errepicc.gif (1755 byte) LA ABADÍA DE S. ESTEBAN Los autores colonna.gif (1170 byte)

 

·         INTRODUCCIÓN

·         HISTORIA

     La fundación

     El periodo saboyano

     La decadencia

·         EL CAMPANARIO

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INTRODUCCIÓN

El campanario de San Esteban, que se levanta en el área de los actuales jardines públicos, es el único elemento arquitectónico que queda del homónimo complejo abacial, que se puede ver en la imagen aquí reproducida. El área se encuentra en el punto en el que los Romanos colocaron los bancos de arena de las colinas dioríticas. En algún punto de este llano se encontraba la "petra mali consilii", que señalaba el “mallo”, un espacio amplio y abierto donde se celebraba la asamblea legal de los hombres que tenían el derecho de llevar armas. Este espacio se extendí “ante ecclesiam Sancti Stephani”, la cual  probablemente ya existía en el siglo quinto. A la derecha,  fuera de las murallas, estaba el barrio de Albeto, territorio parroquial de S. Esteban en el que vivían sobre todo tejedores. Ya antes del año mil, este terreno, desecado, estaría atravesado por un canal que con el paso del tiempo, aumentando su caudal, se convertiría en el Naviglio (canal navegable).

LA FUNDACIÓN

En la primera mitad del siglo XI tuvieron lugar dos importantes iniciativas episcopales: la construcción de una nueva cortina defensiva hacia el este y el establecimiento de una abadía benedictina en el extremo sureste. No sabemos con exactitud las razones del  asentamiento de monjes Benedictinos en Ivrea, pero se puede barajar la hipótesis de la necesidad de sanear la orilla izquierda del Dora, muy boscosa y pantanosa. El complejo abacial aseguraba una vigilancia constante in este punto de la ciudad, además de constituir, con su perímetro de solidísimas murallas junto al río, un obstáculo muy difícil de superar. El campanario era sobre todo una estructura de vigilancia y comunicación y, en caso necesario, de defensa, lista para hacer llegar con el sonido de las campanas, aparte de la invitación a la oración, la llamada a las armas. Los religiosos de la rama cluniacense, que provenían de la Abadía de Fruttuaria, trabajaron en el vasto complejo abacial fundado por el obispo Enrique II junto a una capilla antigua dedicada a S. Esteban (1041). En este periodo la  abadía contó con  la presencia de muchos monjes y fue muy floreciente.

EL PERIODO SABOYANO

El 10 de enero de 1451 el Papa Nicolás V concedió al duque Ludovico de Saboya el derecho a nombrar a personas de su confianza titulares de beneficios hasta el momento no asignados. Las abadías piamontesas se poblaron de parientes y amigos de los Saboya con repercusión negativa en el nivel espiritual de las instituciones religiosas. El monasterio de S. Esteban cayó en manos de los Ferreri (o Ferrero) de Biella que “contrataron” casi durante un siglo el título episcopal y el priorato de S. Esteban, regentándolos hasta por procura. Los priorazgos de los Ferreri coincidieron con la ruina material de la abadía. En 1544 la ciudad, bajo dominio español, cayó en manos del virrey francés Carlos Cossè de Brissac que, para incrementar las defensas de la ciudad por el lado del río, derribó la iglesia. En 1561 los monjes  adaptaron una capilla de emergencia cerca del campanario; en 1579, como ya no existían los arrabales exteriores orientales (destruidos por los españoles por constituir un paso ventajoso para los enemigos), ni la iglesia parroquial (destruida por Brissac), la parroquia de S. Esteban fue suprimida y unida a la de S. Lorenzo. Al abad Augusto Filiberto Scaglia di Verrua (1671-1697) se debe la construcción de la cuarta iglesia de S. Esteban. Si bien, en el aspecto espiritual, el monasterio vive una fuerte decadencia, en cambio sigue produciendo réditos que llegan en forma de alquileres y de víveres (cereales, legumbres, uva, pollos). Con la desaparición del abad Scaglia, la abadía permanece vacante durante 31 años,  administrada por la Cámara de los Condes de Turín. En este periodo es una hacienda cuya gestión se arrienda al mejor postor. El arrendatario toma en depósito todo el complejo monástico, comprendida la iglesia, con mobiliario, archivo, granjas, y lo administra pagando el alquiler al Vicario de S. Lorenzo y a los sacerdotes encargados de decir misa en la parroquia de S. Pedro y S. Donato y en la iglesia abacial. En marzo de 1709, delegado por la Cámara de los Condes, llega a Ivrea el Conde y Senador Beraudo di Pralormo, el cual redacta una relación sobre  las reparaciones necesarias en la Catedral, en los bienes del episcopado y en la abadía de San Esteban, dado que durante el asedio francés fue utilizada como cuartel y almacén. Reparados los daños de guerra, la Cámara de los Condes ha de afrontar una nueva emergencia, puesto que el archivo de la abadía, que contiene documentos de gran importancia está cerrado con llave y nadie sabe dónde está; por otro lado, muchos papeles han sido devorados por los ratones. Numerosos arrendatarios y deudores se aprovechan para eludir los pagos u oponerse o usurpar terrenos. Cuando en 1721 los encargados entran en un local situado cerca de la Puerta Grande, encuentran un mueble que contiene libros y escrituras dañadas por los ratones hasta tal punto que hay por tierra una gran cantidad de fragmentos finamente triturados. Se cogen una a una las escrituras y se guardan con cuidado, mientras los fragmentos se sellan en un saco, para realizar su inventario.

ABANDONO Y DESTRUCCIÓN

En 1726 el ingeniero Castelli, proyectista y director de las obras del nuevo almacén (Granero) adosado al campanario, procede a la medida y estimación de una serie de obras de restauración de los edificios abaciales (sustitución de vigas maestras, reconstrucción de las cubiertas, instalación de cristales y rejas y una renovación parcial del equipamiento del campanario). En 1743 se nombra abad a Gaspar Amadeo San Martino della Torre,  al cual se debe la reordenación del archivo. Entre 1747 y 1757 el abad vende los edificios que quedaban del conjunto monástico, excepto el campanario y el granero, al conde Carlos Francisco Baldassarre Perrone di S Martino, que los derriba para agrandar su jardín. En sustitución de la iglesia, vendida y demolida, el abate trasforma en quinta iglesia de S. Esteban el granero adosado al campanario. A la muerte del abad, la abadía queda vacante durante un año; luego le sucede por procura Carlos Ballard di Roccafranca, que muere en 1788. Después de ocho años y ocho meses toma posesión por procura el Cardenal Gerdil , pero en 1880  es incautada por el gobierno republicano (francés). En 1885 la iglesia es destinada por el Ayuntamiento a Lazareto en caso de epidemia. Mientras tanto, al este de la iglesia había sido adosado otro edificio que albergó en la planta baja un taller eléctrico (1892) y después un mesón. En 1898 la última iglesia de S. Esteban es demolida, con ocasión de un embellecimiento de los jardines públicos, dejando al campanario en la más completa soledad.