Los eporedienses quisieron levantar en honor de San Bernardino de Siena la iglesia y el convento en señal de reconocimiento hacia el santo que, durante su estancia en la ciudad, había conseguido apaciguar las discordias entre ciudadanos de facciones enfrentadas.

El santo venía de la Liguria y había pasado por Ivrea en torno al 1418: los eporedienses comenzaron a escucharlo  de buen grado y conservaron un buen recuerdo de él.

La construcción del convento comenzó en 1455. Gracias a las generosas donaciones de los eporedienses, se edificaron en tan sólo15 meses: la iglesia de una sola nave con la clausura, el dormitorio, la enfermería y los  talleres. Todo fue confiado a los Franciscanos.

Dada la gran afluencia de fieles, la iglesia se quedó pronto pequeña, por lo que dos años después se reemprendieron las obras de modificación y ampliación del edificio: se prolongó la naveta creando un cuerpo principal de dos pisos y  en la planta baja se ganaron dos capillas separadas por un tabique. El 9 de abril de 1465 fue inaugurada la nueva iglesia .