas breves señales confiadas a su obispo Monseñor Franz Tschann, auxiliar de Feidkirk (1935), del padre Alfonso Matt sacerdote de la vidente.

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Notas biográficas

María Ágata Simma, nació el 5 de febrero en Sontag (Vorarlberg). Sontag esta situado al límite de Grosswalsertal, aproximadamente a 30 kms al este de Feidkirk en Austria. El padre de Maria Simma, José Antonio, era el hijo del propietario de la Posada del León, llamado tambien el José Antonio, y su abuela era Ana Pfisterer, de Sontag.

Durante años se ganó la vida como guardia, luego como campesino de su hermano Johann Simma, agricultor de Bregenz, donde conoció a Aloisa Rinderer, hija de un empleado del Ferrocarril, que Johann había tomado consigo como criada. José Antonio se caso con ella a pesar de la diferencia de edad de 18 años. Fueron a vivir en las cercanías de Sontag. Durante la primera guerra mundial fue cartero, peón caminero y jornalero. Con su esposa y sus ocho hijos se fueron a vivir a una vieja casa que le habían dado por medio de un buen anciano, Franz Bickel, artesano carpintero.

A causa de la gran pobreza de la familia, los hijos fueron jóvenes a trabajar para ganarse el pan: los muchachos como obreros y las muchachas como niñeras. Maria Simma fue, desde la juventud muy piadosa y frecuentó con asiduidad los cursos de instrucción religiosa, según datos de su sacerdote. Después de la escuela primaria partió para Svevia, mas tarde para Harv, Nenzing y Lauterach. Quería hacerse monja pero tres veces fue enviada a casa debido a su débil constitución física.

Su equipamiento para el convento lo había ya en parte mendigado y en parte ganado sin ayuda. Durante tres años estuvo al servicio de Feldkirch en la casa de San José. Después de haber salido de Gaissau volvió a casa de su padre y cuidó de la Iglesia. Desde la muerte de su padre, en 1947, vivió sola en la casa paterna. Para hacer frente a las necesidades trabajó en jardinería. Vivió así en la pobreza recibiendo la ayuda de personas caritativas.

Sus tres estancias en el convento la formaron e hicieron progresar espiritualmente, preparando así su apostolado en favor de las almas del purgatorio. Su vida espiritual está caracterizada por su filial amor a la Santa Virgen y el deseo de socorrer a las almas del purgatorio así como también de ayudar por todos los medios en las misiones.

Ella ha dado como voto a la Virgen, su virginidad y se ha consagrado a María, según San Luis Grignon de Montfort, a favor sobre todo de los difuntos. También se ofreció a Dios, haciendo votos como "Víctima", Víctima de Amor y de Expiación.

Maria Simma parece haber encontrado la vocación que Dios le ha asignado: ayudar a las almas del purgatorio con la oración, el sufrimiento expiatorio y el apostolado. Desde la época del nazismo ayudó a preparar a los niños para la confesión, el catecismo y la primera comunión, dándoles instrucción religiosa complementaria y demostrando con ésto haber adquirido un verdadero talento y un gran "saber hacer".