Los notarios


El notario debía jurar ante ell Ayuntamiento no redactar actas o escritos falsos y no usar, en las actas notariales, papel que contuviera pelusa o que hubiese sido utilizado anteriormente y hubiese sido borrado lo escrito. Además tenía que jurar no añadir ni quitar en los contratos nada que pudiera modificar lo que había sido determinado, si no era por solicitud de los interesados. Debía también mantener el secreto sobre lo que le había sido dicho hasta el momento en que la cuestión fuera del dominio público.

El notario tenía el derecho y el deber de proteger los intereses de los huérfanos y de las viudas, porque eran considerados socialmente débiles e indefensos. Si el notario redactaba un acta falsa, era castigado con multas de dinero o con el corte de la mano, y, además, su cara era pintada en un cartel que contenía el nombre y el motivo de la pena y era colgado en la fachada de la sede del Ayuntamiento.

Para ejercer la profesión de notario era suficiente depositar una determinada suma en el Ayuntamiento y por eso esta profesión estaba muy extendida entre la alta burguesía. En Ivrea los notarios eran considerados muy importantes, tanto que en la fiesta de Santa María tenían que presentarse con un cirio como el de los  Credendari.