Ángeles


Ángeles

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Fátima

Las apariciones de la Virgen a tres pastorcitos de Fátima fueron preparadas y anticipadas por tres apariciones de un Ángel que invitó a Lucía, a Francisco y a Jacinta, a dedicar su tiempo a la oración y penitencia.
Lucía Dos Santos - Jacinta Martos - Francisco Martos

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Primera aparición en 1915

"Un bonito día, llegamos a un terreno, propiedad de mis padres, a los pies de la colina de la cual ya hablé. Aquel terreno se llamaba "Chiusa Vela". Hacia la mitad del la mañana empezó a caer una lluvia finita, un poco más gruesa que el rocío. Entonces, nos encaminamos por la vertiente de la colina seguidos por nuestras ovejas, buscando una roca donde cobijarnos. Después de jugar un rato, llegó un viento bastante fuerte que nos obligó a levantar la vista, asombrados, porque el trayecto era bonito. Entonces vimos, más allá de los olivos, la misma figura de la cual yo había hablado, que se dirigía hacia nosotros. Jacinta y Francisco nunca la habían visto y yo no les había hablado de ella. Mientras se acercaba, poco a poco, pudimos distinguir mejor sus facciones. Parecía un muchacho entre los 14 y 15 años, más blanco que la nieve, el sol lo hacía trasparente como si fuera de cristal. Era bellísimo. Acercándose a nosotros nos dijo "No tengáis miedo, yo soy el Ángel de la Paz. Rezad conmigo". Y arrodillándose, bajó la cabeza hasta tocar el suelo y nos hizo repetir tres veces estas palabras:
"¡Dios mío yo creo, adoro, espero y te amo! Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman"
Después se levantó y nos dijo: "Rezad así, los corazones de Jesús y María escucharán vuestras súplicas". Estas palabras penetraron tan profundamente en nuestro espíritu que nunca la olvidaremos".

Segunda Aparición en 1915

(El ángel de la guarda de Portugal)
"Un día de verano, aunque hubiéramos tenido que hacer siesta en casa, estábamos jugando entre los pozos, propiedad de mis padres, al fondo del jardín que se llamaba "Arneiro". Inesperadamente, divisamos la misma figura, el ángel parecía que nos decía; "¿Que hacéis? ¡Rezad, rezad mucho! Los sagrados corazones de Jesús y María tienen grandes proyectos de misericordia para vosotros. Ofreced constantemente al Altísimo oraciones y sacrificios". "¿Cómo podemos hacer sacrificios?", le pregunté. "Ofreced a Dios todo lo que podáis, un sacrificio, un acto de reparación por los pecados por los cuales es ofendido, y súplicas por la conversión de los pecadores. De esta manera, atraeréis la paz sobre vuestra Patria. Yo soy su ángel de la guarda, el ángel de Portugal. Pero, sobretodo, aceptad y soportad los sufrimientos que el Señor os enviará".

Tercera Aparición en 1916

"Un día fuimos a pastorear nuestro rebaño en un terreno que pertenecía a mis padres, en la ladera de la colina que se encontraba un poco más alta del "Valinhos". Era un olivar que nosotros llamábamos "Preguerie". Después de haber comido algo, decidimos ir a rezar en la gruta que se encontraba al otro lado de la colina. En cuanto llegamos, nos pusimos de rodillas, con la cara al suelo, y empezamos a repetir el rezo del ángel. No sé cuántas veces lo rezamos, pero en un cierto momento vimos una luz, jamás vista antes, que brillaba encima de nosotros. Nos levantamos para ver qué era lo que estaba sucediendo, y volvimos a ver al ángel con un cáliz sobre el cual estaba suspendida una Hostia. De la Hostia caían gotas de sangre que iban vertiendo en el cáliz. El ángel dejó el cáliz suspendido en el aire, si arrodilló cerca de nosotros y nos hizo repetir tres veces:
"Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, os adoro profundamente, os ofrezco el preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de nuestro Señor Jesucristo, presente en todos lo sagrarios de la tierra, en reparación de los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los que Él mismo es ofendido. Y, por los méritos infinitos de Su Santísimo Corazón y del Corazón Inmaculado de María, os pido la conversión de los pobres pecadores".
Después se levantó, tomó entre sus manos el cáliz y la Hostia, dio a los tres la Santa Hostia y la sangre del cáliz y, después, pronunció estas palabras:
"Tomad y bebed el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, horriblemente ultrajado por hombre ingratos. Reparad vuestros crímenes y consolad a vuestro Dios".
Postrándose nuevamente, repitió la misma oración otras tres veces. Después desapareció".