Uno de los principales objetivos del
Ayuntamiento era la defensa de las propiedades rurales. Para ello, elegían cada año un
número suficiente de vigilantes, hombres honestos que tenían que vigilar y denunciar los
daños en las propiedades. Elegían doce vigilantes para las viñas, y cada uno tenía que vigilar una zona; si había robos y los vigilantes no cogían al ladrón, debían pagar ellos los daños con su dinero. Cada vigilante debía vigilar su propia zona mañana, tarde y noche, sin poder sentarse. |