Ser cristianos
Dios es Padre
No nos hacemos preguntas: ¿porqué creemos en Dios?, ¿porqué trabajamos?, o mejor, ¿vivimos para un mundo porvenir?.
Creemos en Dios y, en el otro mundo, porque Jesús nos ha hablado de él, y lo ha hecho con una certeza absoluta y sosegada, como uno para el que todo es evidente.
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Adoración
La certeza de que "Dios existe" constituye el don esencial de Jesús. En Él Dios se manifiesta: en Él Dios irrumpe en la historia humana y acampa entre nuestras casas. Es un acontecimiento único. Estudiado a fondo, en cuanto no es posible, en la doctrina que expone y en el comportamiento de vida, Jesús ha sido definido como "perfecto religioso del Padre".
"Buscad primero el reino y su justicia y lo demás se os dará por añadidura. Su deseo es cumplir la voluntad del Padre y cuidar su gloria.
He venido a buscar el honor de Aquel que me ha enviado" (Jn 7,18).
Toda su vida está consagrada a Él y la da más allá de todo sacrificio.
La suya es una vida de unión íntima con Dios: todas las obras las hace en unión con Él. Habla de Él y de lo que Le preocupa.
Para darse exclusivamente a Dios y a sus designios de salvación, deja todo enlace terrenal: familia, honor, riquezas.
El propósito de su vida es hacer de la humanidad un reino de Dios, instaurar su soberanía en la tierra y en los cielos: reunir a todos los hombres en un solo redil bajo un único pastor. Dios es sutodo, como si sólo Dios existiese y todo el universo no existiera, a partir de Él y por Él.
Dios le basta y la certezaq de su posesión lo colma de exultación y de seguridad.
Vé su omnipresencia en todas partes: en la hierba de los prados que reverdecen y aparecen los lirios vestidos regiamente, los pájaros que no siembran y no cosechan, a pesar de que deben alimentarse: la lluvia y el sol que son para buenos y malos, un pelo que cae, el pan que se come, los ángeles que están junto a los niños, la vuelta del hijo que ha dejado la casa del padre, el pecador que pide perdón. Todo para Jesús es una revelación de Dios y de su amor.
(Todo esto porque Jesús está lleno del amor de Dios).
Lo vé al principio y al final de cada uno , antes y después del mundo: el destno del hombre está en sus manos.
Está en todas partes, sabe todo, nada se le escapa, a todo provee.
Su mirada penetra hasta el fondo del corazón, en el secreto de los pensamientos: vigila con especial cuidado al hombre, que es su criatura más querida.
Es el omnipotente, el Juez supremo, el cual espera sólo el juicio final, el sentido divino llena y enseñorea la vida de Jesús Dios sobre todo, ante todo: el primer amado, el primer servido.
Dios es la razón de su vida.
Jesús es una llama que arde sólo para Dios, es un libro que no contiene mas que a Dios. Su entusiasmo, su celo apasionado, su ardiente amor por los hombres, la apelación tierna a los pecadores, su abnegación hasta la cruz, tiene un solo nombre: Dios!
Así todo en Dios, porque Él mismo es Dios. Cuando habla, sus palabras poseen una fuerza única, capaz de manifestarnos los secretos de la vida íntima de Dios, que no hubiésemos descubierto por nosostros mismos, y lo que había logrado descubrir, encuentra en Él confirmación.
La revelación que ha transtornado el pensamiento humano, y que forma el alma, el corazón de la palabra de Jesús, es que "Dios es Padre".
Todos sus atributos de Ser infinito, omnipotente, omnisciente, santo, etc. Todo se resume en este nombre: "Padre".
Y Él que se une a Jesús en la fe y en el amor se convierte, también Él, por la gracia, en hijo de Dios, como Él es por naturaleza y adquiere el derecho de llamarLo, como Él, "Padre".
Anttes de que viniese Jesús, Dios era conocido por un nombre: "Yahvé". Yo soy el que soy.
Ahora Jesús se pone a hablar de Él con toda desenvoltura, como uno que le conoce desde siempre y por el cual, también desde siempre, es conocido y amado.
