El Error
II
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tanto, por cortesía y respeto hacia ellos, no robad.
Disclaimer:
Los personajes de esta historia pertenecen a R. Ikeda.
Después
de la atmósfera dramática de "Diez Días", quería jugar un poco con
los personajes.
Gracias,
como siempre, a Laura por su apoyo y estímulo. Buena lectura.
El
viejo edificio a dónde André
había ido estaba en una zona de París que debía haber conocido tiempos
ciertamente más fastuosos. Los frisos que ornaban el balcón del segundo piso y
el escudo de armas puesto sobre la puerta de ingreso denunciaban claramente la
pertenencia noble de aquellos que habitaban aquella mansión. El estado de
manutención del edificio, en cambio, denunciaba claramente que el tiempo del
lujo había definitivamente tramontado para los habitantes de aquella mansión.
André
tocó a la puerta. Después de algunos minutos abrió una vieja señora envuelta
en un raído chal de lana.
"-Quisiera
ver al profesor, si está en casa, me llamo André Grandier y he sido un alumno suyo, hace tantos años."
"-Cierto
que está en casa, adónde podría jamás ir, viejo y enfermo como está",
respondió la mujer.
André
siguió a la mujer arriba por las escaleras.
Fue
introducido dentro de una gran habitación. Sobre las cuatro paredes una inmensa
biblioteca empolvada. Arte, poesía, teatro, literatura francesa, griega,
latina, filosofía, derecho, y, además, historia, geografía, astronomía.
La
habitación estaba completamente llena de libros. En un ángulo había un viejo
lecho con el resorte plegado por el uso. Un hombre pequeño de estatura, magro
hasta tener el rostro profundamente marcado sentado sobre una vieja silla
cercana a la ventana, las piernas cubiertas, en el tentativo de calentarlas, por
un viejo y gastado tartán[1]. Leía cansadamente un
libro de poesía. Aunque si el tiempo y la miseria lo habían marcado
profundamente, el viejo profesor conservaba una profunda dignidad en sus gestos
y en su mirada.
André
quedó impresionado y tuvo casi temor de interrumpir su lectura.
"-Excusad
si disturbo vuestra lectura, profesor."
El
profesor alzó los ojos del libro para llevar su mirada hacia aquel joven
entrado en su habitación.
"-¿Quién
sois?"
"-Profesor,
quizá no os recordáis de mí, yo me llamo André, André
Grandier. Soy el nieto de la
gobernanta de Mansión Jarjayes en la que vos..."
El
viejo profesor se alzó en pie para mover algunos pasos hacia el joven, pero sus
piernas no llegaban a sostenerlo como habría querido y vaciló. André lo alcanzó para sostenerlo. El profesor casi rehusó la ayuda de André y
se apoyó a su brazo sólo por algunos instantes, antes de volverse a sentar,
casi dolorosamente sobre la silla.
André
tomó una silla y se sentó de frente a él.
"-Cierto
que me acuerdo de ti, André",
dijo el hombre.
"-Profesor,
yo, yo... no pensaba..."
"-¿...de
encontrarme en estas condiciones? Era mucho más joven cuando daba lecciones a
ti y a la joven Óscar... el tiempo pasa, André... el tiempo pasa..."
"-Pero
vos tendríais necesidad de cuidado... y de vivir en condiciones... mejores..."
El
viejo profesor miró a André
con una sonrisa casi irónica.
"-No,
André, yo tengo todo aquello que me sirve. Tengo mis libros, y mis recuerdos.
Estoy viejo, André,
y pobre, ciertamente, pero está bien así, te aseguro que está bien así."
"-Podríais
vender..."
"-¿Mis
libros? No, André.
Los libros han sido mi vida. Son mi vida. He vendido todo aquello que podía,
pero mis libros no. No se venden, como no se vende mi dignidad. Yo estoy bien así
André. En cambio me parece que tu no estés bien... tienes la mirada triste André,
aquella mirada triste que veía en tus ojos cuando eras niño, a veces. ¿Cómo
estás? ¿Y cómo está ella?"
"-Óscar
está bien, como siempre..." Una sonrisa irónicamente estaba ahora sobre
los labios de André.
"-...
y tu estás enamorado de ella, como siempre."
