Los orfebres


Los orfebres tenían que timbrar todos los productos que manufacturaran con una marca distinta a las de los demás colegas. El peso del oro se hacía sólo con el "peso milanés", marcado por los medidores oficiales del Ayuntamiento. Para pesar objetos menos valiosos hechos con otros metales, había que pesar cada metal por separado; por ejemplo, el precio del caldero se obtenía sumando el precio del recipiente de cobre y el del mango de hierro.

El encubrimiento era castigado como si fuera un robo. Los sirvientes no podían comprar metales preciosos sin la autorización de su dueño. Cuando el orfebre compraba oro a un forastero, debía hacerlo en presencia de dos testigos de confianza.