Lo llama "Padre", "Mi Padre", "vuestro Padre", el padre celestial: dice que quien conoce este nombre tiene la vida eterna: habla con infinita ternura, lo presenta como bondad y quiere que el hombre se fie de Él, porque el Padre ama al hombre y no se cansará nunca de Él. Muriendo, sus últimas palabras son para Dios Padre: "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu".
Con este nombre, el Ser incomprensible e incognoscible, que está fuera del tiempo y del espacio, sale de la oscuridad, entra en el tiempo y en el espacio y se deja conocer. En el concepto bíblico, conocer el nombre de una persona significa darle un rostro, poderle hablar, establecer una relación con ella y, en cierto sentido, poseerla.
Ahora Dios ya no es desconocido: tiene una cara, lo podemos llamar, y sabemos que, si lo llamamos, se para, se vuelve, nos espera y nos invita a acompañarle.
Cuando Juan escribe que Dios es amor demuestra que, de entre los discípulos, es el que mejor ha conocido el pensamiento de Jesús.
Con estas confidentes revelaciones, Jesús abre a los hombres un mundo de infinita esperanza y la confianza filial de tener un refugio.
Ya que Dios no aparece como Absoluto, Causa Primera, Verdad Suprema, el Bien, es una idea que se convierte en Alguien. Alguien cercano, en el que yo puedo dialogar, confiarme y preguntar el porqué de mi existencia: un Dios que, según nuestro modo figurado de expresarnos, tiene un corazón, es padre, es amor que ama y perdona.
Es éste el Dios que Jesús revela, una imagen mucho más rica y amable que la presentada por los filósofos: un Dios que dirige su cara hacia el hombre, lo sigue, no se resigna a perderlo, mueve sus pasos para buscarlo, Le suplica aceptar su reconciliación: un Dios que hoy es perdón, mañana santidad, que nosotros podemos amar, no sólo con la inteligencia, con una amor de estima, con toda el alma y con todo el corazón de hombre.
Esta particular revelación hecha por Jesús, ¿cómo la puedo ver?,¿cómo interpretarla?. Debe tener un significado, un porqué para inducirme a aceptarla.
Y el porqué es éste: Jesús nos ha hablado así de Jesús para darnos una prueba del especial amor de Dios por los hombres.
Un profesor puede dar magistrales lecciones desde la cátedra, con excelente exposición de la materia e incluso con afecto: pero si, además de esto, invita a los alumnos a su casa, les introduce en la intimidad de su familia, les confía su vida personal y la de sus familiares, los resultados de los estudios, sus proyectos, y todo esto sin mérito alguno, entonces se debe reconocer que no les trata simplemente como alumnos, sino como amigos.
"Todo lo que yo he aprendido del Padre", como decir que todo el conocimiento que tengo sobre la naturaleza y la vida del Padre, os la doy porque "ya no os llamo siervos sino amigos".
Porque en su corazón nos siente como amigos, ha venido desde el cielo para hacernos este regalo y ya está con nosotros y trabaja para hacernos entender y vivir este don.
De este don, ha remarcad la importancia cuando ha dicho: "la vida eterna consiste en conocer y acoger al Padre y Al que el Padre ha enviado".
De aquí nuestra responsabilidad hacia Jesús como Persona y como Palabra.
Estar junto a Él, como Persona, para acogerlo luego como Palabra, como Luz y Santidad es trabajo fundamental para quien quiera caminar enn la salvación y dar a la propia existencia todo el significado y el valor que contiene.
Quiere iluminarnos sobre el Padre y sobre su vida, que deberá ser también la nuestra, así el Padre lo ha decretado: tal es la misión de Jesús y tal es su motivo para estar junto a nosotros. Todo esto no debe ser visto y sentido como ocasional, sino como predisposición para toda la eternidad.
Desde que Dios es Dios, estoy en su pensamiento y en su corazón: esto es cuanto constituye el alma de su mensaje, y es también lo que me explica toda la consideración de la cual soy objeto por parte de Dios, pero al mismo tiempo me enseña también que yo no puedo ser indiferente junto a su presencia.
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