Santa Isabel de Hungria

GLORIUS IN MAIESTATE

Santos Isabel, fue canonizada por Gregorio IX el 27 de mayo de 1235 en la iglesia de San Domingo a Perugina.
El certificado de canonización fue publicado el 1 Junio sucesivo.

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Bula de canonización

Papa Gregorio IX

El papa hizo grandes elogios a Isabel, su original donación, el amor a la pobreza y al servicio de los pobres, el voto de obbedienza, el gusto por la oración, la vida de fe, su profesión de penitencia franciscana atestada aun por el habito gris, la variedad de milagros obrados por Dios por sus meritos.

La aporbación de canonización

Glorioso en su majestad, Hijo del Padre eterno y nuestro Redentor Señor Jesucristo, mirando desde la cima del cielo, la gloria de la condición humana deformada por la convergencia de la miseria que dio inicio a la culpa del primer padre, proyectó con inefable benevolencia de expresar su poder a aquellos que yacian en la sombra de la muerte y de reducir la libertad de la patria de aquellos que estaban en el exilio.
Por lo tanto en ningún otro más que a él competia la redención de su creatura puesta en un fragil jarron, ya que es el deber del artesano, es cosa digna y debida que casi cualquier cosa encuentres en riesgo de colapso y lo que sea reconocido como muy hermosa, sea con la obligación de devolverla en el estado de condición original.

El pequeño jarrón de la humanidad acogió con un invitado infinitamente grande, el cual bajo del trono real al de la Virgen enriquecido de cada plenitud de santidad. El dio inicio a una obra nota a todos, mediante la cual, encadeno al Príncipe de la oscuridad, y resucito vencedor con la redención de sus criaturas y ha donado a los fieles instituciones garantizadas para mejorar su peregrinaje hacia la patria.

La beata Isabel, nacida con linaje real y autoritaria Langravia (Princesa) de Turingia, considero con perseverancia meditación los misterios de la salvación y luchó para seguir con compromiso constante las instituciones eclesiasticas. Porque en la fidelidad se hiciera digna de la vision eterna, casi desde el nacimiento hasta el anochecer nunca dejo de ejercitarse en el culto de la virtud y de comlplacerse a los servicios de caridad.
En la confesion de la verdadera fe, se dedico a la santidad de la vida amando el Hijo de la reina del cielo, mediante el cual podría alcanzar la dulzura de la boda celeste. Al mismo tiempo amo tanto al prójimo, sintiendo como realidad alegre para si misma el sentir familiar su presencia, mientras que la solidaridad con su inoportuna miseria la hacia ante todos peregrina; se hizo en tantas cosas pobre, atento de ser solicita en muchas maneras para los pobres.

Deseando por lo tanto desde muy temprana edad a ser tutor y amante de los pobres, muy consciente de que el premio de la vida eterna se consigue con los meritos hacia los queridos pobres de Dios, hizo tan propia la condición de ellos que gradualmente fue disminuyendo su gloria terrenal. Desdenando de diversos modos los legítimos placeres que le permitia su noble condición conyugal, macerava su cuerpo delicado con el compromiso de una contstante parsimonia, realizando progresos tan grandes para sus méritos, y enriqueciendoce de una gracia mayor.
Que otra cosa? Trasformando todos los derechos de sangre en el deseo de la Suprema santidad y reteniendo imperfecta cada cosa cuando era privada del apoyo de su consorte, deseaba transcurrir el tiempo restante de su vida vinculandose al yugo de la obediencia (que ya habia practicado cuando estaba unida en matrimonio) y queria asumir el habito religioso con el cual no dejo de celebrar el misterio de la pasion del Senor hasta su ultimo dia.
O mujer afortunada! O patrona admirable! O dulce Isabel, llamada "la plenitud de Dios", que ha ganado el pan de ángeles mediante la alimentación de los pobres! o ilustre viuda, de estirpe fecunda de virtud, tratando de lograr mediante la gracia lo que no podía obtener por medio de la naturaleza, derrotó a los crueles enemigos del alma con el escudo de la fe, con la armadura de justicia, con la espada del espiritu, con el elmo de la salvación y con el asta de la perseverancia. De tal modo que se volviera tan aamada al esposo inmortal y a semejarse a la reina de las virgenes con el amor constante, bajando su dominio principesco y reduciendolo al servicio de la humilde sierva.
De la misma manera Elisabeth pasó a conformarse con el antiguo comportamiento de los santos, mientras caminaba con sencillez y con alegría en los preceptos y en la Justicia del Senor. Concibio la gracia de Dios secretamente con afecto en su corazon, la dio a la luz mediante las obras y la alimento constantemente mediante el progreso que obtienen sólo aquellos que esperan en él.

