AMADEO VII


A Amadeo VI, muerto el primero de marzo de 1383, le sucede en el Condado de Saboya, Amadeo VII, llamado el Conde Rojo por la ropa que le regaló su primo Carlos VI de Francia con ocasión de la campaña militar contra los ingleses.

Por voluntad testamentaria de su padre, Amadeo gobierna el Estado Saboyano en  compañía de su madre, Bona de Bourbon. El conde Rojo se vio obligado a interesarse de manera particular de Ivrea cuando en 1386 estalla en el Canavese una insurrección popular, conocida como Tuchinaggio, que, al principio, consigue resultados positivos en gran parte de los territorios rebeldes. Amadeo reacciona y en julio de 1387 negocia con los tuchini de las zonas somontanas, que aceptan su protección, mientras otros, ayudados por señores feudales rebeldes, continúan la revuelta. El Conde Rojo vuelve a Ivrea en 1390 y se aloja en el Castillo, ya casi terminado, en el que el 5 de septiembre organiza un gran baile para sus leales feudatarios canavesanos.

Con la firme intención de consolidar el dominio de los Saboya en las tierras Canavesanas y poner fin a las rebeliones de los Tuchini, en mayo de 1391 el Conde Rojo llega de nuevo a Ivrea: primero procesa a los Condes de Masino, cómplices de los rebeldes, y los manda encarcelar en el Castillo de Rivoli; después logra un acuerdo con los nobles y los jefes de los Tuchini, reunidos en la casa de Bonifacio degli Stria, su fiel amigo. Tras este pacto Amadeo vuelve a ser el Señor indiscutible de los valles canavesanos.

A los pocos meses de su regreso a Saboya, Amadeo VII muere, a los 31 años. Una conjura urdida por su mujer obliga a su madre, Bona de Bourbon, a apartarse del poder, al ser acusada de haber envenenado a su hijo; además, el boticario sospechoso de haber procurado el veneno es descuartizado y sus restos enviados a las principales ciudades del Estado Saboyano, entre ellas Ivrea. La muerte de Amadeo VII, sin embargo, se debió probablemente a una infección tetánica producida por una herida que se hizo en una caída del caballo.