Rosa de Lima

El amor transforma

Epílogo

Aunque Santa Rosa provenía de una noble familia de inmigrantes españoles, no dudó en solidarizarse cuando su familia, debido a una serie de desgracias, se encontró en dificultades financieras. Desde la adolescencia, eligió seguir a Jesús de un modo mas íntimo, inscribiéndose en la Tercera Orden Dominicana y teniendo a Catalina de Siena como modelo y guía espiritual. Dedicada al cuidado de los pobres y los trabajos ordinarios que una chica de la casa está llamada a realizar a diario, impuso un régimen de vida austero marcado por penitencias extraordinarias.

A los veintitrés años se encerró en una celda de solo dos metros cuadrados, que había sido construida por su hermano en el patio trasero y de la que salió solo para ir a los servicios religiosos. Y es precisamente en esta estrecha prisión voluntaria donde pasó la mayor parte de sus días en la contemplación, en la intimidad con su Señor. Al igual que Catalina de Siena, también se le dio la gracia mística de participar físicamente en la pasión de Jesús, a quien había elegido como su Esposo, y durante quince años tuvo que pasar por la dura experiencia interna de la ausencia de Dios, ese trabajo del espíritu que San Juan de la Cruz llama la "noche oscura".

Una vida oculta y dolorosa fue la de Rosa, quien, condescendiente al Espíritu Santo, alcanzó la cima de la santidad. El mensaje que continúa comunicándose a los devotos que la invocan como protectora no solo en Perú y el continente latinoamericano, sino en todo el mundo, está bien expresado en uno de los misteriosos mensajes que recibió del Señor. "Todo el mundo sabe, le confió Jesús, que la gracia sigue a la tribulación; significa que sin la carga de las aflicciones uno no puede alcanzar la cima de la gracia; se entiende que cuanto mayor es la intensidad de los dolores, mayor es la medida de los carismas. Nadie se equivoque o engañe a sí mismo; esta es la única verdadera escalera al cielo, y fuera de la cruz no hay otra manera de ascender al cielo".

Que Santa Rosa nos ayude a abrazar la cruz con confianza como lo hizo ella, incluso cuando esto implica sufrimiento y fracasos aparentes. Su corta existencia estuvo marcada por innumerables sacrificios y penas, pero, al mismo tiempo, todo estaba lleno de amor por Cristo y poseia una gran serenidad. Se puede decir que en Santa Rosa se manifestó el poder de la gracia divina.

Santa Rosa se dejó abrazar por Dios, segura de que estaba en manos de un Padre, apoyada por una intensa piedad eucarística y mariana. El amor por la Eucaristía una vez la empujó a permanecer abrazada en el tabernáculo para defenderlo de las invasiones de los calvinistas holandeses que asediaron la ciudad de Lima. Y a María Santísima, a quien invocó sobre todo bajo el título de "Reina del Rosario", recurría constantemente. De hecho, fue la Virgen del Rosario quien le indicó la forma de vida a través de la cual se consagraría para siempre a Jesús en la Tercera Orden Dominicana.

Sucedió, de hecho, que cuando la familia se resignó a su negativa a casarse, Rosa ingresó al monasterio de Santa Clara. Sin embargo, no estaba completamente segura de que esta fuera la elección correcta y cuando, acompañada de su hermano, salió de la casa para ir definitivamente al monasterio, se detuvo frente a "su" Madre.

Rezó tan intensamente que se dio cuenta de que se había vuelto tan pesada como el plomo: Ni su hermano ni su sacristán pudieron levantarla. Y sólo cuando prometió a la Virgen volver a casa, la Virgen le sonrió y Rosa pudo levantarse fácilmente. Se convenció entonces de que podía llegar a Jesús a través del amor materno de la Virgen María.

El Señor nos llama a la santidad, a vivir su Evangelio en medio de una sociedad acostumbrada a la mentira y que fomenta el odio y la injusticia. Este es el objetivo de todos nosotros: anunciar la verdad y creer en el amor. Que su ejemplo sacuda nuestra indiferencia y nuestra aversión a toda forma de sufrimiento.

Rosa ante la santidad de Dios se humilla y se aniquila en lo profundo del propio "yo", donde encuentra su identidad creatural y el camino hacia la santidad. Este camino de fidelidad a Dios, sea el modelo de todos aquellos que quieren luchar para descubrir el Amor infinito de Dios.

S. Rosa a través de su experiencia mística y humana también toma conciencia de que sin la verdadera conciencia de los efectos que la "gracia divina" realiza en cada uno de nosotros, no es posible comprender el sentido de la vida y de nuestra fe, como también el de los sufrimientos que si no "ofrecidos en unión a los de Cristo" son para nosotros incomprensibles e inaceptables.

Volvemos a invitar

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