André
miró con estupor al viejo.
"-Sí,
André... sé que amas a aquella muchacha, lo sé desde siempre, debe haberse
vuelto muy bella..."
-Lo
es, cada día más, y, cada día que pasa, ella entra siempre más al fondo de
mi corazón."
"-Hace
tantos años, puse en guardia al general Jarjayes de este peligro. Creo fuese
inevitable que entre vosotros dos naciese un sentimiento. Que naciese un amor.
Era sólo cuestión de tiempo. Recuerdo a Óscar como una niña frágil, muy frágil
más allá de su apariencia fuerte y testaruda, mientras tu parecías más frágil
que ella. Pero eras mucho más fuerte, mucho más fuerte de cuánto pudieses
parecer, e inteligente, y protectivo hacia ella. Ella tenía necesidad de ti.
Ella tiene necesidad de ti. De tu fuerza. De reflejarse en tus ojos. Sí, era
inevitable que sucediese."
"-No,
profesor, no ha sido exactamente así..." Dijo André con voz profundamente triste, "no ha sido así... Óscar no me ama...
ella no me ama como la amo yo... ella..."
"-¿De
verdad André?
¿Estás seguro? ¿De verdad estás seguro que ella no te ame?"
"-Yo,
yo no sé más qué pensar", dijo André pasándose las manos entre los
cabellos, llevándolas hacia la nuca. "Yo no sé más qué pensar... Tal
vez no debería tampoco hablar con vos de estas cosas... pero yo no sé siquiera
con quién hablarlas... y si continúo a tenerlas todas dentro yo siento que
enloqueceré".
"-No,
André,
si tu estás aquí es por que tu sabes que puedes hablar conmigo de estas cosas.
He sido un preceptor severo para vosotros dos niños, para vos dos muchachos.
Pero también un hombre libre de pensamiento. De otra manera, ¿cómo habría
podido, después de tantos años de enseñanza, ocuparme de un niño hijo del
pueblo y de una niña noble a quien debía ser impartida una educación que le
negase cada forma de feminidad? Una situación absurda, una situación paradojal.
Pero yo acepté el desafío. Y he intentado ensañar a ambos las mismas cosas,
sin diferencia de rango, y de sexo. He intentado hacer de vosotros dos un hombre
y una mujer con una mente libre. Más
allá de los deseos del general. Pero espero de haberos enseñado, más bien,
espero de haber enseñado sobre todo a ti, André, a mantener tu dignidad,
en cualquier situación."
"-Sí,
tenéis razón, sois de verdad la única persona que pueda comprenderme, la única
persona."
"-André,
tal vez es mejor que tu me
expliques qué ha sucedido".
André
contó al viejo profesor su vida con Óscar, los eventos sucedidos en los últimos
meses, el nacimiento del sentimiento de Óscar por Fersen, y, no sin embarazo,
aquello que él recordaba de aquella noche de alcohol y de tristeza... y luego
de gozo, y de pasión. Y que de todo este alcohol, de toda la tristeza, de todo
el gozo y de toda la pasión Óscar no recordase –o quisiese recordar- nada.
Contó de los silencios de Óscar desde aquel momento, de sus esfuerzos por
evitarlo, de su voluntad de no hablar con él. De su voluntad de no cruzar más
su mirada.
"-André, tienes sólo dos soluciones delante de ti. O la olvidas definitivamente o
luchas por ella asumiendo todos los riesgos, incluso aquel de morir."
"-¿Qué
queréis decir?"
"-Que
estabais ebrios y habéis hecho el amor. Quien quiera que haya iniciado y por
cualquier motivo haya sucedido, si Óscar recordará, tu terminarás en la horca
por esto."
"-¿Pero
por qué? Ella... ella..."
"-Ella
es una noble y tu no lo eres. Si ella recordase y decidiese denunciarte, aunque
solamente decirlo al padre, tu pasarás por aquel que la ha violentado. En
cualquier caso. Pasarás por aquel que se ha aprovechado de su fragilidad, del
hecho que estaba ebria. No te creerá ninguno, André, ninguno. Y
terminarás en la horca, sin siquiera el tiempo para poderle decir adiós."
"-Ella,
ella no lo haría... no lo haría..."
"-No
me pareces muy seguro de esto, André."
