La Penitencia

Ayuno

Monasterio Por lo tanto queridísimos, como hay alimento terrenal, del que se alimenta la carne débil, hay también un alimento celestial del cual está lleno el alma piadosa.

Ambos tienen un papel vital: el primero, para los hombres, el otro para los ángeles. Tienen un lugar intermedio los hombres de fe, distinto en su ánimo del de los no creyentes.

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LA UTILIDAD DEL AYUNO

Por San Agustín

Ellos están orientados hacia Dios, y a ellos se dirige la llamada: El corazón arriba porque tienen la esperanza de otra vida y saben que en este mundo estamos de visita. Ellos no se pueden comparar a los que creen ser sólo el gozo de los placeres terrenales y ni siquiera con los demás que habitan las supremas sedes del cielo, cuya única delicia el el Pan mismo para el cual han sido creados. Los que están arrrastrados por tierra, en busca de alimento y de placer, que se refiere a la única carne, se comparan con los animales. Distan de gran distancia con los ángeles por la condición objetiva y por el traje moral: por la condición, porque son mortales; por los vestidos porque son sensuales. Entre aquel pueblo celestial y el terrestre fue suspendido de alguna manera el Apóstol: allá se encaminaba, de allá volvía, tendía a elevarse. No podía aun llamarse partícipe de aquel pueblo, porque entonces habría dicho: "Están en la perfección", ni estaba con estos hombres perezosos, inertes, débiles sonnolientos, que no creían más que en lo que veían y en lo que pasa: que han nacido y que morirán.

Si se considera su anfitrión, diría: Corro hasta el premio de la suprema llamada. Debemos regular nuestros ayunos. Esto no es, como he dicho, un cumplimiento angelical y ni siquier lo es de los hombres que son esclavos de la gula. Es un acto propio del camino del medio, el nuestro, el que vivimos diferente respecto de quienes no tienen fe y con la aspiración de estar unidos a los ángeles. No estamos aun juntos, pero estamos en camino: no tenemos todavía la felicidad, pero desde aquí la deseamos. ¿Cual es la utilidad de abstenerse de algún alimento y privar de gusto a la carne?. La carne empuja contra el suelo, la mente tiende hacia arriba: es transportada por el amor, se retrasa por el peso. A este propósito dice la Escritura: El cuerpo sujeto a corrupción aplasta al alma y la habitación terrenall de los sentidos grava la mente con muchos pensamientos. Si la carne se inclina hacia la tierra es un peso para el alma, un equipaje que impide su vuelo, cuanto más uno pone sus alegrías en una vida superior, tanto más depone su lastre terrenal. Esto es lo que hacemos cuando ayunamos.

El ayuno no es cosa de poca importancia o superfluo: quien lo practica, según las costumbres de la Iglesia,no piense para sí, no diga para sí, escuchando al tentador que sugiere en nuestro interior: ¿qué ganas ayunando?. Desprecias tu vida. La privas de lo que te gusta, te infringes una pena a tí mismo, ¿puede a Dios gustarle tu sacrificio?. Sería cruel si se gozara de tus penas. pero tú respondes al tentador: Es verdad que me sacrifico, pero para que Él me perdone. Me sacrifico para que Él me ayude, para serle grato a sus ojos, para llegar al deleite de su dulzura. Incluso la víctima es atormentada al ser puesta en el altar. Así mi carne aplasta menos a mi espíritu.
A este mal consejero, esclavo del vientre, responde con este ejemplo: Si cabalgases un jumento, si montases un caballo que con su galopar desenfrenado te pudiera hacer caer, para hacer un viaje tranquilo, ¿no racionarías el alimento al furioso?, ¿no intentarías dominar el hambre que no puede dominarse con la mordedura?. Mi carne es mi cabalgadura mientras hago el viaje a Jerusalén, a menudo me quita, intenta apartarme del camino. Mi camino es Cristo. ¿No debería dominar con el ayuno a la bestia que va saltando?.

Si alguien lo entiende, puede probar con su misma exériencia la utilidad del ayuno. Pero esta carne, que ya está dominada, ¿lo estará siempre?. Hasta oscila en la situación temporal, incluso va cargadoo por la condición de mortalidad, tiene estos saltos, bien visibles y peligrosos para nuestro espíritu. La carne es aun corruptible, no ha resucitado aun. El hecho es que no siempre será así: aun no tiene el propio estado de la constitución celestiall, no estamos todavía hechos igual a los ángeles de Dios.

Este problema, ¿en qué sentido te supera?. En no abandonarte al placer de la carne hasta lo ilícito y algunas veces debemos poner el freno incluso a lo que es lícito. Quien no pone freno a lo lícito, está próximo a lo ilícito. Hermanos: es lícito el matrimonio, ilícito el adulterio y todavía los hombres templados, para alejarse de lo ilícito, ponen freno incluso al matrimonio lícito. Es lícito beber hasta la saciedad, es ilícita la embriagadez, todavía los hombres moderados, para mantenerse lejos de la vergonzosa embriagadez reprimen incluso, en partes su libertad de saciarse. Comportémonos así, hermanos: seamos templados y actuemos conscientemente, teniendo presente la fianlidad de nuestro actuar, poniendo medida al placer de la carne, se adquiere el placer del espíritu.

Por ello, necesitamos considerar la finalidad de nuestros ayunos en relación a nuestro camino y a la meta. Hasta los paganos alguna vez ayunan, pero ignoran la meta hacia la que nos dirigimos. También los Judios ayunan pero no estánn en el camino que recorremos nosotros. Y cuando uno doma a su caballo puede emprender un camino equivocado. Ayunan incluso los herejes. Veo su comportamiento. Pregunto cual es su meta. Les digo: "Vosotros ayunáis pero para complacer, ¿a quien?. Responden que a Dios. Pero, ¿estáis seguros de que el don es aceptado?". Se necesita ante todo considerar esta advertencia: "Deja tu don y vé antes a reconciliarte con tu hermano". No es correcto dominar los propios miembros y rasgar los miembros de Cristo. Y está escrito: "Se oye el clamor de litigios entre vosotros e incluso provocáis y golpeáis con los puños a los que están bajo vuestra jurisdicción. No es este el ayuno que quiero, dice el Señor". Sería desaprobar tu ayuno mientras eres excesivamente severo con tu súbdito. ¿Cómo se puede aprobar tu ayuno si no reconoces a tu hermano?. No quiero que te abstengas de alimentos, sino del alimento que te agrada. Dime qué alimento amas para que yo pueda aceptar el hecho de que tú te abstengas. ¿Amas el alimento de la justicia?. Quizás me responderás: "Lo amo".

Que se manifieste tu justicia.En efecto, yo mantengo lo justo que tu cumples: un servicio hacia tu superior, para que tu subordinado lo cumpla para tí. Hablábamos de la carne, que es inferior al espíritu, Él lo sujeta: está hecha para ser dominada y regulada por Él. Tú te comportas con ella de modo que te obedezca y le raciones el alimento para que la tengas sujeta a tí. Reconoce quien es mayor. Reconoce quien es superior, si quieres que lo inferior se someta a tí. Es un contrasentido que tu carne te obedezca y tú no obedezcas a Dios. Por ella misma estamos condenados: por el hecho de ue nos obedece. Obedeciéndote testifica contra tí.