Caridad
Siete pasos
Fe - Esperanza - Caridad.
Es la dulzura de la caridad, en la recepción del Espíritu Santo, para los siete grados siguientes: vigilancia estimulante y reconfortante confianza, ardor que inflama, éxtasis que levanta, la complacencia tranquila, delicia de delicias, adición conglutinante.
De acuerdo con esta secuencia hay que avanzar, si se quiere llegar a la perfección de la caridad y el amor del Espíritu Santo.
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Los siete pasos que conducen a la caridad
San. Buenaventura de Bagnoregio - Folletos místicos.
Hay que observar vigilantes, esperando a la espera de la disposición del novio, hasta el punto de que se puede decir: Oh Dios, mi Dios, por ti yo estoy despierto desde el amanecer (Sal 62,2). Duermo, pero mi corazón está despierto. Mi alma te ha deseado en la noche, pero en mi espíritu y en mis entrañas despertare en ti en las mañanas.
En segundo lugar, te conforta la confianza, la certeza que te asegura el Esposo. De el se puede decir: En ti, Señor, tengo lo que esperaba, no me avergonzaré (Sal 30,2). A pesar de estar en peligro, voy a esperar en él.
(Job 13,15).
En tercer lugar, se inflama el ardor, por la debilidad por el novio, se puede decir: Como anhela el ciervo la fuente de agua, así mi alma te busca a ti, Dios (Sal 41,2) y con la novia: el amor es fuerte como la muerte. Por el amor suspiro.
En cuarto lugar, el éxtasis te enaltece, a la altura del Esposo, de manera que puedes exclamar: ¡Oh, cómo me son queridas tus tiendas, oh Señor de las virtudes; y con la novia: Líbrame en tus pasos; y Job, mi alma ha elegido un final violento.
En quinto lugar, la disposición para darle la paz, la belleza del Esposo, ya que es lícito repetir como la Novia: Mi amado es para mí y yo para él; Mi amado es blanco y rubio, escogido entre mil.
En sexto lugar, la alegría que entusiasma, por la cortesía del Esposo, de manera que pueda decir: En proporción de los muchos dolores que ha probado mi corazón, tus consolaciones han alegrado mi alma (Ct 18.19). Cuán grande es tu dulzura, oh Señor! (Ct, 30,20). Me llenas de consuelo; Desborda mi alegría.
(2 Cor 12,4).
En séptimo lugar, es la unión íntima, por la fuerza del Esposo; lo cual me hace decir, es bueno para mí estar unida y cerca de Dios (Sal 72,28); y lleva a repetir: ¿Quién nos separará del amor de Cristo?
(Rom 8,35).
Observa el orden que existe entre estos grados. Pero no hay que parar antes de llegar al último. Sin tener que subir a los grados intermedios subyacentes y estar bien conectado, usted no viene hasta allí. Y cuenta que en la primera consideración predominante en el afecto posterior. ¿Por qué la supervisión se debe tener en cuenta cómo cada vez es honesto, servicial y dulce amar a Dios. Casi nace de esto, la confianza genera anhelo, este éxtasis. Finalmente, llegamos a la unión, el beso, el abrazo. Lo que nos lleva a Jesús. Que así sea.
Resumen
Es fácil resumir todos los grados. Los de la purgación se distinguen por: vergüenza por la ignominia, falo por la sentencia, clamor por su infortunio, suplica ayuda y remedio, tormenta de fuego contra el enemigo; para ganar los premios anhela el martirio, para encontrar refrigerio en la sombra, se acerca a Cristo.
De tal manera se distinguen los grados de la iluminación. Considera quien sufre y está sometido a la fe; quien es el que sufre, y su triste final; la grandeza de los que sufren, y agradece la confianza; la forma de la pasión, síguelo y te asemejaras a él; tantas y diversas penas, y abrázalas con fervor; los efectos de la pasión, e inteligente, como eres, contempla.
Los grados de vía unitiva que los distinguen así: La vigilancia de los recordatorios por la venida del Esposo; lo corrobora la confianza, para seguridad del novio; el ardor se inflama, por su dulzura; el rapto te transporta, por su excelencia; la complacencia te calma por su belleza: la alegría te embriaga, por la plenitud absoluta de su amor; la unión con él hasta formar un solo ser, en virtud de su amor.
Oh el alma devota en su corazón dice al Señor de nuevo así: Te busco a ti, te espero a ti, me aferro a ti para siempre.