"-Con
todo... yo siento... o tal vez me ilusiono... que ella..."
"-Que
ella te ame. Y que no quiera admitirlo, ni siquiera a sí misma, tanto menos a
ti. O bien que ella no te ame y que quisiese solamente hacer una experiencia
para olvidar aquel sueco. André, las hipótesis son muchas. André, debes
escoger si quieres verdaderamente saber la verdad o bien quieres vivir con aquel
recuerdo y esta duda es por siempre. Es una elección difícil, André."
"-Pero
vos, ¿vos pensáis que ella, que ella me ame?"
"-André, yo no pienso nada, no puedo pensar nada, porque está en juego tu misma
vida además de tu sentimiento por ella. Debes decidir qué hacer. Pero
cualquier cosa hagas André,
hazla con inteligencia y con dignidad. Recuerda André:
inteligencia y dignidad".
André
se alzó de la silla y fue hacia la ventana.
"-Inteligencia
y dignidad. No es fácil. No es en absoluto fácil. Pero no puedo continuar a
vivir así... es como morir lentamente... cada vez que Óscar aparta su mirada
de la mía, cada vez que vuelve el rostro a la parte opuesta, cada vez, cada vez."
"-André,
piensa bien en las alternativas que tienes de frente a ti. Y has tu elección.
La vida está hecha de elecciones."
"-Gracias,
profesor, ahora me es todo más claro, no menos difícil, pero más claro. ¿Cómo
puedo agradeceros?"
"-No
quiero dinero André,
si estabas pensando en dármelo. Quisiera sólo una cosa de parte tuya. Si
tuvieras alguna vez la ocasión, dale a Óscar una caricia de parte mía. Mi rol
no me lo ha nunca consentido, y el general no me lo habría jamás permitido.
Dale una caricia de parte mía. Sin decirle que viene de mí. Dale a aquella niña
testaruda e insolente, tan fuerte cuanto frágil, la caricia que yo no he podido,
bellacamente, darle."
"-Gracias
profesor, lo haré, lo haré yo por vos".
André
salió de la habitación mientras el viejo profesor retomaba su lectura. Una lágrima,
sola, leve, cayó sobre la página del libro de poesía.
André
dio dinero a la vieja mujer antes de irse, haciéndole prometer que lo habría
utilizado para el profesor y salió hacia la calle.
Óscar
estaba asistiendo a las ejercitaciones de sus soldados cuando se dio cuenta de
tener la frente caliente y de estar temblando por la fiebre. Terminada la
ejercitación pidió y obtuvo el permiso de regresar a casa. André no se había hecho vivo por toda la tarde y no lo encontró siquiera en
casa. Decidió acostarse, en la esperanza que la fiebre le pasase pronto sin
tener que llamar al médico.
La
fiebre, en vez de descender, sin embargo, continuaba a subir y Óscar se encontró
pronto teniendo que afrontar sus pensamientos, ya que no conseguía dormirse. Se
vio. Se vio con su divisa puesta, vio André
de frente a ella, detrás de él la fonda donde habían estado hacía pocos
minutos antes. Se sentía débil, agotada, casi no se sostenía en pie.
André
de frente a ella.
André
de frente a ella.
Después
como un relámpago y un momento de oscuridad y un rumor fuerte como... como
aquel de una bofetada...
Después
de nuevo oscuridad y de nuevo ella que se llevaba la mano derecha al rostro. Y
después de nuevo oscuridad y después de nuevo ella con la espalda apoyada,
casi apretada contra el muro de una casa. De frente a ella todavía la fonda.
Sobre su cuello la boca de André.
Sobre sus brazos las manos de André.
Sobre su seno las manos de André. Sobre sus costados las manos de André. Sobre su boca,
la boca de André.
Y después de nuevo oscuridad.
Óscar
se sentó de repente sobre el lecho.
André...
André me ha... me ha...
¡¡¡VIOLADO!!!
Continua...
Mail
to: f.camelio@libero.it
Originalmente publicado en: Laura’s Little corner/ Vetrina:
http://digilander.iol.it/la2ladyoscar/Index.html
Traducción del italiano al español: Shophy Zegarra shophy@ec-red.com
Lima, domingo 13 abril, 2003.