El "Padre nuestro"
Atraídos por el modo de rogar de Jesús, los
discípulos le preguntan: "Señor, enséñanos a rogar"(Lucas 11,1). Jesús enseña el
"Padre nuestro". Este breve ruego "contiene las enseñanzas de Jesús, sea por
cuánto concierne la relación hacia Dios, considerado como Padre, sea por cuánto
concierne el ideal de vida y por lo tanto las necesidades de los discípulos"
(Enrico Galbiati El << nuestro Padre >>, en Historia de Jesús, y. Rizzoli, vol
3, p.1057).
El ruego del Padre nuestro ha llegado hasta nosotros atravieso dos
redacciones: aquella de Matteo, más larga, y aquella de Lucas, más corta.
Probablemente es justo aquella de Lucas la
versión más cercana al ruego originario, tal como ha manado por el corazón mismo
de Cristo:
"Y sucedió que, estando él orando en cierto lugar, cuando terminó, le dijo uno de sus discípulos: «Señor, enséñanos a orar, como enseñó Juan a sus discípulos.» El les dijo: «Cuando oréis, decid: Padre, santificado sea tu Nombre, venga tu Reino, danos cada día nuestro pan cotidiano, y perdónanos nuestros pecados porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe, y no nos dejes caer en tentación.»(Lucas 11,1-5).
"Padre" es el apelativo con el que Jesús se dirige al Padre Celeste, aunque sabemos del Evangelio de Marco que el mismo Jesús utiliza respecto al Padre el cariñoso apelativo de "Abbà."
"Santificado sea tu Nombre" está a indicar, en
la versión ecuménica en lengua corriente y por lo tanto también aceptada por las
otras confesiones cristianas: "hace que todos te reconozcan como Dios" (Enrico
Galbiati El << nuestro Padre >>, en Historia de Jesús, y. Rizzoli, vol 3, p.1065).
"Venga tu Reino". Con estas palabras Jesús
entiende el majestad, es decir la soberanía de Dios sobre todo al pueblo sobre
la que es ejercida esta soberanía. Pero de otra manera de aquel de los potente
de la tierra, la soberanía de Dios y su majestad no se realizan con la fuerza y
la potencia, pero con la adhesión sincera a su Ley, escrita en los corazones y
en las conciencias. Una soberanía y majestad que exige la dulce señoría de Dios
en los corazones de las criaturas. Y cuando será realizado el Reino de Dios, su
voluntad siempre será hecha en cielo y en tierra.
"Danos cada día nuestro pan cotidiano". Con esta
solicitud empieza la segunda parte del Padre nuestro. Este ruego nos tiene que
empujar para desear ante todo el "Reino de Dios" sabiendo que todo es dado en
sobrexcedente(Mt 6,33).
"Perdónanos nuestros pecados porque también
nosotros perdonamos a todo el que nos debe". Pecado y deuda son dos palabras que
indica la misma realidad. Con Dios nosotros siempre somos en debido, pero él nos
perdona todo, libremente, a condición que también nosotros perdonamos, a los
otros, las faltas hechas a nosotros mismos.
"Y no nos dejes caer en tentación". La
frase que cierra la redacción de Lucas, tiene que estar entendida como "Hace que
no cedemos en el momento de la prueba."
Ya desde los primeros tiempos de la Comunidad cristiana, y quizás
ya en la comunidad primitiva, al ruego del Padre nuestro, fue añadida una
conclusión litúrgica que está también presente en algunos manuscritos de los
Evangelios, y que es inspirada al ruego que el 1° libro de las Crónicas,
(29,11), le atribuye a Davide: "Porque tu es el reino, tu la potencia y la
gloria en los siglos. Amén."
PARA EL DESCUBRIMIENTO DE JESÚS DE NAZARETH
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