Cristiana
Cuando dos personas son amigos, ambos deben superar las barreras del egoísmo, adquirir la capacidad de estar en silencio cuando es necesario. Más aún, saber escuchar, estar presente, pero sin imponerse, ser útil, cuando sea necesario soportar, ser humilde al dar y pedir perdón.
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Amistad Cristiana
Cómo debe ser una buena amistad, lo indica Jesus cuando nos invita a una mayor perfección. De hecho, nos pide amar a los demás como a nosotros mismos; amar incluso a los que nos maltratan. Es un modelo de amor: "Amaos los unos a los otros como yo os he amado".
(Jn 15,12).
No puede haber un modelo superior y más perfecto, de hecho, va más allá de las costumbres más arraigadas y defectos humanos. Puede parecer a primera vista fuera de nuestra limitada y pobre naturaleza humana. Tal generosidad y sacrificio solamente son posibles con la ayuda de Dios, el cual, a través del don de la gracia, puede elevar al hombre a la altura divina. Por eso, la amistad, desde el punto de vista cristiano, es un don sobrenatural dulce y suave, el fruto del amor al prójimo, mostrado por el Salvador a través de los Evangelios.
Un verdadero amigo es un regalo precioso, fruto de una ardua batalla librada contra el egoísmo que late en nuestros corazones humanos. Lo mismo sucede con el paso de los años que utilizamos para distinguir a los amigos verdaderos de los falsos e interesados.
Sí, en la amistad cristiana se puede reconocer uno de los regalos más dulces ofrecidos por la infinita bondad de nuestro Señor Jesucristo. Un regalo que para que sea auténtico debe contener un fuerte amor por Dios que certifique la razón de su existencia. En estas condiciones, la amistad será un poderoso apoyo y alivio ante la amargura de esta vida, para continuar en la eternidad.
Mientras que el amor puede existir sin ser correspondido por la persona amada, la amistad no puede existir sin la reciprocidad, ya que este es el aspecto clave que hace permanente la amistad.
La amistad es por lo tanto una virtud, que establece las relaciones entre las personas y estimula al hombre para descubrir el uno al otro y, como resultado de su propia identidad como persona. Una relación humana que le permite vivir de una forma completa lleno de comprensión y respetando sus diferencias.
La amistad que se convierte en una virtud cristiana, basada en una fe profunda, se puede convertir en comunión espiritual y generar una forma de relación estable y duradera. Jesús dijo: "Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todo lo que oí de mi Padre os lo he dado a conocer." (Jn 15:15). Este es el punto de partida.
La amistad que nos lleva a compartir tanto los aspectos alegres como las dificultades puede ser la imagen de los primeros cristianos: "Todos los bienes eran compartidos y tenían todo en común: tenían propiedades, vendían sustancias y las distribuían para todos, según la necesidad de cada uno. Cada día estaba todo el mundo en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y generosidad, alabando a Dios y teniendo el favor de todo el pueblo".
(Hechos 2, 44-47).
La gloria de la amistad no consiste en tener la mano extendida, la sonrisa suave y regocijarse en compañía de los demás, sino es una unión espiritual, en la que alguien cree en nosotros y está dispuesto a confiar en nosotros. A los verdaderos amigos les encanta compartir los momentos preciosos de la vida juntos y disfrutar de las pequeñas cosas de la vida. Esta amistad es tan grande que no se puede expresar en palabras, pero hay que tratar.
Se puede decir que los amigos verdaderos intercambian mutuamente la confianza, los sueños, pensamientos, virtudes, alegrías así como los dolores. Ellos pueden separarse, pero la amistad no se apaga. La amistad es un sentimiento que hace que la vida valga la pena vivir y al mismo tiempo enseña a afrontar con serenidad y alegría. Ayuda superar las montañas de miedo, tristeza, soledad y dificultades.
La amistad pone en movimiento sentimientos y emociones. El amigo no sólo es el hombre de confianza, sino también un medicamento, su presencia es tan profunda como para no ser consciente de su presencia. El amigo es aquel que no te hace sentir vergüenza. En el se puede confiar los pensamientos en calma absoluta al encontrar solaz y consuelo, y esto deja una huella en tu corazón.
La amistad, por último, es uno de los más bellos sentimientos porque nos llena de emoción y complicidad en gratuidad absoluta. Se puede caminar al lado y al mismo tiempo crecer juntos mientras siguen diferentes caminos, conscientes de las necesidades del otro, como las flores que necesitan la lluvia para abrirse y mostrar toda su belleza. En el amigo siempre hay algo de nosotros, una posible forma de ser, un reflejo de una identidad que podemos tomar.