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La palabra

Mi Palabra, dice Jesús, es la Palabra del Padre y el amor del Espíritu Santo. Es un maná espiritual que llena de dulzura y, de ser preservado y practicado, abre las puertas de la vida eterna y da un lugar en el Paraíso.

Yo soy el Señor, soy el que encuentra su alegría en los niños que saben escuchar, porque es necesario para vivir, creer y caminar por mi palabra. Yo soy el Camino, La Verdad, La Vida. Fuera de mí no hay otro camino, Yo soy.

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Propósito

No te sorprendas si te enamoras de la debilidad de la caída, porque es natural que la debilidad sea frágil y la pobreza sea miserable. No te compadezcas, levántate y proponte dejar de ofender a Dios. Pon tu confianza en la Divina Misericordia y luego retoma el impulso hacia el camino de la virtud.

No actúes impulsivamente para no caer en la ansiedad con un corazón preocupado y atormentado, ya que será una fuente de perturbación en cuanto a la razón y el juicio. Los que andan en apuros, dice Salomón, están en peligro de tropezar y arrasar con todo.

"La presunción de ser fuerte impide que seamos estables, nadie va a ser más fuerte que tú, si tú no te sientes débil".
(San Agustín).

Fortalece la determinación de no volver a pecar y abandónate confiado en los brazos de Dios. No dudes de su perdón y de la salvación eterna: "Echa tu carga sobre el Señor y él te sustentará".
(Sal 54,23).

El profeta dice: "Los que esperan en el Señor, tendrán nuevas fuerzas, desplegarán sus alas como las águilas, correrán y no se cansarán, caminarán y no se fatigarán".
(Isaías 40,31).

Las inspiraciones que Dios te puede dar son percibidas como invitaciones o como motivaciones internas que oyes provenientes del corazón las cuales te impulsan hacia las virtudes de Su Amor. No te opongas, sino escucha con calma, dale tu consentimiento, es el camino correcto para convertirte en virtuoso y agradable a Dios.

(Tomado de: "Cómo encontrar el amor de Dios")

Escucha la Palabra

La Biblia es la palabra de Dios que habla a nuestros corazones. Quién quiere vivir en Jesús debe escuchar estas palabras divinas que inducen a la sabiduría y, por medio del Espíritu, iluminan el intelecto.

"Si vosotros permanecéis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos, conoceréis la verdad y la verdad os hará libres".
(Jn 8,31-31).

Jesús es el que ama a Dios, el que oyó las palabras del Padre hasta el final y obedeció incondicionalmente a la voluntad del Padre.

Cada uno se predispone a escuchar, presta atención primero para aprender en un nivel intelectual, entonces, si el interés crece, escucha la Palabra que despierta la emoción desde el corazón. Estas emociones penetran en las profundidades de nuestro ser para guiar nuestras acciones y conducirnos hacia una participación total hacia Dios y hacia el prójimo.

Toda la felicidad y la alegría que se pueda imaginar están en Jesús, de hecho, puedes encontrar el camino del amor que te permite sumergirte en Su corazón. Él quiere ser protagonista de nuestro futuro en Su omnipotencia. Él quiere darnos la bienvenida como a los niños y llenarnos de alegría y felicidad. Él no pide nada, sólo nos invita a abrir el corazón para comprender. Es la voz del amor susurrando a cada corazón, depende de nosotros escucharlo.

La manera de llegar a ser ganadores es esta alianza que se debe buscar por todos los medios. Convencidos de la miseria humana y de nuestra nada, clamamos a Aquel que todo lo puede.

Haz oh Señor Tu voluntad. Ten piedad de nosotros, para que podamos llegar a ti. Señor escucha esta oración, que nuestras almas no fallen. Oh Dios concédenos las virtudes que nos conviertan, muéstranos tu rostro y seremos salvos.

El Señor dice: "Yo soy tu salvación, tu paz, tu vida" (Sal 34,3). Únete a mí, y encontrarás la paz. No te preocupes por lo que es transitorio, pon por objetivo la eternidad. Así que deja de lado todo lo superfluo y hazte aceptable a Tu Creador, para que puedas alcanzar la verdadera felicidad.