Los boticarios


Únicamente los ciudadanos que vivían en Ivrea podían vender drogas y especias, los extranjeros sólo eran admitidos en las en las ferias a las que podían llevar su propia mercancía. Los boticarios que vivían en Ivrea no podían dar medicinas a nadie sin autorización del médico, tenían que controlar que las  medicinas estuvieran compuestas según las prescripciones de la receta, no podían vender venenos ni sustancias tóxicas a personas que pareciesen sospechosas o desconocidas si la cantidad de la sustancia venenosa no estaba escrita en los libros. En 1443 se publicó en los Estatutos otra disposición sobre la venta de grageas: tenían que estar hechas o con azúcar refinada o con no refinada para evitar fraudes, ya que la no refinada era mucho más barata y muchas veces las grageas sólo estaban recubiertas con azúcar fina. Los estatutos también disponían que para envolver las mercancías no se utilizara papel   escrito, particularmente estaba prohibido el papel utilizado por notarios o por jueces en los procesos.