Teresa de Lisieux

Pequeña vía

Santos La joven Carmelita pone la santidad al alcance de todos, introduciéndola en el modo normal de vivir y de su ímpetu misionario irradia la más genuina contemplación que difunde toda su increíble fecundidad apostólica.

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Doctrina de Santa Teresa

La pequeña vía propuesta por Teresa consiste en el liberar el dinamismo de la esperanza a través de la dinámica de una confianza total, para poder llegar al final del camino por decirlo así con las manos vacías: no obstante la criatura se haya empeñado a seguir y cultivar todas las obras del Amor, las manos deben ser colmadas solo de las obras y de los méritos de Dios mismo.

Para Teresa todos nosotros somos llamados a alcanzar la cima de la montaña del Amor y los Santos son aquellos que lograron subir esa montaña aquella que su cima se pierde en el cielo. Teresa no se preguntó nunca sobre el camino que la habría de conducir a la "Montaña del Amor" pero se dejó conducir por Jesús en total abandono.

Es propio el Amor infinito que, inclinándose a la criatura, colma todas las distancias y todas las obras, salvo la única obra que sólo la criatura puede cumplir: el abandono total.
No puede ser el hombre a administrar la Misericordia de Dios ni siquiera a través de su debilidad o de sus pecados, pero es Dios misericordioso en su misma naturaleza que inclina sobre el nuestro nada.

El descubrimiento de Teresa consiste propio en la necesidad de abandonarse a la Gracia porque está convencida, que sea el Amor, que es fácil subir como es fácil para los brazos de los padres el levantar a sus propios hijos. Para Teresa la "vía breve" consiste en ser tomada entre los brazos de Jesús y llevada por El hasta la cumbre de la Montaña del Amor.

La "pequeña vía" intuida por Teresa es nueva por el hecho de ser increíblemente breve; tan inmediata de ni siquiera existir, en cuanto a que cada trayectoria sirve para colmar una distancia. En la pequeña vía trazada por Teresa no se preve algún espacio de recorrer, algún tiempo de esperar, si no que el dejarse aferrar aquí, ahora. Todavía aún cuando si la vía es toda de Dios, la criatura debe buscar continuamente el lugar apropiado a la Misericordia y colocarse allí donde la Misericordia pueda expresar toda su plenitud.

En otras palabras, en la relación de Amor entendido así por Teresa, aún cuando es uno de los dos el que tomara toda la iniciativa, el otro le quedaría la tarea de sumergirse en la intimidad que le es ofrecida.

En síntesis la doctrina de Teresa consiste en los siguientes principios:

  1. Dios es Amor Misericordioso, Su naturaleza lo lleva a inclinarse hacia todo aquello que es pequeño y necesitado de amor.

  2. La criatura es tanto más ella misma cuanto más comprende su propio "nada" es decir, la propia pobreza, la propia pequeñez y siente en el corazón infinitos deseos de Dios.

  3. La debilidad, la pobreza y hasta el pecado no son un obstáculo insuperable por el Amor, es más, a su vez lo atraen.

  4. La Iglesia es sobre la tierra el "hogar del Amor" en el cual se celebra un encuentro entre el Creador y su criatura.

  5. Cuando la criatura se deja atraer y quemar por el Amor infinito, arrastra consigo a su ascensión a todos aquellos que Dios le ha confiado.

Teresa ha comprendido a través del movimiento caritativo de su corazón y a través de la mirada de la fe, el fundamento trinitario de la Misericordia. El rostro del Padre y aquel del Hijo casi se sobreponen en su corazón y en su mente: ha entendido que la Misericordia radica en el misterio mismo de la naturaleza de Dios.

Teresa nos ha enseñado que Jesús no sólo está pronto a levantarnos, a alentarnos por cada caída, sino que está dispuesto a eliminar cada una de nuestras debilidades y pecados con tal sólo pedir Su Ayuda.

Teresa al final quisiera transmitir el Amor Misericordioso de Dios que todo envuelve como un océano en el cual la gota se pierde, como un abismo donde es dulce precipitar. Ha entendido que en las criaturas hay un limite grande "en el dar amor", pero que todavía pueden ser todos "infinitos en el recibir amor y en el dejarse amar".

Juan Pablo II a Lisieux (Homilía del 2 de Junio 1980)
"Ser niños, volverse como niños quiere decir entrar propio en el medio de la más grande misión que atraviesa el corazón mismo del hombre. Teresa, ella lo sabía perfectamente. Esta misión tiene como origen el amor eterno del Padre. El hijo de Dios, como un hombre, en manera visible, "histórica", y el Espíritu Santo, en manera invisible y "carismática", lo llevan al cumplimiento en la historia de la humanidad".