Sobre André: respuesta a Verdaderos hombres (y otros animales) de Alessandra

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Nota: esta carta es la respuesta a la carta de Alessandra Veri uomini (e altri animali), enviada a la mailing list cafè Jarjayes. Las imágenes están tomadas del Lady Oscar, dvd n. 5, ed. Yamato video, Milano, 2002 y aparecen como referencia con la cita de la fuente, con la finalidad de engalanar la crítica y las valoraciones, como está consentido por la ley acerca del derecho de autor.

He leído todo, todo lo que has escrito. Incluida la conclusión. Y concuerdo.

 

Pero una cosa, querría decirla, porque siempre la he escuchado de otra manera.

André me ha impresionado justamente por cómo era. E inmediatamente. Y no por aceptación sucesiva. Y tampoco por elaboraciones posteriores.

Ha sido su no ser perfecto, ese encarnar la normalidad, que me lo ha hecho querido. Incluso más querido que Actarus, que, en aquella época, después de cuatro años, era mi personaje masculino favorito. André reía de mala gana, André desdramatizaba, André era el menos hábil al batirse, aquel que no se empeñaba (bondad suya) en alocadas e imposibles piruetas sobre las ramas de los árboles. André se equivocaba. Y esto me hacía quererlo poco a poco, hasta el momento en el que, mirándolo en Tv. (lo sé, es cómico), me di cuenta que me sonrojaba y que desviaba la mirada... porque mi personaje favorito era justamente por esto un tipo normal.

Me sentía mal no porque él no reaccionase, cuando Óscar lo tiranizaba, en la I parte de la serie, y lo tenía a distancia, en la II, sino por cómo Óscar lo trataba. Por cómo lo mandaba a volar volteándole la silla. ¡Mala! Y, por esto, por estas rudezas suyas, y por su saber ser maternal con Rosalie y fría, friísima con Jeanne, la adoraba también a ella. Si bien Óscar es un personaje muy humano, no todo bondad como Candy, sino con la aspereza (y la voz) de Flanny[1] (aquella del anime, no la del manga), se querían. Pero Óscar era la protagonista principal, y por esto debía hacer piruetas sobre los árboles, ser la más talentosa, tener la mejor mira. En cambio, esto no era requerido de André, tanto que él podía permitirse el lujo de morir antes, baleado por error, en el anime, interponiéndose para proteger a Óscar, en el manga. Y de sufrir una mutilación, él, uno de los personajes principales –una cosa que no sucedía casi nunca, en los animes (Musashi moría, en "Space Robot", pero era feo; Harlock tenía el parche sobre el ojo derecho y la cicatriz, pero era un personaje maudit). André no. Era normal y el cliché típico de los animes de entonces no le habrían permitido mutilaciones (la misma Susana, que pierde una pierna, no era protagonista). También esto, le había tocado.

No era bello en absoluto, él. No como Fersen, que era bello, inequívocamente bello. Pero tenía bellísimas miradas, André, miradas vivísimas, tristes, dulcísimas. Y sonrisas humanísimas, y partícipes y plenas de afecto y comprensión. Y gestos delicados, a veces, otras veces tontos, otras tantas cohibidos, pero de tombeur des femmes[2]. Y era esto lo que lo hacía hermoso.

Espléndida aquella mano buscando la mano de ella, en el I episodio, en una muda declaración, que nunca habría sido y que, si lo hubiese sido, habría puesto en éxtasis a las admiradoras. Decidido, casi desfachatado, y, al mismo tiempo, triste, cuando, en el episodio 9, osaba decirle a Girodel, en la versión original: "Tú no la conoces como la conozco yo". Y callarse, humanísimo, a la réplica picada de él. Tierno, cuando era sujetado, resignado, por la tiránica abuela; comiquísimo al estirarse, con la barriga llena, en el albergue de Arras, después de la cena. Bellísimo, espléndido, en el episodio 20, cuando, en una sonrisa casi triste, inclinaba la cabeza y, en nuestra versión, decía "haría cualquier cosa, por ti, Óscar", mientras en aquella original se dejaba ir con el espléndido y lapidario "Nunca antes he sido más serio[3]".

Era bello, André, por aquellas miradas intensas, aquellas miradas luminosísimas y plenas de amor, con las que acariciaba a Óscar bajo la lluvia batiente, envolviéndola en una capa, y nunca, nunca, desgraciadamente, en un abrazo, como me hubiera gustado ver. Y como nunca habría sido. Encuadres retomados, no casualmente, justamente en el episodio 39, en el sueño a ojos abiertos de Óscar, cuando él está ya muerto y ella ve aquel mar batiente, inundado de luz, a ellos dos, que, próximos, se sonríen, sobre el mismo caballo. Como nunca habría sido. También esto. Espléndido en "El escándalo del collar", en una terna de encuadres que quitan el aliento cuando respondía "A las órdenes" de Óscar, mientras la acompañaba con el veterano y en la taberna. Pero son encuadres de una melancólica belleza, plenos de tristeza y cosas no dichas. Y de sonrisas, cuando había, dulces y resignadas, atiborradas de un sentimiento contenido, retenido.

