Santa Gertrudis
Santa Gertrudis de Helfta, llamada la grande, nació en Eisleben (Turingia) en 1256. Entró al monasterio a los 5 años con las monjas Cistercienses de Helfta (Sajonia).
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Santa Gertrudis de Helfta (1256-1301)
La abadesa Gertrudis de Hackerbon la acogió de niña porque había quedado huérfana.
A los 25 años, en 1281, tiene su primera manifestación divina. Empezará a escribir en latín por un impulso interior y escuchando la voz de Jesús que quiere hacer conocer sus escritos. Hacia el 1284 recibe los estigmas invisibles. A los 45 años, poco antes de morir recibe también el regalo de la herida, o flecha de amor, en el corazón.
Recorrió en modo maravilloso el camino de la perfección, dedicándose a la oración y contemplación, empleando su cultura para la redacción de sus textos de fe, entre ellos el celebre "Exercitia" y el que es tal vez uno de sus libros más famosos, las "Revelaciones". Es recordada entre las iniciadoras de la devoción al Sagrado Corazón, la primera en trazar una teología, pero sin el tema de las reparaciones que luego será dominante. Ejerció una gran influencia en su tiempo porque la fama de su Santidad y de sus visiones atraía a muchos para pedir consejo y consuelo.
Esperiencias
A Santa Gertrudis se le aparece la santa abadesa Gertrudis en la gloria mientras ella ofrece la misa y ve que el Señor la recibe en su corazón. En estas visiones, Gertrudis ve la conexión entre el Sagrado Corazón, la misa y las almas de los difuntos.
Gertrudis también asiste en la muerte de Matilde, cantora del monasterio, y ve que Jesús acerca los labios de la agonizante a la herida del Divino Corazón.
Gertrudis rogaba un día por el hermano F. que había muerto hacía poco y vio su alma con el aspecto de un sapo repugnante, quemado interiormente en forma horrible y atormentado de varias penas a causa de sus pecados. Parecía que tenía algo malo debajo de su brazo y un peso enorme lo obligaba a estar curvado hasta el suelo, sin poderse enderezar.
Gertrudis comprendió que aparecía encorvado y con forma de sapo porque durante su vida religiosa había descuidado elevar su mente a las cosas divinas. Además entendió que el dolor que llevaba debajo de su brazo era debido al hecho de que había trabajado con el permiso del Superior para adquirir bienes temporales y había escondido la ganancia.
Tenía que pagar por su desobediencia. Gertrudis habiendo recitado los salmos prescritos por aquella misma alma, preguntó al Señor si tendría alguna ventaja: "ciertamente respondió Jesús" las almas purgantes vienen y levantan tales sufragios, incluso también las oraciones breves pero dichas con fervor son de mucho provecho para ellas.