Con la recaudación de algunos que se encontraban en los valles de humildad y de inocencia, el Senor, señalando los premios de la remuneración promesa a los suyos, condujo Elisabetta, disuelta de las cadenas de la muerte, en el trono iluminada por la luz inaccesible.
Del cual el inexplicable brillo debido a que su Espíritu vuela sobre firmamento del esplendor Superno y brilla con muchos milagros gloriosos en la profundidad de la oscuridad terrena. En virtud de todo esto fortalece para los católicos motivos de fe, de esperanza y de caridad, mientras que para los infieles viene cerrada el camino de la verdad y por los herejes se hace conciente la materia de una grande confusion.
Estamos de hecho investidos de una turbina de adombro por meritos de la santa, la cual mientras vivia encerrada en la carcel del cuerpo, vivio pobre de espiritu, leve en la mente, deplorando los pecados propios y los de otros, sitibonda de la justicia, dedicada a la misericordia, Monda de corazón, auténticamente pacífica, agotada de la persecución y desafiada de los malentendidos. Con el poder celestial, viene dada a la vida a los muertos, la luz a los ciegos, oido a los sordos, la palabra a los mudos y el caminar a los paraliticos. Las vastas regiones de Teutonia que el drama de la muerte tentaba de plagar, descubrieron el poder de exultar en varios modos la doctrina celeste.
De estos milagros y de otros de la santa susodicha, que valuados con los ojos de la mente producen una abundante alegria como si se aparecieran a aquellos que lo divulgan, ha estrado documentado delante a nosotros tanta riqueza de la fe mediante testimonios idoneos, como el deber y como compete a la verdad de garantizar siempre en todo.

Nosotros, a quien compete el oficio de atender constantemente a la cura de aquellas cosas mediante las cuales se acrecienta la gloria del Redentor, escuchado el consejo y habiendo la autorización de nuestros hermanos, de los venerados hermanos, los patriarcas, los arzobispos, obispos, y todos los prelados, instalados en la Sede Apostólica, hemos decidido asignar al catálogo de los santos la susodicha santa que el Senor ha elegido para la gloria de su majestuosidad.

Ordenamos firmemente a todos ustedes mediante escritos apostólicos que celebren y hagan solemnemente celebrar su fiesta como lo exige la maravillosa grandeza de sus méritos el 17 noviembre cada año, el día en que Elisabetta, disuelta por las limitaciones de muerte, se puso en camino de la fuente de la bienaventuranza eterna para vivir sin. Por su intercesion provedra a nosotros, de los tesoros celestes, que gracias a su meditación somos reconocidos por Cristo y darle gloria por poseerlo perpetuamente.
Igualmente, para la autoridad a nosotros concedida del alto y por el amor de Dios sea concedido a todos los fieles de celebrar la fiesta. En espera de conseguir las delicias de la patria celeste.

Osea, a fin que venga mayormente celabrado el nombre del Altissimo, si fomentamos a los fieles a visitar la venerable tumba de su esposa, por la misericordia de Dios omnipotente y de los beatos apostoles Pedro y Pablo, fundandonos sobre su autoridad descontamos 1 ano y 40 dias de penitencia obligada a todos aquellos que arrepentidos verdaderamente y confesados, cada ano visitan el lugar, - en el dia de la fiesta o dentro de los 8 dias - a visitar la tumba con devoción y sentimientos de sinceridad.
(Perugia, 1 junio 1235).