Milagros

Fátima

Monasterio Las apariciones en Fátima concluyeron el 13 de Octubre de 1917, con la rotación del disco solar durante diez minutos, contemplada por más de cincuenta mil personas. Luego se dirigieron hacia el santuario y allí se desarrollaron las celebraciones, donde aun se reveló la mano de Dios, especialmente a través de los hechos prodigiosos. Entre los más significativos les contamos algunos.

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Curación del cáncer

Joaquim Duarte Oliveira, residente en Lisboa, enfermó de cáncer y guardó cama durante años. Había seguido todos los tratamientos posibles de los mejores especialistas de Portugal, pero no sirvió de nada. La esposa, como último recurso, en Octubre de 1927, se encomendó a la Virgen de Fátima, a la que hizo una promesa, mientras suministraba al marido, sin su consentimiento, gotas del agua prodigiosa. Sobre la almohada del enfermo, dejó un ejemplar de Voz de Fátima, en la que narraba la curación milagrosa del Dr. Agacio Ribeiro. Joaquim, picado por la curiosidad, empezó a leerla. Con la lectura sintió crecer la fe y la esperanza en la Virgen. Inesperadamente, comenzó a orar a la Virgen de Fátima para que lo curase como había sanado al médico. En ese preciso instante se sintió transformado interiormente y totalmente curado: al día siguiente hizo su vida normal. Un mes después acudió con la familia a Fátima para agradecerselo a la Virgen.

Curación de un médico
Relatado por el Dr. Agacio da Silva Ribeiro: "Era la tarde del 9 de marzo de 1926. Conducía mi motocicleta a toda velocidad, cuando un neumático se escapó de la rueda. En la espantosa caida me fracturé la pierna, la clavícula, el metacarpo y tuve otras heridas laceradas y contusiones. Pensé en mi mujer y mis hijos que me esperaban. En trescientos- cuatrocientos metros estaba en casa. Invoqué a nuestra Señora de Fátima y esperé mi muerte. Pero, sin embargo, ví que la lucidez de mi mente se mantenía intacta: oré a la Virgen para salvarme. Mi mujer, informada de mi accidente, corría, y llena de confianza, se arrodillaba en la carretera y suplicaba a la Virgen que me ayudase. Cuando ella llegó con amigos me llevaron entre dolores terribles, primero al consultorio, y luego al hospital de la Universidad de Coimbra. Allí me curaron y para mi sorpresa y de mis colegas, no tuve fiebre ni hubo la más mínima infección. Sinceramente, este hecho, desde el punto de vista de la ciencia no se explica: no puedo contenerme de llamarlo milagro.
Yo que me sentía afortunado si consiguiese salvar la vida, aunque fuese sin pierna, me veo sano y salvo con mi pierna y sin cojear: sin la más mínima molestia. Estoy totalmente convencido de que sólo la intervención de Nuestra Señora de Fátima me ha salvado".

Curación extraordinaria
Emilia Martín, natural de Santiago, guardaba cama desde los seis años. Apenas podía moverse y, además, su estómago no toleraba alimento alguno. Llena de fe quería llegarse hasta Fátima, pero su situación económica no se lo permitía. Algunas personas devotas colectaron la cantidad necesaria para alquilar un coche y así Emilia partió con una enfermera y dos hermanas. Durante el viaje sus condiciones empeoraron y llegadas a Oporto, a Emilia se le administró la Extremaunción: aun así se arriesgó a reemprender el viaje. Cuando llegó el Santuario fue llevada en camilla al hospital: durante su internamiento sufrió varios síncopes, en uno de los cuales un médico afirmó que había muerto. La constancia de un asistente advirtió en la paciente algún latido cardiaco. se decidió entonces acercarla a la Bendición de enfermos. La apciente, apenas recibida la bendición, se despertó como de un sueño, abrió los ojos, se reanimó lentamente y recuperó la cosciencia. Sintió un bienestar general y exclamó "estoy curada... Sea alabada y se lo agradezco a Nuestra Señora de Fátima". El médico cuidador redactaba un atestado de curación total, en el que declaraba que el hecho había acontecido instantaneamente y, por eso, el caso no era clínicamente explicable.

Curación de un tumor
Assunta da Lanca Palma de 36 años, nació en Almodovar: desde 1925 comenzó a padecer del hígado, con cólicos hepáticos e ictericia. En 1935, aparecieron síntomas más graves: la radiografía reveló un quiste en la base del pulmón derecho, además de una espondilitis en la cuarta y quinta vértebra de donde provenían los contínuos dolores. A pesar de los cuidados prescritos por los mejores especialistas, Assunta sufrió una crisis muy fuerte: el tumor reventó causando abundantes hemoptisis. La hemoptisis del 12 de Enero de 1941 fue tan grave que todos consideraron a la enferma desahuciada. Le fueron administrados los últimos sacramentos. Assunta quiso participar en la peregrinación diocesana de Mayo a Fátima porque había depositado todas sus esperanzas de sanación en la Virgen de María. Posteriormente, ella misma contró en el proceso canónico como obtuvo su curación "recibida la bendición con el Sagrado Sacramento, impartida por el obispo de Leira, sentí como una sacudida eléctrica y todos los dolores desaparecieron: me puse de pie de un salto y agité los brazos". En el viaje de vuelta, dijo el médico de la peregrinación que su estado de salud era muy bueno. Desde el día de la curación ha gozado siempre de perfecta salud.

Sanación de la Tisis
Carmina de Conceiçao, una joven de 17 años vecina de Lisboa, estaba enferma de una clase de tisis galepante, que desde los cinco meses la obligaba a guardar cama, por fuertes dolores en todo el cuerpo: los especialistas que la trataban habían perdido toda esperanza de curación. Aun así, tras recibir los consuelos espirituales de su párroco, se enciende en ella la esperanza en la Virgen de Fátima, sólo a través de su intercesión podría sanar, por lo que pide ser llevada a Fátima. Su madre atiende su deseo y el 2 de Junio de 1931 llevan a la paciente en una silla-cama al hospital: al día siguiente oye misa misa en el hospital y recibe la bendición. No sucede nada y ella misma, conversando con el sacerdote, se declara dispuesta a aceptar la voluntad de Dios y de la Virgen María, sea la que sea. Inmediatamente después se siente inesperadamente mejor: se pone en pie y con sorpresa grita el milagro, mientras muchos acuden gozosos por el prodigio. El Dr. Pereira, que pocas horas antes había comprobado el gravísimo estado de la enferma, afirmó: "Es un auténtico milagro: una paciente llegada aquí en camilla, vuelve caminando por sus propios medios". Fue exactamente lo que había ocurrido. Carmina regresó en familia totalmente curada.