Guadalupe
Mas de 20 millones peregrinos visitan cada año el Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, situado en los margenes de la Ciudad de México, que es el Santuario mas frecuentado no solo de todo el centro y Sudamerica sino también de Lourdes y Fatima.
Únete a nosotros
Nuestra Señora de Guadalupe
La Santa Virgen aparece por la primera vez en esta región el 9 de diciembre de 1531 a Juan Diego de Cuautitlan, (Cuauhtiatohuac en lengua azteca, "aquel que rita como un águila" nacido en 1474 y bautizado en 1525 con el nombre de Juan Diego). Un "pobre indígena" que pertenecía a los indígenas macehuales. Juan Diego se había convertido desde hacia poco tiempo al catolicismo y cultivaba un profundo lazo con la Reina del Cielo, que consideraba su madre.
Aquella manana mientras estaba atravesando el cerro del Tepeyac dirigiendose a la Iglesia de Santa Cruz, donde se celebraria la Fiesta de la Inmaculada Concepcion, fue atraído por una música celestial y por una voz dulcisima de Mujer y de una belleza sobre humana, cubierta de un manto radiante como el sol, que le dice ser: "La Virgen María, la madre del verdadero Dios" y le ordeno dirigirse al Obispo y referirle que deseaba que se erigiera un templo a los pies del cerro. Juan Diego se pudo en camino para llegar a la residencia del Obispo y referir el mensaje de la Señora del Cielo. Pero el Obispo no le hizo caso, le prometió solamente que lo reflexionaria, aun cuando si en realidad no le había creído.
En el camino de regreso Juan Diego, encontró nuevamente en el Tepeyac a la Virgen María, le contó acerca del fracaso con la respuesta del obispo y le pide que le suspenda el encargo ya que se consideraba indigno. María lo tranquilizo y lo animo y lo invito a regresar al día siguiente con el Obispo. Juan Diego acepto con gusto y cuando regreso con el obispo lo exhorto a cumplir el deseo de la Madre Celestial. Esta vez el Obispo inició a creerle pero interrogo largamente a Juan Diego acerca de las apariciones y al final le pidió una señal del cielo. La Virgen le promete dárselo al día siguiente.
Al día siguiente Juan Diego no podría regresar con la Virgen porque encontró a su tío Juan Bernardino gravemente enfermo, con una fiebre altísima; ya que las condiciones del enfermo empeoraban decide correr a Tlatelolco para llamar a un sacerdote. Cuando se acerco a Tepeyac para evitar el encuentro con la Señora decide cambiar camino y le da la vuelta al cerro. Pero la Señora se le aparece enfrente de el, envuelta de una luz resplandeciente y le pregunto el motivo de tanta prisa. Juan Diego temeroso y confundido se postro a sus pies y le pide perdón por no poder cumplir el encargo confiándole la grave enfermedad de su tío.
La Virgen lo calmo y le pide no preocuparse por su tio porque el ya se había curado, después lo invito a subir a la cima del cerro de Tepeyac para recoger flores. Era el 12 de Diciembre y no era ciertamente ni el lugar ni el periodo, para que en ese desolado pedregal crecieran flores. Juan Diego maravillado al llegar a la cima encontró frescas y esplendidas rosas de Castilla, que florecieron milagrosamente fuera estación.
Extendiendo su manto (tilma) como si fuera un delantal las recogió, y las llevó a María Santísima. Pero Ella le mandó llevarla al Obispo como prueba de veracidad de las apariciones. Juan Diego obedeció y ante la presencia del Obispo, refirió el mensaje de la Virgen y mientras tanto abrió su manto blanco, que hasta entonces había fuertemente estrecho al pecho: apenas las rosas cayeron, sobre el manto apareció a la vista de todos la bellisima imagen de la Santísima Virgen, tal cuál se puede admirar hoy en el Santuario de Tepeyac.
