La lujuria atrae

Concupiscencia

Monastero

Vida interior
"Cada uno es tentado por su propia lujuria que lo atrae y lo seduce; entonces la lujuria concibe y engendra el pecado, y el pecado, cuando se consume, produce la muerte".
(Gc 1:14-15).

Toda tentación deriva de nuestras pasiones fomentadas por Satanás, maestro en el engaño. Dios permite al hombre experimentar la tentación de ser puesto a prueba y a través del libre aribitrio demostrar su amor por Dios.

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La tentación es una fuerza

Ay si aceptas el diálogo, porque ese pensamiento una vez que tome posesión de tu corazón, será muy difícil entonces que lo puedas eliminar. Si de alguna manera consientes, la lucha ha terminado y, en consecuencia cometerás el mal.

Las tentaciones tratan de excitar tus sentidos de transgredir toda moral. Empuja tu mente hacia el relativismo, el individualismo, la indiferencia, el materialismo, a excluir a Dios de tu vida.

Cuanto más profunda, más sutil y dramática sea la forma en que la tentación trate de golpear tu espíritu, el propósito es hacer que caigas en la desesperación. El primer ataque es dudar de la fe, con la insinuación venenosa que puedes por ti mismo sentir el delirio de omnipotencia y ser el dueño de tu destino. El diablo te tienta, pero si caes en la tentación, el que decide hacer el pecado eres tú, las acciones que decidas cometer es fruto de tu elección.

El diablo es el mentiroso por excelencia, astutísimo e inteligentísimo, capaz de engañar haciéndote creer que lo malo es bueno. Cuando no se puede dejar de actuar por el bien trata de hacer que cambies por otro menor. Trata de convencerte de que está por encima de tu fuerza o demasiado alto para tu situación. Su táctica es cansarte con pensamientos de preocupación para distraerte, entristecerte, reducir tu valor, debilitarte en la práctica del bien y llevarte a la laxitud y la apatía.

Los primeros ataques se diseñan cada vez más para hacer que caigas en pecado mortal; pero si ve que no puede tener éxito, cambiar de táctica, y te llevará a cometer numerosos pecados veniales. Esto es para que al estar espiritualmente débil, más adelante, si no tienes cuidado no será un gran esfuerzo hacerte caer en pecado mortal. Debes estar alerta de unirte a las buenas inspiraciones y supervisar cuidadosamente los pensamientos y examinarlos en sus inicios, en su progreso y plazo.

El diablo quiere ser tu caída, sus métodos, sus engaños y estrategias dependen de tu implicación con el pecado. Si tú ya estás en la esclavitud del pecado, el diablo siempre te cegara más para hacerte caer siempre en el mismo pecado, si no peor que en otros peores, en próximas situaciones con rapidez. El hábito te ciega y en este círculo vicioso te deriva en el abismo del vicio.

El único remedio para liberarse de esta esclavitud es pedirle de todo corazón al Creador que te libre de la oscuridad del pecado.

Las tentaciones del diablo ciegan los ojos y endurecen tu corazón, te lleva por amplios caminos a la perdición. ¿Quieres cegarte por no reconocer las consecuencias de sus acciones. Te lleva hacia la frialdad de corazón para hacerte inmune a todos los abogados y excluirte de toda la humanidad. Por último te estimula para que se cedas a cada atracción del mundo.

Sin embargo, cualquier tentación pierde su poder cuando te alejas de ella. Si deseas deshacerte de él, tienes que dar la espalda a la tentación; y perderá su poder. Cuando están brotando malos pensamientos: parar, pensar, analizarlos, cambiar inmediatamente los pensamientos, para que no se las arregle en arrastrarte en la dirección que desea que te lleven estos pensamientos.
Cuando brotan los sentimientos y deseos malvados, dan a luz las malas fantasías y libera los deseos incontrolables, se convierte en el amo de tu mente y tu cuerpo. Por lo tanto cambia inmediatamente o elimina estos pensamientos mientras puedas.

Cuando eres tentado a hacer una mala acción, mira el camino que tienes por delante y considera las consecuencias inevitables de ese acto. Parar, pensar, poner en acción frenos mentales. Cambia inmediatamente los pensamientos edificantes cambiando las cosas.

Si eres obediente a los principios del Evangelio, verás disminuir el poder de atracción de las cosas del mundo. Cada elección correcta a tomar te dará un mayor poder espiritual. El hábito de hacer las cosas bien creara una gran fuerza interior y construirá el carácter. Debemos esperar ser tentados, porque sin la tentación no habría aprendizaje y ninguna posibilidad de conseguir las virtudes.