Milagros Eucarísticos

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Milagros

Pan de los Angeles

"Yo soy el pan de la vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, y el que crea en mí, no tendrá nunca sed".
(Jn 6,35).

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Fármaco de inmortalidad

El más grande de los milagros que Dios nos ha concedido es el regalo del Eucaristía, nuestra mente a veces se pierde atónita, dudosa e incrédula por aquello que es y queda: el milagro del amor. Dios baja hasta el hombre y parecido al fuego ardiente consume nuestros pecados y nos ilumina el alma.

Los Milagros Eucarísticos documentados pueden ayudar a los dudosos a ultranza a vencer la desconfianza y a rendirse a las palabras veraces de Jesús: "Yo soy el pan de la vida".

Milagro Eucaristico de Casia

A Casia, en la Basílica dedicada a Santa Rita, se conserva la Reliquia de un insigne Milagro Eucarístico, sucedido cerca la ciudad de Siena, en 1330.

Un sacerdote fue mandado llamar por un campesino enfermo para poder recibir la Comunión. Éste, tomó una Partícula consagrada y la depositó sin reverencia entre las páginas de su breviario. Llegando a la casa del enfermo, después de haber escuchado la confesión, abrió el libro para extraer la Hostia, pero para su gran sorpresa, constató que la Partícula se había teñido de sangre viva, de modo que impregnaba las dos páginas entre las cuales había sido puesta. El sacerdote, entre la confusión y el arrepentimiento, se dirigió inmediatamente a Siena, al Convento agustino para pedir consejo al Padre Simón Fidati de Casia, conocido por todos como un hombre santo. Éste, habiendo escuchado la narración, concedió el perdón al sacerdote y pidió poder tener consigo las dos páginas manchadas de sangre. Muchos Papas han promovido el culto, concediendo indulgencias.

En el acto de reconocimiento de la Reliquia del Milagro Eucarístico de Casia en 1687, se reporta un texto de un Código muy antiguo del convento de San Agustín, con numerosas informaciones acerca del Prodigio. Además de este código, el episodio es también mencionado en los Estatutos Municipales de Casia del año 1387.

Entre otras cosas, menciona la prescripción de que "cada año en la fiesta del Corpus Domini, el corregidor, los cónsules y todo el pueblo de Casia, cumplieran con el deber de reunirse en la iglesia de San Agustín para luego seguir al clero que llevaría la venerable Reliquia del sagradísimo Cuerpo de Cristo en procesión por la ciudad".

En 1930, con ocasión del sexto centenario del Milagro, fue celebrado en Casia un Congreso Eucarístico para toda la diócesis de Nurcia. Allí mismo se inauguró una preciosa y artística Custodia y se publicó toda la documentación histórica a cerca del Prodigio.

Milagro Eucaristico de Ferrara

En la Basílica de Santa María en Vado todavía es custodiada la reliquia del Milagro Eucarístico ocurrido en el 1171.

Alrededor del siglo VII la devoción de los fieles por la Virgen de "San Lucas", a la que fueron atribuidos muchos milagros, elevó justo sobre el paso del río "Ferraruolo" una pequeña Iglesia que tomó el nombre de "Santa María del Vado".

El 28 de marzo de 1171, el prior de los Canónigos Regulares Portuensi, el Padre Pedro de Verona, estaba celebrando la Misa Pascual, siendo asistido por tres hermanos (Bono, Leonardo y Aimone). En el momento de la fracción, la Hostia consagrada salpicó un flujo de Sangre, llegando a manchar visiblemente la bóveda que estaba sobre el altar.

Las historias narran "el sagrado terror del celebrante y la inmensa maravilla del pueblo que desbordaba la iglesita". Muchos testimonios afirmaron haber visto que la Hostia asumía el color de la Sangre y que en ella se dejaba ver claramente la figura de un niño. El Obispo Amato de Ferrara y el Arzobispo Gerardo de Ravenna fueron informados del Prodigio, pudiendo constatar ellos mismos la Sangre impregnada en el techo, es decir, "la Sangre que en forma muy viva teñía de rojo la pequeña bóveda del altar".

La iglesia se convirtió muy pronto en meta de peregrinaciones. Fue restaurada en varias ocasiones y ampliada por orden del duque Hércules I d'Este, a partir del año 1495.

Son muchos los testimonios que hablan del Milagro, entre ellos, el más importante es la Bula Pontificia del Papa Eugenio IV (30 de marzo de 1442). En ella, el Pontífice menciona el Prodigio haciendo referencia a los testimonios de los fieles y a las antiguas fuentes históricas. El manuscrito de Gerardo Cambrense, conservado en la Biblioteca Lamberthiana de Canterbury, es el documento más antiguo (1197) que narra el Prodigio. El historiador Antonio Samaritani ha recuperado estas narraciones en su reciente obra Gemma Eccelsiastica. Otro documento de importancia es la Bula del Cardenal Migliorati del 6 de marzo de 1404. En ella se conceden indulgencias a "quien visitará la iglesia y rendirá honores a la Sangre Prodigiosa".

Aún hoy, el 28 de cada mes, en la Basílica de San Gaspar del Búfalo, los Misioneros de la Preciosísima Sangre, ofician la Adoración Eucarística en memoria del Milagro. Cada año, en preparación a la fiesta del Corpus Domini, se celebra la solemnidad de las Cuarenta horas. En 1971 ha sido celebrado el octavo centenario del Milagro.

Milagro Eucaristico de Bolsena

Las modernas investigaciones históricas confirman los más antiguos testimonios acerca del Milagro sucedido en el verano de 1264.

