Los taberneros


El tabernero era el dueño de un pequeño local dedicado exclusivamente a la cata y consumo de vinos. Cada año debía jurar que se comportaría seriamente y que obedecería las disposiciones de la  Credenza.

Según los Estatutos de 1329, durante el periodo comprendido entre San Martín y San Miguel, los taberneros eporedienses sólo podían comprar el vino producido en los territorios de la ciudad. El posible denunciante tenía derecho a la mitad del encargo mientras que la otra mitad iba a parar a las manos de los señores de la ciudad que en aquel tiempo eran los Saboya y los Acaya

Para evitar que los taberneros engañasen a los clientes, el Ayuntamiento marcaba los jarros en los que el vino debía ser servido. Durante un tiempo estos jarros estaban sujetos al mostrador con una cadena pero, debido a la incomodidad, esta disposición fue abolida en 1376.

Si algún cliente, con la excusa de haber bebido demasiado, intentaba irse sin pagar, el tabernero tenía el derecho de adueñarse de cualquier cosa suya hasta que no pagase. La presencia de una taberna se señalaba al transeúnte colgando ramas verdes, pero el Ayuntamiento de Ivrea, para evitar daños a las plantas, decretó que este reclamo se realizara sólo con sarmientos de hiedra.