Monasterio invisible


Liberación

Monasterio Gracias a mi director espiritual pude encontrar la grieta para salir del laberinto de mi mente.

Me di cuenta de que nunca tendrás que llegar a un acuerdo sobre lo que ofende a la persona honesta.

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La vida

La vida es un conjunto de momentos bonitos y menos bonitos donde los problemas, a las veces, prevalecen y nos arrebatan la serenidad y la esperanza de futuro. Desde la infancia siempre he sido una persona alegre y consciente de que las dificultades son parte integrante del vivir, de que hay que afrontarlas con decisión para hallar, antes o después, una solución.

En el transcurso de los años no he dado importancia a cómo estaba cambiando mi vida, pero me tranquilizaba diciéndome que eran las dificultades, las enfermedades y la maldad de la gente que me habían cambiado la manera de percibir la existencia. Mi mente estaba como encarcelada por demasiados miedos. Hasta una simple palabra equivocada, pronunciada por cualquiera, me provocaba una ansiedad y una angustia que perduraba por mucho tiempo. Por fin me di cuenta de que estaba sufriendo exageradamente por una cosa de poco.

Prisionera
Era prisionera de mis pensamientos y no conseguía entender el por qué. A pesar de los esfuerzos no conseguía romper esta fijeza mental. Estaba encerrada en un laberinto del cual no sabía encontrar el camino de salida. El intelecto me ponía en guardia de la exagerada importancia que atribuía a la contrariedad, pero...

Mi mente era presa de una desmesurada incertidumbre que me hacía dudar de cada decisión. Llegué hasta el punto de no saber decidir autónomamente y tenía necesidad de un continuo consuelo de alguna persona que me asegurara que mi actuar era correcto. ¿Dónde hallar las certezas para poder decidir sobre mi vida?

Fui precipitada hacia una situación paradójica donde las dudas, los miedos, las ansiedades y las angustias se habían convertido en las compañeras de mis días. La resignación me dominaba y era consciente que si no encontraba una solución no me liberaría jamás.

Reflexión
Comencé así a reflexionar sobre mi pasado. Recordé que de joven era alegre, feliz y optimista, características que eran parte integrante de mi solar personalidad. Estas particularidades se me fueron apagando lentamente después del matrimonio para introducirme en un estirpe totalmente diferente de la mía. Allí imperaba la prepotencia y el abuso. Acostumbrada como estaba a considerar las razones ajenas, a atender a los sentimientos además de las razones del corazón, me encontraba perdida.

Mi marido, a pesar de sus declaraciones de amor, me dejaba a merced de la maldad de su familia y yo, creyéndolo también a él víctima, lo justificaba. Sin embargo, su actuar conmigo y con los hijos era de prevaricación, y por eso mi mente no lograba discernir la realidad.

Súplicas a Jesús
El rezo se convirtió en mi único refugio, suplicaba con ardor Jesús para que viniera en mi auxilio. Jesús atendió mis afligidas súplicas concediéndome la gracia de conocer un director espiritual. A partir de ahí he iniciado un camino espiritual que me ha permitido abrir los ojos del alma. He comprendido que estaba ahogando mis ideales y mis sueños. En síntesis, me estaba apagando a mí misma por completo.

A través del director espiritual comprendí que el error había sido confiar plenamente mis procesos a una persona muy diferente de mí. Creía cambiar su pésima personalidad, pero no me era posible. Mi marido pretendía que yo me adecuara completamente a su modo de pensar y de actuar. Incluso me obligaba a perseguir sus proyectos divergentes de los míos. Su arrogancia me infundía miedo y terror y por eso creí que tenía que renunciar a vivir. Lo he secundado para evitar discusiones y litigios, para no hacer sufrir a los hijos, para no comprometer nuestra unión.

Había decidido a solas
Creía que la única solución era aceptar la prepotencia de mi marido y así, sin compensación alguna, me he dejado plagiar. Mi mente se estaba volviendo suya y de su familia. Yo actuaba y pensaba en función de su aprobación. Mis pensamientos, como mis ideas, se disolvieron en la nada y lo que era un tierno amor fue engullido por abismo de su posesión.

Comprendí entonces que para vivir habría tenido que oponerme a sus prepotencias y vejaciones, porque no se puede vivir persiguiendo un proyecto de otros si esto conduce a la muerte del alma y al vacío interior.

Il Paso
Gracias a mi director espiritual he logrado hallar la puerta para salir del laberinto de mi mente. He comprendido que no es necesario someterse a pactos cuando éstos pueden herir a la persona honesta. Ahora estoy convencida que nosotros hemos sidos creados por Dios con la inteligencia necesaria para adoptar las decisiones útiles y buenas para nuestro vivir, no con prepotencia pero sí con las propias ideas y el amor, complementándonos con la persona querida y decidiendo con ella la solución mejor.

Consideraciones
Esta dolorosa experiencia me ha enseñado:

  • Necesitamos estar atentos a la persona a quien confiamos el propio corazón y la misma vida, porque si la persona es árida hará de todo para convertirte en esclava de sus deseos, romper tus sueños y hacerte infeliz.

  • He comprendido que siempre necesitamos escuchar el intelecto, que nos sugiere lo que es justo hacer. No necesitamos seguir en ningún modo a otra persona en su insensatez, es más es necesario encontrar fuerza para luchar por lo que se cree justo.

  • He entendido que, para hallar la alegría y la serenidad, es necesario aceptar a las personas tal como son. Si no son buenas necesitamos rogar por ellos para que Jesús pueda convertir sus corazones y conceder paz a nuestro corazón para liberarlo del rencor.
Ahora, con la ayuda de Jesús, he asimilado todas estas cosas y mi existencia se ha vuelto feliz. Estamos contentos y felices, las personas que habían abusado de mí me respetan porque he hallado el coraje de luchar por lo que creo. Como por encanto se ha disuelto aquel sentido de miedo que me había encadenado al mal durante mucho tiempo.

Deseo dar gracias a Jesús, a mi director espiritual, a los hermanos del Monasterio Invisible que me han apoyado con el rezo. Sí, la oscuridad de mi mente ha sido vencida por la luz deslumbrante de la Verdad que ha restituido en mi alma el respiro, el gozo y la capacidad de volar en el Cielo de Dios.
. María