Alma
Gula
La gula es la locura del vientre, es un acto de egoismo que lleva al abuso de los alimentos, hace al hombre esclavo de la propia panza y es el camino privilegiado de acceso al pecado, para que el vientre se sacie más fácilmente, es inducido a la tentación. El pecado de gula se coloca en el momento en que,satisfecha el hambre, se para al puro placer por comer.
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La gula
Comemos para vivir y no vivimos para comer. Necesitamos comer, no sólo para satisfacer el paladar ni hacernos esclavos de la codicia y del placer. La codicia es, a veces, un refugio emocional, señal de que algo nos está devorando.
Las frustraciones del hombre no acaban nunca de crecer y se proyectan, en general, en el comportamiento alimenticio. La codicia es una enfermedad del alma que sobrecarga el corazón del hombre hasta alejarlo de los bienes espirituales.
Desde la necesidad de alimentarse hasta sobrepasar la saciedad hay una distancia donde anida el traicionero lazo de la concupiscencia, que acarrea peligros espirituales peligrosos.
Por la codicia del vientre nacen la grosería, la inconsciencia, la locuacidad y el aturdiemiento de los sentidos. En el pecado de gula confluye también el exceso de palabras, inducido por el entorpecimiento del cuerpo, por sus reflejos en la mente.
El placer inducido por alimentos y bebidas no son de por sí un hecho objeto de rígida condena, porque es un deseo connatural al hombre. Para que no degenere en la bestialidad de la concupiscencia, debe mantenerse en los límites. No son impuestos por áridos preceptos o mandamientos fundados en el temor a Dios: en una edad en el que el mundo laico experimenta nuevas formas de autonomía, los límites son dados por la razón, que debería regular el deseo.
Define el pecado como el mal del alma que consiste en prescindir de la razón Santo Tomás, pues el pecado es un acto malo o desordenado.
La glotonería tiene dos formas: una referida a los alimentos y la otra a las bebidas alcohólicas. Ella aturde la facultad de eentender, genera decadencia, confunde las palabras, intoxica el cuerpo y envilece toda la vida.
La embriaguez y la glotonería son dos pecados que no van casi nunca el uno sin el otro. Quien se deja llevar por uno fácilmente, se arriesga a caer en el otro. Seamos austeros, porque la austeridad custodia la sobriedad, porque es difícil ser sobrios en las fiestas y en la abundancia. La sobriedad se obtiene renunciando a todo exceso en el comer y en el beber.
Escribe San Pablo: "A muchos les he repetidos varias veces, y ahora con lágrimas en los ojos, que se comportan como enemigos de la Cruz de Cristo; la perdición será su fin, porque ellos, que han hecho del vientre su dios, presumen de lo que deberían avergonzarse: todos prefieren las cosas terrenales".
Si quieres poner remedio a la esclavitud del vientre, debes reemprender el equilibrio mediante la moderación de la gula: para que la templanza te haga más libre y puro, dueño de tus placeres antes que ser su esclavo de la gula: es un medio del que depende la felicidad.