Teresa de Lisieux

Biografía

Santos Teresa Martin nace a Alecon (Orne) pequeño pueblo de la Normandía francesa, el 2 de enero de 1873 en una familia burgués con profunda fe cristiana, última de ocho hijos, de los cuales tres mueren pequeños, porque en aquel tiempo no se había vencido aún la mortalidad infantil. No obstante las tragedias en la familia Martin reina una fe sólida que les permite ver cada acontecimiento la presencia de Dios.

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Vida de un Santa

El padre Louis Martin nace el 22 de agosto a Bordeaux, era un relojero que había aprendido su trabajo en Suiza, de pequeño había seguido a su padre en los diferentes regimientos (Avignone, Strasburgo) y conoce la vida de los campos militares y fue hasta el despido del padre que sucesivamente se retiraron a Alecon en 1830. Louis a veintidós años sueña una vida religiosa y se presenta como candidato al monasterio del Gran San Bernardo pero no es aceptado porque no conoce el latino, aún así sigue una vida monástica por ocho años, dedicada al trabajo, a la oración, a la lectura.

La mamá Zéelie Guérin, nacida el 23 de diciembre de 1831 en una familia de origen campesina, fue educada por un padre autoritario y por una madre muy severa, también ella piensa a la vida religiosa, pero su petición de ser aceptada por las monjas en el Hotel-Dieu d'Aleçon, fue rechazada y entonces se lanza a la fabricación del "Punto di Aleçon", abre un negocio y se vuelve una hábil trabajadora y tendrá un gran éxito.

Apenas nace Teresa y ya conoce el sufrimiento: a solo 15 días de nacida corre el riesgo de morir por una gastroenteritis aguda. A dos meses Teresa supera una crisis pero la madre es obligada, según la opinión del doctor, a separarse de la hija y a confiarla a una nodriza.

A la edad de cuatro años Teresa pierde a la madre, minada por el cáncer al seno, aún así las hermanas hacen lo posible para criar a la pequeña Teresa, en el mismo período se transfieren a Lisieux (Calvados). Tiene nueve años cuando su hermana Paolina, su pequeña mamá, entra al convento de las Carmelitas de la ciudad, Teresa se enferma gravemente. Ninguno le sabe diagnosticar la enfermedad. Teresa, familiares y amigos rezan muchisimo. El 13 de mayo de 1883, cuando parecía inevitable la muerte. Teresa ve a la Virgen sonriente y se recupera inmediatamente. La recuperación improvisa y aquella sonrisa materna de María la vuelven todavía más determinante en el sueño siempre nutrido por ella, osea, consagrarse totalmente al Amor. En su primera comunión (8 de mayo de 1884) Teresa experimentó el sentirse amada "fue un beso de amor, me sentía amada, y yo decía: "Te amo, me dono a ti por siempre".

Sucesivamente también la primogénita entra al Carmelo. A los 14 años, Teresa anuncia al padre su intención de entrar al Carmelo. A los 15 años (el 9-abr-1888) pasa la reja del claustro, después de haber obtenido, considerando su joven edad, un permiso particular del Papa Leone XIII, que encontró el 20 de noviembre de 1887 en Roma. En el claustro era calma y encontró la paz, que no la abandonó durante la prueba. La madre Gonzagam no obstante la joven edad de Teresa la trataba con severidad, pero aún así, ella nunca se lamentó.

Mientras tanto las condiciones del padre se precipitaron. La arteriosclerosis devastó al papá de Teresa que fue internado por tres años en una casa de cuidados. Este hecho le provocó un terrible dolor.

Pero la prueba más grande para ella no fue aquella de la salud, a pesar de la "noche" del espíritu que la envuelve por dieciocho meses. Experimentó esto, no a través de los auspicios de los ateos, pero en el silencio latente de Dios, entendió la condición del ateo: "Dios ha permitido que mi alma fuera invadida por las tinieblas más punzantes y que el pensamiento del Cielo, dulcísimo para mí, no fuera más que lucha y tormento".

Su salud débil a pesar de todo, no resistirá tanto el rigor de la regla carmelita y el 30 de septiembre de 1897, a la edad de 24 años, morirá de tuberculosis, viviendo día a día sus sufrimientos en perfecta unión a Jesucristo muerto en cruz por la salvación de los hombres.

Este período de nueve años transcurridos en una vida de religiosa, aparentemente sin importancia, habrán un maravilloso rumbo espiritual, tanto más fuerte si se considera que ya entonces muchas personas simples, gracias a su ejemplo sintieron poder imitar y alcanzar el mismo nivel de esta alma sin pretensiones ni complicaciones, pero aún así terriblemente exigente consigo misma. Aquella de Teresa es la "vía de la infancia" o la "pequeña vía" que te hace reconocer la propia pequeñez y se abandona con confianza a la bondad de Dios como un niño en los brazos de su madre.

En la vida de Teresa todo es un contraste. Su lenguaje es pobre y muchas veces infantil, pero su pensamiento es genial. Su vida aparentemente sin dramas es una tragedia de la fe. Si existencia se desenvuelve en los cuatro muros del Carmelo y sin embargo su mensaje es universal.

Teresa escribió mucho. Compuso tres manuscritos, uno en el 1895, "Historia de un alma" ( llamado manuscrito A), autobiografía escrita por petición de la hermana Paolina (madre Agnese), otro en el 1897 (llamado manuscrito B), año en el que escribe para obedecer a su priora. Sus hermanas después recogieron sus "últimas conversaciones" desde mayo de 1897 al día de su muerte (éste llamado manuscrito C). Uno permanece, después asombrado por el gran número de cartas enviadas a la familia y de las numerosas poesías que compuso. Teresa ha sufrido mucho. Las pruebas espirituales que atravesó durante el correr de esta vida escondida ( noche de la fe, vacío espiritual, tentaciones de escepticismo) la vuelven muy cerca de aquellos que dudan y no creen.

Teresa es desconocida cuando muere en el 1897, pero cuando es canonizada, veintiocho años más tarde, en el 1925, la fama de su santidad se dispersa en manera muy rápida en el mundo entero: Lisieux se volverá uno de los destinos mas buscados de las grandes masas de fieles de cada parte del mundo. Teresa es proclamada, en el mismo año siempre por Papa Pío XI patrono universal de las Misiones, por las cuales rezó sin pausa, es patrona de Francia como Juan de Arco.

En 1997, centenario de su muerte, Teresa es declarada "Doctor de la Iglesia", la tercera mujer que asciende al máximo de la consideración teológica en dos mil años de Cristianismo, después de Santa Caterina de Siena y Santa Teresa de Avila.

El santo es visto como un prototipo que populariza las energías e indica como realizar el Evangelio en una época dada. Santa Teresa de Lisieux es profundamente moderna porque ayuda al espíritu y al corazón a fundir las cosas de la tierra con aquellas del cielo y entender las cosas de Dios, de su Amor y a los comportamientos más concretos.

En el lenguaje actual se habla frecuentemente de tensión, para exprimir la dificultad que tiene el hombre para vivir conscientemente a nivel espiritual. Santa Teresa nos ofrece un equilibrio armonioso. Por este motivo puede ser fácilmente tomada como modelo de vida espiritual.