Frente a tal prodigio, el Obispo con todos los presentes cayeron de rodillas intensamente tocados. La mañana del día siguiente el sacerdote acompañado por Juan Diego fue al Tepeyac para ver el lugar donde la Virgen pidió que se le erigiese un templo. La noticia del milagro se difundió enseguida en los alrededores, siempre extendiéndose de más. Zumàrraga ordenó en primer lugar la construcción de una capilla sobre el lugar de las apariciones y luego hizo trazar los planos para la construcción de una basílica.
Para el pueblo mexicano María Santísima proclama la salvación a través de las flores y del canto. El Señora del Cielo se presenta en lengua nàhuatl, prometiendo socorro y protección a todos los hombres. La imagen de una María mexicana imprimida milagrosamente sobre el manto, el lenguaje local usado por ella mismo como título devocionario, la relación con las antiguas divinidades y los acontecimientos milagrosos en relación con las apariciones estimularon una conversión de masa entre los aztecas: casi nueve millones de indígenas fueron bautizados en pocos años.
En 1600 la capilla fue por la primera vez considerablemente ampliada y en 1622 de nuevo reestructurado. En 1694 por fin fue puesta la primera piedra para la fundación de una gran basílica; en 1709 el icono de la imagen milagrosa de la Virgen fue desplazada al altar mayor. El extraordinario icono resiste por 178 años a los influjos del tiempo, al humo de las velas y al sudor de los romeros. Todavía hoy, a pesar de los siglos pasados, podemos contemplar una Virgen de los colores vivos que emana una ternura infinita.
El Tilma es un rudo manto (168x105cm), tejido en una típica fibra de agave mexicano, constituido por dos trozos de este material costuras con hilo blanco. Sobre de ella se ha imprimido la imagen de la Virgen de estatura de 143 centímetros. María es de color moreno, como los indios, manos juntas, aspecto noble y el vestido rosa bordado de flores. Un velo o manto azul-mar bordado de estrellas doradas que le cubre desde la cabeza y baja hasta los pies que apoyan sobre la luna. Doce rayos de sol le enmarcan el rostro.
En 1929 un minucioso examen científico conducido por expertos descubrieron que en las pupilas de los ojos de María esta reflejada como en un negativo la imagen de Juan Diego, con el Obispo y un grupo de personas, presentes en aquel momento durante el prodigio de las rosas. Pero otros resultados sorprendentes resultaron de los estudios de la imagen de la Virgen de Guadalupe. Hechos en dos hilos procedentes de fragmentos de la tilma de Juan Diego, por el director de la sección química del Kaiser Wilhelm Institut de Heidelberg, el doctor Richar Kulm, premio Nobel para la química en 1938,: en 1936 él halla que sobre las fibras del tejido no hay huella de colorantes, ni vegetales, ni minerales, ni animales los colores no tienen algún origen terrenal y los materiales son completamente desconocidos.
Bien pronto María fue considerada la protectora de México. Numerosas copias de la imagen pintada sobre el manto de Juan Diego fueron reproducidas y se volvieron objeto de culto. En el 1737 la Santísima Virgen fue declarada patrona de México.
En el 1754 fue instituida una fiesta mayor con el Breve pontificio Non est Equidem y la basílica de Guadalupe fue elevada al rango de la Basílica Laterana de Roma.
Papa Leo XIII dispuso que el 12 de octubre de 1895 fuera celebrado la coronación de la imagen milagrosa.
Papa Juan Pablo II ha declarado a María "Madre de las dos Américas". Hoy Guadalupe es el corazón del peregrinaje sudamericano.
Fenómenos inexplicables, acontecimientos que revelan el origen milagroso de la imagen y comunican al mundo un mensaje de esperanza se repiten cada año. Nuestro Señora de Guadalupe nos invita a abrir nuestro corazón a la obra de Jesús que nos quiere y nos salva. Entregarse a la escuela de María es indispensable en cuanto a que Ella es maestra de humanidad y de fe y nos indica cómo recorrer las sendas que recorrer y ser un seguidor de Su Hijo Jesús.