Un sacerdote de Bohemia, Pedro de Praga, se dirigió a Italia con el fin de obtener una audiencia con el Papa Urbano IV, quien durante el verano se había trasladado a Orvieto, junto con sus cardenales y numerosos teólogos, entre ellos Santo Tomás de Aquino. Pedro de Praga, luego de haber sido recibido por el Papa, emprendió el camino de regreso hacia Bohemia, pero en el camino se detuvo en Bolsena, donde celebró la Misa en la iglesia de Santa Cristina. En el momento de la consagración, mientras el sacerdote pronunciaba las palabras que permiten la transubstanciación, sucedió el milagro, descrito así en una placa de mármol:

De pronto, aquella Hostia apareció visiblemente como verdadera carne de la cual se derramaba roja sangre excepto aquella fracción, que la tenía entre sus dedos, lo cual no se crea sucediese sin misterio alguno, puesto que era para que fuese claro a todos que aquella era verdaderamente la Hostia que estaba en las manos del mismo sacerdote celebrante cuando fue elevada sobre el cáliz.

Gracias a este milagro, el Señor fortificó la fe de Pedro de Praga, sacerdote de grandísima piedad y moral, pero que lamentablemente dudaba de la real presencia de Cristo velado en las Especies, es decir, en las apariencias sensibles del pan y del vino.

La noticia del Milagro se difundió inmediatamente, y tanto el Papa como Santo Tomás de Aquino pudieron verificar el milagro. Luego de un atento examen, Urbano IV no sólo aprobó su autenticidad, sino también decidió que el Santísimo Cuerpo del Señor fuese adorado a través de una fiesta particular y exclusiva. Es así que decidió extender la fiesta del Corpus Domini, hasta ese momento únicamente fiesta de la diócesis de Liegi, a toda la Iglesia Universal.

El Papa encargó a Santo Tomás la creación de la liturgia que acompañaría la Bula "Transiturus de hoc mundo ad Patrem". En ella, se exponen las razones de la importancia de la Eucaristía, es decir, la presencia real de Cristo en la Hostia.

Milagro Eucaristico de Macerata

El 25 de abril de 1356, en Macerata, un sacerdote, cuyo nombre se desconoce, estaba celebrando la Misa en la capillita de la iglesia de Santa Catalina, propiedad de las monjas benedictinas. En el momento de la fracción del pan, antes de la Comunión, comenzó a dudar de la presencia real de Jesús en la Hostia consagrada. Fue en ese preciso momento que con gran susto, vio que de la Hostia consagrada brotaba un abundante chorro de sangre que llegó a manchar parte del corporal y el cáliz que estaban sobre el altar.

En Macerata, en la iglesia Catedral de Santa María Asunta y San Julián, bajo el altar del Santísimo Sacramento, es posible venerar la Reliquia del "corporal manchado de sangre". En la misma iglesia, se conserva también un pergamino de la época en el que se describe el Prodigio.

El historiador Ferdinando Ughelli cita este Milagro en su obra Italia Sacra del año 1647. Allí describe que ya desde el siglo XIV "el corporal era llevado en solemne procesión por la ciudad, custodiado en una urna de cristal de plata, con la participación de toda la comarca del Piceno". Todos los documentos concuerdan en la descripción del hecho prodigioso.

Un sacerdote, comenzó a tener fuertes dudas durante la Misa acerca de la realidad de la transubstanciación. Cuando fraccionó la Hostia Magna, vio que de ella comenzó a destilar sangre hasta el punto de manchar el corporal y el cáliz.

El sacerdote informó inmediatamente al Obispo Nicolás de San Martín sobre lo ocurrido, el cual ordenó llevar la reliquia del corporal ensangrentado a la Catedral e instituyó un proceso canónico regular.

En 1494 se instituyó en Macerata una de las primeras Confraternidades en honor al SS. Sacramento (1494), y fue precisamente allí que nació la práctica piadosa de las Cuarenta horas (1556). Cada año, en ocasión de la fiesta del Corpus Domini, el Corporal del Milagro es llevado en procesión detrás del Santísimo Sacramento.

Milagro Eucarístico de Dijon - Francia, 1430

En 1430, en Mónaco, una mujer compró una Custodia que estaban rematando, la cual había sido seguramente robada ya que contenía aún la Hostia Magna para la adoración. La mujer, desconociendo todo lo que concierne a la presencia real de Cristo en la Eucaristía, decidió sacar de la Custodia la Hostia ayudada por un cuchillo. De pronto, la Hostia comenzó a derramar Sangre viva que inmediatamente se secó, para luego dejar estampada la imagen del Señor sentado sobre un trono semicircular y a sus lados, la presencia de algunos instrumentos de la Pasión.

La mujer, llena de confusión, se dirigió al canónigo Anelon, quien conservó dicha Hostia. El episodio llegó a oídos del Papa Eugenio IV, el cual quiso donar la Hostia milagrosa al duque Felipe de Borgoña, quien a su vez, la donó a la ciudad de Dijon. Con certeza, se sabe que en 1794, la Hostia milagrosa se encontraba aún en la Basílica de San Miguel Arcángel. Sin embargo, el 9 de febrero de ese mismo año, la municipalidad de Dijon, confiscó la iglesia para consagrarla al templo de la nueva secta de "la Raison", es decir, de la "diosa razón". La Hostia milagrosa fue quemada.

Muchos son los documentos y las obras de arte que ilustran el Milagro. Una de ellos son los vitrales de la Catedral de Dijon, en los que están representadas algunas escenas principales del Prodigio.