Y bello cuando ironizaba sobre sí mismo, sobre su propio talento de ladrón. Y cuando inclinaba la cabeza y bajaba la mirada, derrotado, de frente a Óscar que no entendía su requerimiento de dejar marchar a Bernard ("a veces no soy más que un iluso"). Y aquel perfil, espléndido y triste, del episodio 28, cuando escuchaba la música, rememorando la visita médica, después se estiraba, en un gesto, una vez más, humanísimo. Era bello por este su ser el alter ego charlatán de Óscar, en la I parte de la serie (la broma acerca del color pulga, en realidad fue pronunciada por Luis XVI), y aquel silencioso, mudo, en la II ("No te cases, te lo ruego, Óscar"). Era bello porque antes se oponía al general, después se callaba, pero, en el último encuadre del I episodio, eran sus lágrimas a hablar, no los ojos secos de Óscar. Era él, en el fondo, quien nos relataba el sufrimiento de Óscar. Porque Óscar la escondía, mientras que él, sí, sabía reconocerlo. Y le tocaba vivirla. Y no poder escoger. Si no irse y acortar del todo los puentes. Y, en esto, en este su quedarse, en este su querer permanecer a pesar de todo con ella, también en esto era humanísimo.

Una belleza humanísima, por lo tanto, pero no llamativa. Una belleza que no se nota, pero se descubre, día a día, reconociéndola, habituándose a aquella sonrisa, a aquellos ojos, a aquellos lineamientos, a aquella voz (cuánto haya contribuido Massimo Rossi[4] es cosa cierta). Y descubriéndose, luego, con una cierta sorpresa, que son parte de nosotros. Hasta el punto de reconocer, pues, la belleza –aquella de los lineamientos que nos son queridos. La belleza, que no es canon abstracto, sino aquello que se aprende a amar y se mira con ternura y afecto. Exactamente como sucede en la vida real. Es esto, lo bello de André. Es esto, lo que lo hace particular.

Y es tristemente verdad que él y Óscar, como dije tantas veces, pasen la vida excavando uno la fosa del otro, con todo, como suele suceder, lo hacemos en plena inconciencia, arrastrados-cegados por la vida, por los eventos, por la imposibilidad de volver atrás, y se querían un mar de bien y lo sabían, lo sabían ambos, de aquel amor. Óscar, en la noche del 12 de julio, cuando reconoce que "sabía claramente que tú me querías mucho, que me amabas" (e, implícitamente, admite haber pasado una vida intentado refrenarlo, ignorándolo –la única manera que tenía- un amor que ella conocía, pero sabía "imposible" y, por lo tanto, contenía), al que hace de contrapunto la confirmación de él "Lo supe desde siempre" (y, una vez más, acepté tu juego, fui yo quién lo rompió, hasta 1787). Bella resistencia, ¡no hay que decirlo! Maravillosa. Y tristísima. Y verdadera. Porque la vida es así, porque no se reconocen casi nunca la felicidad, la amistad; sino cuando es tarde, y son pocas, poquísimas, las ocasiones en las que nos es posible rehacer (un término tan apreciado por Alexandra y tan hermoso y pleno de esperanza) la vida, las situaciones, para no repetir los errores, para no herir a aquellos que amamos. Y es también por esto que estoy ligada a estos personajes. Porque es raro encontrar una humanidad tan vívida y desfachatada, hasta el punto de hacerlos sentir cercanísimos.

 

Pubblicazione del sito Little Corner del maggio 2006

Originalmente publicado en: Laura’s Little corner/ Vetrina:

http://digilander.iol.it/la2ladyoscar/Index.html

 

Traducción del italiano al español: Shophy  shophy@ec-red.com

Lima, miércoles 05 de abril, 2006.

 

Mail to laura.luzi@email.it

 

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[1] NdTr. En Italia, Cinzia de Carolis le dio su voz tanto a Flanny y a Patty de "Candy", como a Óscar de "Lady Oscar".

[2] NdTr: En fr. Seductor.

[3] NdTr. En el doblaje mexicano: "Entiendo. Yo también atacaré con todas mis fuerzas"

[4] NdTr. La voz de André en el doblaje italiano.